La Razón (1ª Edición)

«Como una ola»

- Luis Alejandre Luis Alejandre Sintes es general (R).

NoNo solo mi generación, todos estamos en deuda con unos músicos que, durante la Transición, nos dejaron un rico caudal de bellas cancio-nes cancio-nes apoyadas en más que acertadas y sentidas letras. Hoy España puede presumir de que la música llena positivame­nte nuestras vidas, gracias al esfuerzo continuado de conserva-torios, conserva-torios, bandas, temporadas de ópera, sinfóni-cas sinfóni-cas y grupos musicales para todos los gustos, que gozan de especial atención por parte de emisoras de radio y cadenas de televisión.

José Luis Armenteros y Pablo Herrero, aquellos jóvenes de « Nit De Llampecs» de Los Relámpagos, son parte importante de aquella generación. Con el tiempo registra-ron registra-ron mas de 700 melodías, entre ellas, el « Li-bre» Li-bre» de Nino Bravo o el « Libertad sin ira» de Jarcha. Escribiría­n también para una irrepe-tible irrepe-tible Rocío Jurado, «Como una ola». Emocio-nante Emocio-nante aún hoy, volverla a escuchar. De su letra –nunca he sabido si recogida de algún poeta o brotada de su propia sensibilid­ad– extraigo unos paralelism­os.

Como una ola, nació en septiembre de 2019 «Tsunami Democràtic», movimiento apoyado en las redes, autoprocla­mado no violento aunque desobedien­te civil. Median-te Median-te una particular aplicación, coordinaba movilizaci­ones, convocando el mismo 14 de octubre, día en el que se conoció la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba a los responsabl­es del Procés, desde «detener las actividade­s de El Prat », que conllevaro­n la suspensión de 169 vuelos y un coste estimado estimado de 2 millones de pérdidas, hasta el corte de la autopista AP-7 en La Junquera, el bloqueo bloqueo de los accesos a Barcelona o sentadas en las principale­s calles de la Ciudad Condal». Condal». El inmediato 18 de octubre, la Audiencia Audiencia Nacional ordenaba el cierre de su página web e iniciaba, visto el desarrollo violento de las movilizaci­ones, una investigac­ión por posibles delitos de terrorismo. Se trata según la Audiencia «de una organizaci­ón estructura­da estructura­da y jerarquiza­da, cuya intención esencial era subvertir el orden constituci­onal, desestabil­izar desestabil­izar económica y políticame­nte el Estado Estado y alterar gravemente el orden público». A pesar de que el movimiento –la ola– aparecía sin dirigentes ni responsabl­es visibles, la Audiencia Audiencia Nacional tras las informacio­nes obtenidas, obtenidas, procesó a nueve responsabl­es separatist­as separatist­as encabezado­s por Marta Rovira, huida a Suiza desde 2018.

Como cantaría Rocío: «la ola llegó con fuerza desmedida» y «perdimos el timón sin apenas darnos cuenta». Lo del movimiento no violento quedó para los abogados defensores. defensores. Porque como se constató, la violencia estaba perfectame­nte planificad­a, se asumían asumían riesgos, incluso mortales.

No ha sido esta la única ola. Que se lo pregunten pregunten a los que hace diez años iban a asaltar asaltar los cielos. También Rocío entonaría: «bajando «bajando del cielo una estrella en el hueco de mis manos». Hoy su estrella es fugaz, el hueco hueco de sus manos vacío, drenado a través de las grietas de la división y los protagonis­mos, por la demagogia de un populismo desconecta­do desconecta­do de nuestra realidad.

Las olas arrastraro­n y siguen arrastrand­o a parte de nuestra clase política, a nuestro poder judicial, al papel imprescind­ible de la Corona, al CNI, a la Policía, al propio Congreso y a su Presidenta, a pactos y leyes que rozan, cuando no violan gravemente, la inconstitu­cionalidad. inconstitu­cionalidad. Incluso a la Unión Europea, a punto de constatar la venganza de Putin estimuland­o la quiebra de su cohesión.

El Gobierno, el partido y los apoyos que lo sostienen, también han actuado como un «tsumani» arrastrand­o voluntades y opiniones, opiniones, aunque el pasado martes constatase en el Congreso, que el entramado de posibles lealtades es débil. Son los «escapados mar adentro, sin escuchar las voces en el viento» que hacen difícil, prácticame­nte imposible, arreglar el timón de la concordia y orientar nuestra vida con un rumbo seguro. Ya nos lo advertía el clásico: «no hay vientos favorables, favorables, para quien no tiene bien definido el rumbo». Y temo que no sepamos claramente claramente adónde vamos, máxime cuando quien debe definirlo depende de otras voluntades, de otros principios y valores, de odios, alejados alejados de los que nos dimos con rumbo definido definido en la Transición.

Peligra el que nuestra convivenci­a se defina defina por un caprichoso ir y venir de las olas y que «sin apenas darnos cuenta» no solo impidan impidan el gobierno del timón, sino que día a día, noche tras noche, erosionen nuestra alma como pueblo.

Debió intuirlo el letrista de «Como una ola» al ver el martes algunas caras en el Congreso: «pero al mirarte a los ojos, vi una luz de desencanto, desencanto, me avergoncé de mi estrella y llorando llorando me dormí».

Si nos lo proponemos, otra ola de sacrificio, sacrificio, honestidad, cultura del esfuerzo y patriotism­o, patriotism­o, debe llegar a nuestras vidas. Será el día en el que, bien despiertos, todos podamos podamos mirarnos a los ojos sin desencanto­s y sin avergonzar­nos de lo que somos.

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