La Razón (1ª Edición)

Los pélets no votan

- Jorge Vilches

AbochornaA­bochorna la campaña mediática de la iz-quierda iz-quierda con el vertido de pélets en las costas gallegas para culpar a los popu-lares popu-lares de cualquier circunstan­cia. Otra cosa es que esa vergüenza ajena llegue a ser propia para los votantes del PSOE y Sumar. Todo apunta a que no, dada su consa-bida consa-bida facilidad para tragar con las ruedas de molino sanchista. No obstante, en Galicia no cuaja la alternativ­a al PP, lo que convier-te convier-te al caso gallego en algo muy parecido al madrileño.

Los populares son la fuerza hegemónica en Galicia desde 1981. Primero fue con Alianza Popular y luego bajo las siglas del PP. Solo hubo dos interrupci­o-nes interrupci­o-nes que acabaron en descalabro. Fue en 1987, cuando tomó el po-der po-der González Laxe tras una mo-ción mo-ción de censura, y entre 2005 y 2009, con el bipartito formado por el PSdeG y el BNG. Luego Feijóo ganó y hasta hoy. En total han sido 34 años de gobierno, y eso, cuando las cosas funcionan y se progresa, como en Madrid, crea una mentalidad y hábitos impermeabl­es a la demagogia.

Ese modo de vida y pensa-miento pensa-miento creado desde 1981 hace que los sondeos indiquen que el PP volverá a ganar las elecciones del próximo 18-F, aunque no esté Feijóo. No obstante, como es co-rriente co-rriente en esta España marcada por el espíritu del Pacto del Tine-ll, Tine-ll, los populares no gobernarán si no sacan un diputado más que la suma del resto.

Sin mayoría absoluta del PP se formará una coalición de nacio-nalistas nacio-nalistas y socialista­s para ajustar cuentas con el pasado y ponerse al servicio de Sánchez, quien a su vez vive el sometimien­to vo-luntario vo-luntario a los independen­tistas catalanes y vascos. En suma, Ga-licia Ga-licia en manos del BNG con el auxilio del PSdeG se sumaría a la estrategia rupturista y autoritari­a que vivimos desde 2018. En ese camino no importarán los inte-reses inte-reses de los gallegos, sino su papel papel en el plan sanchista para hacerse con todo el poder sin contestaci­ón alguna.

La ventaja del PP gallego sobre el madrileño es que es el único representa­nte de la no-izquierda en su región. Vox no pinta nada en Galicia por mérito de los populares populares y deméritos propios. Los de Abascal culpan de su poco tirón al PP por sus llamamient­os a concentrar el voto en su partido. partido. Pero apelar a los votantes a confiar en su organizaci­ón es legítimo y sincero. Sería absurdo que el PP recomendar­a el sufragio sufragio para otra formación, como Vox, y pusiera así en riesgo la posibilida­d posibilida­d de renovar el mandato. Porque mientras no cambie el sistema electoral es indudable que la concentrac­ión del voto en una sola formación otorga más posibilida­des de éxito. En este sentido, es evidente que si Vox no existiera en la Comunidad de Madrid, la mayoría absoluta de Ayuso en 2021 habría batido récords. récords.

La división del voto en la izquierda, izquierda, por contra, beneficia al PP. Una vez que Sumar y Podemos Podemos rompieron para presentars­e por separado disminuyer­on sus posibilida­des de entrar en el Parlamento Parlamento gallego. Esto puede ser letal para la izquierda en la disputa disputa de escaños con los populares populares en Pontevedra y La Coruña. En realidad, a Pablo Iglesias le interesaba más dañar a Yolanda Díaz que pintar algo en Galicia, y optó por usar a la gente contra la jefa de Sumar y dividir el voto.

Al tiempo, el BNG sube en las encuestas gracias a Sánchez, que presenta al PSdeG como el pagafantas pagafantas gallego. El sanchismo ha convertido el nacionalis­mo identitari­o, identitari­o, victimista y reivindica­tivo en el discurso más legitimado hoy en España. Y esto sin olvidar la posibilida­d que otorga para chantajear al «Gobierno de Madrid» Madrid» y obtener ventajas con las que construir una red clientelar y ajustar cuentas con el PP en tierras gallegas.

El conjunto hace de estas próximas elecciones quizá las más importante­s y decisivas que se hayan celebrado en Galicia. No está en juego solo el gobierno autonómico, sino el mismo futuro futuro de la España constituci­onal.

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