La Razón (1ª Edición)

Lo del agua es urgente

► A los catalanes que no viven de la política, la sequía les importa más que las ensoñacion­es de los siete magníficos de Waterloo

- Juan Ramón Lucas

JueganJueg­an los políticos con lo del extrarradi­o y hacen chuflas los tertuliano­s con lo de la fachosfera del sanchismo, pero más allá de las ciuda-des ciuda-des donde se decide, y sobre nues-tras nues-tras cabezas, en la atmósfera que sostiene el aire que respiramos, están cambiando las cosas y lo ha-cen ha-cen a peor.

Que se lo digan a los catalanes, piensa Ginés, tanto procés, tanta independen­cia, tanto Puigdemont y tanta amnistía, y sigue sin llover y la situación es de emergencia. El jefe supremo del gobierno inde-pendentist­a inde-pendentist­a ha decretado racionar en casi todo, Barcelona incluida, para no quedarse sin agua pota-ble. pota-ble.

Ginés se apostaría su carné del Atleti a que esto le preocupa más a los catalanes, incluidos los inde-pendentist­as inde-pendentist­as de a pie, la gente que no vive de la política, que las enso-ñaciones enso-ñaciones de los siete magníficos de Waterloo, empeñados en mostrar sin pudor que lo único que les im-porta im-porta es salvar el culo a su líder. Ni siquiera sus ideas o compromiso­s, lo importante es construir a su al-rededor al-rededor un muro impermeabl­e al tiempo y la verdad.

Pero les pasa por detrás y les va a fastidiar el baile la tragedia que vie-ne vie-ne del cielo, reseca el campo y se asienta en las ciudades, que nace en el viento seco que vacía los pan-tanos, pan-tanos, que nos asalta como una plaga silenciosa y obstinada (po-dría (po-dría decir pertinaz, pero hablando de sequía acaso se malinterpr­ete la expresión).

Se diría que nadie actúa, como si no fuera evidente desde hace tiempo que podríamos llegar a mi-rar mi-rar cara cara a este demonio del aire y la tierra secos. Como si no hubiera habido antes sequías de las que debió salir la voluntad po-lítica po-lítica y la acción necesaria para que no nos pillara en otra. Pero, claro, vuelve a llover y el agua se lleva los miedos y las reservas y se nos olvi-da olvi-da que la sequía está ahí y regresa porque es cíclica y frecuente, y más que lo va a ser según se va calen-tando calen-tando el planeta. Se pregunta Gi-nés Gi-nés si no será porque en esto del agua, como en lo que al campo toca, se toman las decisiones en urbanas residencia­s alfombrada­s y se miden sus consecuenc­ias con la regla de las cifras estadístic­as que todo lo resuelven, que a todo se ajustan. No se afina en la calle, no se mira al cielo. Solo los hombres y las mujeres que cada mañana lo hacen porque les va la vida en ello saben lo que es verlo vacío.

Las asegurador­as agrarias revelan revelan que el año pasado tuvieron que pagar más de 800 millones de euros por culpa de la climatolog­ía adversa. adversa. Sequía, inundacion­es, granizo… granizo… todo eso que antes tenía su tiempo y venía en plazos largos, y ahora arrasa cuando menos te lo esperas.

Dicen los agricultor­es que el que acabamos de despedir ha sido el peor año de la historia del campo desde que se hacen estadístic­as en él. La emergencia en Cataluña, como lo que puede venir en Andalucía, Andalucía, donde Moreno Bonilla avisa que si no llueve pronto en primavera primavera habrá que llevar el agua en camiones a Málaga, Córdoba y Cádiz, Cádiz, nos hacen a todos parte de una representa­ción trágica que hasta ahora tenía como escenario el campo y su público eran los agricultor­es. agricultor­es.

La sequía es un depredador potente potente e imparable que ya está devorando devorando lo que nos alimenta sin que nadie se lo tome suficiente­mente en serio para ponerle freno o sin que queramos o sepamos enterarnos enterarnos más que cuando escuchamos en las calles el ruido de la furia del campo o cuando la tierra cuarteada nos eleva al cielo los ojos como hacen hacen ellos a diario.

De Santa Bárbara nos acordamos cuando llueve, de Santa Agua cuando cuando empiezan a bajar los pantanos hasta desnudar sus fondos. ahora estamos todos midiendo su escasez. escasez. Ya no solo el campo. Pero los agricultor­es llevan años sufriendo su ausencia y además el lastre de las subidas de costes, y la caída de renta renta y a menudo el desdén y el olvido de lo legislador­es cuando no la mirada mirada inclemente desde una sociedad sociedad que se sirve de ellos pero no los tiene en cuenta o los desprecia.

Le parece curioso a Ginés, quizá el quiebro de un destino afecto al juego –aunque él no cree mucho en esas cosas– que la alarma nacional nacional por la sequía viaje paralela al furor europeo de los agricultor­es, o campesinos si uno quiere mantener mantener la voz paternalis­ta: que en la tele se vean las noticias de la sequía y después las protestas del campo. Es ya tradición su queja como lo es la sordera de la ciudad, la lúcida verdad de la naturaleza frente a la relajada desatenció­n de los humanos. humanos. Pero esta vez, si somos capaces de superponer realidades que contemplam­os contemplam­os separadas, quizá empecemos empecemos a entender de verdad de qué va todo esto.

Y va de saber dónde estamos, qué hacemos y de qué vivimos. Va de poner en valor el campo, de ser consciente­s de que si se muere se nos cierra la despensa y de que si todos juntos no exigimos que se priorice el agua como cuestión estratégic­a estratégic­a de Estado, como eje de un gran pacto nacional o supranacio­nal supranacio­nal que nos prepare para lo que viene seguiremos perdiendo tiempo tiempo y energía mientras nos desgastamo­s desgastamo­s en debates que no solucionan solucionan los problemas reales.

¿Necesarios? Pudiera ser. Pero no tan urgentes como el del aguas.

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PLATÓN
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