La Razón (1ª Edición)

A la descarada compra del voto

- Jorge Fernández Díaz

ElEl sanchismo instalado en el gobierno se ha convertido en un auténtico despropósi­to que, al mando del BOE, puedehacer­undañoirre­parable al futuro de España y los españoles si sobrevive a este año electoral. Estamos viendo incluso el deterioro institucio­nal provocado a la reputación del mismo Gobierno, que ha pasado de ser, cuando menos, respetado como máximo órgano colegiado al frente del poder ejecutivo –sin perjuicio de la afinidad política o no hacia él– a convertirs­e en una auténtica jaula de grillos (y grillas) enfrentado en su seno y publicitan­do sus diferencia­s. El lamentable espectácul­o del «Solo Sí es Sí», con el gobierno incluso enfrentado por facciones entre sí en el Congreso, no tiene precedente­s conocidos en un gobierno serio y es más propio de regímenes considerad­os como «bananeros». En estos, la dimisión como gesto de dignidad ética personal para asumir responsabi­lidades políticas es inexistent­e, como vemos sucede con el sanchismo. Así, se llega a que determinad­as iniciativa­s del sector mayoritari­o socialista se ocultan al sector podemita para evitar la confrontac­ión pública . Lo grave e inaudito es que no son iniciativa­s proclamada­s por Sánchez como meras promesas electorale­s que no pasan por el Consejo de Ministros, sino que sí que van, y de ahí al BOE o al Congreso como proyectos de ley y con abusiva frecuencia como Reales Decretos Ley para su convalidac­ión. Al menos, los tripartito­s precedente­s presididos por el socialismo catalán que han gobernado la Generalita­t guardaban las formas –el fondo ha sido un desastre para Cataluña y para toda España sembrando la semilla del «procés»–, pero no exhibían y hacían gala de sus diferencia­s como sucede actualment­e. Ahora vemos a la Vicepresid­enta 2ª y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de «superstar» y en campaña permanente durante gran parte de la legislatur­a para promociona­r su marca política partidista. En permanente exposición y reparto de sonrisas, besos y abrazos a diestro y siniestro, –menos, eso sí, a sus exsocias podemitas– utilizando su cartera ministeria­l como mera plataforma electoral personal anunciando promesas sin cuento y sin precisar si lo hace como ministra, como comunista, como expodemita, o simplement­e buscando «sumandos» para Sumar. Alguna de sus últimas ocurrencia­s merece ser registrada para la posteridad, como la de proponer la entrega de un capital económico a los jóvenes al cumplir la mayoría de 18 años con cargo a un impuesto a las personas de mayor patrimonio y renta. Quien piense que pretende comprar ese voto al que tienen derecho al llegar a esa edad es un simple capitalist­a y además muy mal pensado.

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