La Razón (1ª Edición)

Un polémico cartel

- Jorge Fernández Díaz

ElEl tradiciona­l cartel de la Se-mana Se-mana Santa de Sevilla que encarga cada año el Conse-jo Conse-jo de Hermandade­s y Cofra-días Cofra-días de la ciudad hispalense, se ha convertido en un auténtico motivo de disputas y divisiones que trasciende­n a la capital andaluza, para abarcar a Es-paña Es-paña entera, e incluso más allá.

La causa es conocida, con la imagen de un Jesucristo que no evoca para nada el sufrimient­o que ha quedado inmortali-zado inmortali-zado en la Sábana Santa custodiada en la Catedral de Turín, en la que se dibu-jan dibu-jan perfectame­nte los padecimien­tos provocados por la Pasión, en el cuerpo del Hijo unigénito de Dios que, tras ser desclavado y descendido de la Cruz, fue depositado en el sepulcro envuelto en esa sábana, con un sudario en su cabe-za cabe-za perforada por las espinas y su rostro desfigurad­o por los golpes. Allí reposó su cuerpo yacente hasta su Resurrecci­ón gloriosa al tercer día, como proclama-mos proclama-mos en el Credo de nuestra fe.

El creador de este cartel, Salustiano García Cruz, ha narrado que su hijo ha sido el modelo de su inspiració­n artísti-ca artísti-ca y que «le ha resucitado la memoria de un hermano suyo» fallecido a los doce años, cuyo cuerpo su madre le invitó a ver para despedirse de él. Sin duda es una actitud muy humana y merecedora de respeto, pero la cuestión es que el cartel cartel no era para «resucitar la memoria» de Salustiano hacia un hermano suyo, sino para evocar la resurrecci­ón del cuerpo glorioso de Jesucristo, Dios Encarnado. No es precisa mucha imaginació­n para ver muy presente en su obra una lamentable lamentable concesión a la ideología de género y en concreto a la comunidad gay, como recogen tantas opiniones críticas por los evidentes rasgos afeminados del Cristo.

Si buscaban polémica los cofrades, hermanos y las autoridade­s que aplaudían aplaudían sonrientes y satisfecho­s su obra, tienen motivos sobrados para ello. Pero si, como debiera ser, el objetivo era atraer a los fieles hacia la conmemorac­ión de un acontecimi­ento que es la piedra angular angular sobre la que se edifica el sentido de la vida para la humanidad redimida, el lamentable fracaso está garantizad­o.

Sevilla y su extraordin­aria Semana Santa no se merecen esto. Y el nuevo alcalde alcalde popular dudo que sume muchos votos con ello. Con razón Benedicto XVI escribió que esa ideología antinatura­l formaba parte del «credo del anticristo». Al parecer, los únicos que pueden gozar de la libertad de expresión, opinión, conciencia conciencia y creación artística son los que la utilizan para ofender los sentimient­os religiosos de los cristianos. No se trata de ser iconoclast­as, sino de exigir respeto.

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