Un polémico cartel
ElEl tradicional cartel de la Se-mana Se-mana Santa de Sevilla que encarga cada año el Conse-jo Conse-jo de Hermandades y Cofra-días Cofra-días de la ciudad hispalense, se ha convertido en un auténtico motivo de disputas y divisiones que trascienden a la capital andaluza, para abarcar a Es-paña Es-paña entera, e incluso más allá.
La causa es conocida, con la imagen de un Jesucristo que no evoca para nada el sufrimiento que ha quedado inmortali-zado inmortali-zado en la Sábana Santa custodiada en la Catedral de Turín, en la que se dibu-jan dibu-jan perfectamente los padecimientos provocados por la Pasión, en el cuerpo del Hijo unigénito de Dios que, tras ser desclavado y descendido de la Cruz, fue depositado en el sepulcro envuelto en esa sábana, con un sudario en su cabe-za cabe-za perforada por las espinas y su rostro desfigurado por los golpes. Allí reposó su cuerpo yacente hasta su Resurrección gloriosa al tercer día, como proclama-mos proclama-mos en el Credo de nuestra fe.
El creador de este cartel, Salustiano García Cruz, ha narrado que su hijo ha sido el modelo de su inspiración artísti-ca artísti-ca y que «le ha resucitado la memoria de un hermano suyo» fallecido a los doce años, cuyo cuerpo su madre le invitó a ver para despedirse de él. Sin duda es una actitud muy humana y merecedora de respeto, pero la cuestión es que el cartel cartel no era para «resucitar la memoria» de Salustiano hacia un hermano suyo, sino para evocar la resurrección del cuerpo glorioso de Jesucristo, Dios Encarnado. No es precisa mucha imaginación para ver muy presente en su obra una lamentable lamentable concesión a la ideología de género y en concreto a la comunidad gay, como recogen tantas opiniones críticas por los evidentes rasgos afeminados del Cristo.
Si buscaban polémica los cofrades, hermanos y las autoridades que aplaudían aplaudían sonrientes y satisfechos su obra, tienen motivos sobrados para ello. Pero si, como debiera ser, el objetivo era atraer a los fieles hacia la conmemoración de un acontecimiento que es la piedra angular angular sobre la que se edifica el sentido de la vida para la humanidad redimida, el lamentable fracaso está garantizado.
Sevilla y su extraordinaria Semana Santa no se merecen esto. Y el nuevo alcalde alcalde popular dudo que sume muchos votos con ello. Con razón Benedicto XVI escribió que esa ideología antinatural formaba parte del «credo del anticristo». Al parecer, los únicos que pueden gozar de la libertad de expresión, opinión, conciencia conciencia y creación artística son los que la utilizan para ofender los sentimientos religiosos de los cristianos. No se trata de ser iconoclastas, sino de exigir respeto.