Colombia: cautela y esperanza
► La nostalgia del auge de los toros en el país andino sobrevive en el oasis manizalita, que se erige como fortaleza desde la que se proyecta un futuro precavido pero optimista
LaLa actualidad taurina en Colombia dista mu-cho mu-cho de lo que fue en los años del auge de César Rincón, cuando los festejos se multiplicaban por toda la nacióncon entradas que reven-taban reven-taban la taquilla un día tras otro.
Eran los tiempos de las “Améri-cas”, “Améri-cas”, cuando los toreros extranje-ros extranje-ros abandonaban el país con los bolsillos llenos de dólares y el propio maestro colombiano se paseaba en un coche de bombe-ros bombe-ros por el centro de la capital es-cuchando es-cuchando los vítores de todos sus compatriotas orgullosos. Sin cuestionamientos.
Ahora, desde hace no pocos años, cuesta Dios y ayuda meter la gente en las pocas plazas que se atreven a desafiar las administra-ciones administra-ciones claramente populistas, cuando no animalistas, huérfanos de una figura que realmente tire de un público al que, cada año, le es más costoso ir a un espectáculo claramente elitista en el país. Eso, sin contar con que la asfixia impositiva impositiva hace mucho más cuesta arriba arriba la labor del empresario, que en promedio tiene que sufragar cerca del 50% de cada entrada en impuestos impuestos y, con el restante, hacerse cargo de los costes de organización, organización, logísticos y de administración. administración. Una verdadera odisea.
En esa tesitura, emerge Manizales, Manizales, una plaza que es modélica en muchos aspectos, pues trabaja trabaja y defiende su feria desde el mismo mismo momento en que termina la anterior. Sin ir más lejos, durante los días sábado y domingo, cuando cuando se celebraron las últimas corridas corridas de la 69ª Feria del Café, había colas interminables en las taquillas adquiriendo los abonos completos de la próxima edición del ciclo en 2025, sin siquiera conocer conocer toreros ni ganaderías anunciadas. anunciadas. En esta ciudad se sigue respirando toro en cada esquina. Incluso, los que no gustan de la cultura taurina, defienden su celebración, celebración, pues no solo la reconocen reconocen como motor económico sino que también son sabedores de su fin benéfico y social.
Por eso, hasta en días de novillada, novillada, los tendidos de cerca de 15 mil espectadores se ven cubiertos por aficionados en tres cuartas partes. Con una característica adicional: el tendido joven más grande del mundo, habitado por más de mil cuatrocientos menores menores de 25 años, que adquieren su abono en el mejor tendido de la plaza con un 50% de descuento. Además, su actividad en promoción promoción de la tauromaquia se extiende extiende de manera notable durante todo el año. Ejemplar.
Por eso, Manizales se erige como bastión taurino de Colombia Colombia y los éxitos de los toreros aquí tienen un alcance internacional. Este año el gran triunfador ha sido Daniel Luque, quien hizo pleno de orejas en la corrida de Juan Bernardo Caicedo, cuando se midió midió cara a cara con el torero colombiano colombiano de mayor proyección
La recuperación taurina de Colombia pasa por el esfuerzo de todos los actores, sin excepciones
en la actualidad: Juan de Castilla, que también cortó cuatro orejas y demostró que está preparado para dar la cara ante las más encopetadas encopetadas figuras del toreo mundial mundial y en cualquier plaza.
Por el ruedo manizalita desfilaron desfilaron un soberbio Roca Rey, un inspirado Alejandro Talavante, un entregado Cayetano, el maduro maduro Luis Bolívar, la elegancia de Tomás Rufo, la expresión libre de Antonio Ferrera, una versión mejorada mejorada de Román, la solidez de Emilio de Justo, la novedad, representada representada por David Galván, que conquistó esta plaza, el oficio de Rubén Pinar y la apuesta local, personificada en José Arcila y Juan Sebastián Hernández. No hubo uno que no pusiera todo su esfuerzo en la arena y si no resultó resultó un ciclo aún más triunfal, fue por la falta de raza generalizada en la cabaña brava nacional.
Y aunque Cali lleva un tiempo tratando de reconducir su camino, esta temporada se vieron brotes verdes. Si bien el ciclo no presentó una cartelería suficientemente potente para atraer la atención de todos, es verdad que los Talavante, De Justo, Bolívar, Ferrera, Castilla, Román, Escribano, Adame y Castrillón Castrillón se dejaron la piel en el intento intento por dejar un gran espectáculo espectáculo en la arena y el público respondió, de forma tímida pero suficiente, para pensar que, con trabajo y apuesta, Cañaveralejo puede recuperar su esplendor. El punto gris ha sido la justa presentación presentación del ganado. Sin embargo, se agradeció que los hierros elegidos elegidos fueran los “santacolomas” de Vistahermosa y Salento, así como los “contreras” de Mondoñedo, normalmente relegados a plazas de menor entidad.
Plazas que, por cierto, resisten en el interior del país y que, usualmente, usualmente, se ven repletas de un público público que se niega a ceder al totalitarismo totalitarismo animalista. Sincelejo, Villapinzón y Lenguazaque, entre otras, son buenos ejemplos.
Además, el trabajo articulado (¡por fin!) que el sector está haciendo, haciendo, con senadores y congresistas congresistas implicados en la defensa de la fiesta, animado por el inminente inminente regreso, este 2024, de los festejos a Bogotá, invita al optimismo.