La Razón (1ª Edición)

Entre Denzel Washington y Yul Brinner

- Juan Ramón Lucas

EstoEsto no ha hecho más que em-pezar em-pezar y ya tenemos la primera crisis. Ha sido plantarse una vez, una sola vez, el Partido Socialis-ta, Socialis-ta, y echarle atrás la ley, su ley, los siete magníficos de Carles Puigdemont. Así no hay quien gobierne. Ni Pedro Sánchez en su infinita sabiduría puede sostener mu-cho mu-cho tiempo este ritmo circadiano enloque-cido enloque-cido que él mismo ha impuesto a la política: la noche llega cuando menos te lo esperas, es de día según le parezca al exiliado y la reali-dad reali-dad y la verdad llevan caminos paralelos que ni la casualidad parece poder juntar. Cada votación es un asalto, cada negociació­n un imposible, cada minuto de diálogo un cami-no cami-no hacia no se sabe dónde. Aquí no hay quien viva, y así no hay quien sobreviva.

Por mucha fachosfera que se invente Pedro Sánchez, aquí los que están sembrando de piedras el camino de la gobernabil­idad del Estado son los fachas del supremacis­mo ca-talán, ca-talán, la «dreta» prorrusa y putinesca que desprecia España y coge por la entrepiern­a a todo un gobierno para conseguir su obje-tivo obje-tivo único y permanente: la libertad del con-ducátor con-ducátor independen­tista que llevará al país a la gloria de una independen­cia europea, feliz y de colorines.

Y si para ello hay que poner de vuelta y media media al Poder Judicial por fastidiarl­e la fiesta, mofarse del Poder Legislativ­o pactando leyes de tú a tú para beneficiar­se a sí mismos, paralizar paralizar la acción del Poder Ejecutivo echándole echándole barro y leyes atrás, pues se hace.

Y como propina, se consigue movilizar a una izquierda obsesionad­a por evitar a cualquier cualquier precio que gobierne la derecha. Ya dicen dicen los numerólogo­s que el siete es el de los místicos que se hacen las preguntas que nadie nadie se atreve a hacer.

La Ley de Amnistía no ha muerto porque ahora volverá a la Comisión de Justicia a debatirse debatirse de nuevo. Vuelta a empezar. Casilla de salida. Susto, no muerte. Ésta vendrá si la segunda vez que se vote se echa atrás otra vez.

No es alocado suponer que cuentan los de la fachosfera pugdemónic­a –no ubicados en la atmósfera fachosa por Sánchez, pero muy presentes y activos en lo suyo de fachear– con este revés y vuelta a empezar, y que confían en que con él le harán saber al Gobierno hasta hasta dónde son capaces de llegar y el daño que pueden hacer.

Pero es también pertinente imaginar que no irán más allá en este juego diabólico de tensar la cuerda y apretar ahí abajo al sanchismo sanchismo gobernante. Porque si se rompe y terminan forzando a Sánchez a elecciones es posible que el horizonte de la amnistía controlada, controlada, el perdón a los de su banda, esto de crear leyes para beneficio propio, quede en una suerte de pesadilla de un imposible tiempo tiempo reciente.

Que tengan cuidado los siete magníficos del supremacis­mo no vaya a ser que en su empeño por apretar, en su obstinada negación negación de una realidad incómoda, estén rechazando rechazando a Denzel Washington, que lideró la última versión de la película, y además es negro, para optar por Yul Brynner blanco y de origen ruso –no diré nada del pelo– olvidando olvidando quizá que el pobre ya está muerto.

Aquí los que están sembrando de piedras el camino de la gobernabil­idad son los fachas del supremacis­mo catalán

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