Romántico y divertido febrero en Lisboa
La capital portuguesa sorprende por el Carnaval de los Villanos
ConCon la llegada del mes de febrero a nuestro calendario dos fe-chas fe-chas resaltan en la mayoría de las agen-das agen-das de los viajeros: la celebración de los carnavales y la de San Valen-tín. Valen-tín. Dos citas. Dos motivos más para hacer la maleta, viajar y des-cubrir des-cubrir mundo. O redescubrirlo, porque puede ser una buena oca-sión oca-sión para ver con otros ojos desti-nos desti-nos ya conocidos. Y es que, mien-tras mien-tras los carnavales evocan destinos como Río de Janeiro, Venecia o Canarias, San Valentín hace pen-sar pen-sar en ciudades de atmósfera ro-mántica, ro-mántica, entre las que se encuen-tran encuen-tran París, Roma o Verona. Lo cierto es que, sea donde sea, febre-ro febre-ro despierta las ganas de viajar.
Por ser hoy el segundo día de este mes, la propuesta no puede ser otra que un destino en el que su carnaval es una de las celebra-ciones celebra-ciones más antiguas de Europa, y en el que si se arroja una moneda a la estatua de su patrón cuenta una leyenda que el amor durará eternamente: Lisboa. Una ciudad vibrante y cautivadora a partes iguales.
Como cada año en la capital de Portugal, el famoso Carnaval de los Villanos (nombre con el que se conoce el carnaval lisboeta) y los diferentes planes para celebrar el día de los enamorados invitan a perderse por las calles laberínti-cas, laberínti-cas, estrechas, empinadas, anti-guas anti-guas y algunas también modernas y exclusivas de esta ciudad portu-guesa portu-guesa en la que resuena el eco emotivo de los fados, una de sus señas de identidad.
Más allá de estas celebraciones, Lisboa tiene un encanto atemporal atemporal y único que la convierte en un destino irresistible en cualquier época del año. Por ejemplo, al recorrer recorrer la ciudad, es inevitable enamorarse enamorarse de su arquitectura pintoresca pintoresca y de sus barrios, cada uno con su propio carácter y atractivo. Una ruta por sus barrios más emblemáticos emblemáticos es ya, por sí sola, un motivo para visitarla.
La urbe de los azulejos
Uno de los más antiguos se encuentra encuentra en el corazón de la urbe, el barrio de Alfama. Este se despliega despliega por las laderas de una colina con una mezcla de calles empedradas, empedradas, casas de colores vibrantes y fachadas adornadas con azulejos, azulejos, uno de los iconos de Lisboa, de hecho, es la ciudad con más azulejos del mundo. A tan solo treinta minutos del mencionado barrio, el Museo Nacional del Azulejo, Azulejo, situado en el antiguo Convento Convento da Madre de Deus, revela la cautivadora historia del arte cerámico, cerámico, fuertemente arraigado en Portugal.
Volviendo a Alfama, este barrio cuenta con algunas paradas esenciales: esenciales: el Castillo de San Jorge; la Sé de Lisboa, su majestuosidad se plasma en la combinación de diferentes diferentes estilos; el Museo del Fado, visita obligada para sumergirse en la tradición musical portuguesa; y el Mirador de Santa Lucía, con una bonita panorámica del río Tajo y unos hermosos jardines en los que siempre es buen momento para pasear. Tras visitar Alfama, lo ideal es ir a La Baixa, el barrio más céntrico, céntrico, donde se encuentran la mayor mayor parte de los comercios. Uno de los puntos más destacados de este barrio es la Avenida de la Libertad, conocida por su arquitectura neoclásica, sus aceras ajardinadas y flanqueada por elegantes boutiques, boutiques, cafés y teatros. Otros lugares de interés son la Plaza de los Restauradores Restauradores y el elevador de Santa Justa, la mejor forma de llegar al
Barrio Alto y el Chiado, la zona más bohemia de la ciudad.
La ruta por los barrios más emblemáticos emblemáticos de Lisboa no estaría completa sin mencionar el barrio de Belém. Aquí es fundamental probar los famosos pasteles de nata en Pastéis de Belém, una pastelería pastelería histórica que lleva horneando horneando estos deliciosos pasteles desde 1837. Después de recargar energías con estos dulces, una buena opción es ir a la Torre de Belém y al Museo Nacional dos
Coches, cuyo interior alberga una de las colecciones de carruajes más importantes del mundo.
En este punto, y como guiño para aquellos viajeros que quieran hacer una escapada por San Valentín Valentín con sus parejas, hay que decir que Lisboa ofrece experiencias experiencias románticas inolvidables. Disfrutar Disfrutar de la serenidad y la panorámica panorámica en Mirador de Gracia en un mágico atardecer; pasear por la calle Rua Garret, que se engalana para celebrar San Valentín y cuyas floristerías son el lugar ideal para comprar un ramo; y embarcarse en un romántico crucero por el Tajo, una travesía encantadora que complementa este idílico escenario. escenario.
Sintra y Cascais, palacios y olas
Si todo lo anterior no le parece motivo suficiente para viajar a Lisboa, una excursión a Sintra y Cascais podría ser la tentación definitiva para una escapada a Portugal. Estas joyas cercanas a la capital lusa son visita obligada para todo viajero y un broche de oro perfecto tras conocer la capital capital portuguesa.
A tan solo unos kilómetros de Lisboa, Sintra se presenta como un lugar mágico, donde los exuberantes exuberantes bosques se mezclan con palacios palacios de cuento de hadas. El Palacio Nacional de Sintra, con sus inconfundibles inconfundibles chimeneas cónicas, y el Palacio da Pena, una obra maestra arquitectónica en lo alto de la colina, colina, son paradas imperdibles. Aquí cautiva la riqueza histórica y los jardines encantados, sin olvidar olvidar el paisaje cultural de Sintra, declarado todo ello como Patrimonio Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Desde Sintra, en tan solo 25 minutos minutos en coche se llega a Cascais, un encantador pueblo costero elegido elegido por la realeza y la nobleza desde finales del siglo XVIII como destino de vacaciones, lo que hizo que empezara a acumular atractivos atractivos turísticos que, junto a su entorno entorno natural, lo convierten en una parada obligada. Destaca de esta población su animado puerto (la marina más grande de la Riviera portuguesa), sus impresionantes vistas al océano Atlántico y sus bonitas calles del casco histórico con casas blancas y decoraciones de azulejos con motivos florales y otros patrones.
Sin duda, una escapada a la capital capital del fado no defraudará a nadie. nadie. Pero para que así sea no es suficiente con verla y recorrerla, hay que sentirla, sumergirse en la armónica sinfonía de colores, sabores sabores y cultura de la ciudad y de sus alrededores.