La Razón (1ª Edición)

Aconcagua, femenino plural

► Una expedición femenina española hace cima en el techo de América para reivindica­r el papel de la mujer en la montaña

- Ricardo Coarasa.

FernandoFe­rnando Garrido pasó 62 días en la cima del Aconcagua (6.961 me-tros), me-tros), establecie­ndo en 1986 un insólito récord mundial de permanenci­a en altura. Pocos como el himalayist­a aragonés conocen tan bien esta montaña, la más alta de América, y a la que en todo el planeta solo miran desde arriba las grandes cimas del Hima-laya Hima-laya y el Karakórum. Y en el diario de esa experienci­a al límite, avisó: «Al Aconcagua hay que tenerle mu-cho mu-cho respeto, porque se puede enfa-dar». enfa-dar». Hablaba, claro, de los fuertes vientos, de la dura climatolog­ía y de las inoportuna­s visitas de la «puna», el mal de altura que presiona las sienes y encoge los pulmones. Desde Desde esa ya lejana primera ascensión de 1897 del escalador suizo Matthias Zurbriggen, más de 160 personas se han dejado la vida en el coloso americano. americano. Las últimas, hace solo unos días. No es, desde luego, una montaña montaña para tomársela a broma.

Ninguna de ellas lo hizo. Para todas todas era probableme­nte un sueño inalcanzab­le, como todos los sueños sueños que no se dejan de soñar. Hasta que un buen día pensaron que era posible. Y lo hicieron realidad. «Aconcagua en femenino», el proyecto proyecto del club jaqués Montañeras Adebán se puso en marcha. Poco importaba que la mayoría ya hubiese hubiese cumplido el medio siglo. ¿Qué son unas cuantas hojas de más arrancadas del calendario?

A Amelia Bella, Elena Elipe, Carmen Carmen González Meneses, Elena Julián, Julián, Ana Bravo, Astrid García, Cristina Cristina Izquierdo, Maite Pariente y Laura Hernández las unía, sobre todo, su amor por la montaña y la necesidad de reivindica­r el espacio de la mujer en un mundo mayoritari­amente mayoritari­amente de hombres. No eran ningunas ningunas ilusas. Casi todas tenían a sus espaldas algún seis mil. Pero había que prepararse y lo hicieron a conciencia conciencia durante meses, acumulando acumulando metros de desnivel en sus piernas cada fin de semana. El Aconcagua impregnaba ya sus vidas. «A la montaña montaña hay que tenerle respeto, sea cual sea su altitud, e ir preparados. Es un entorno agreste. En el Aconcagua Aconcagua la vida no está garantizad­a y hay que tener mucha cabeza. Teníamos Teníamos claro que si había que renunciar, renunciar, se renunciaba», explica a LA RAZÓN Astrid García, presidenta de Adebán.

Cada una tenía sus metas. La zaragozana zaragozana Amelia Bella, la más veterana veterana del grupo con 74 años –que viajó acompañada de sus hijos,

«Las mujeres también tenemos un sitio en la montaña y, además, a cualquier edad», afirma Astrid García

Rubén y Miguel–, superar los seis mil metros de altura. Ninguna quería quería renunciar a la cima, pero el objetivo objetivo era que un banderín de Adebán Adebán ondease en la cumbre del Aconcagua. Por todas y cada una de ellas, al margen de quien lo consiguier­a consiguier­a finalmente. Y así se lo fueron fueron pasando una a otra a medida que las fuerzas escaseaban y las adversidad­es salían al paso.

Acompañada­s de la himalayist­a aragonesa Marta Alejandre (Dhaulagiri (Dhaulagiri y Gasherbrum I en 2008 y 2009, respectiva­mente) llegaron a Plaza de Mulas (4.200 metros), su campo base, el 8 de enero. «Lo principal era aclimatarn­os, para estar bien el día de cima», explica Astrid. Pero pronto pronto empezaron los contratiem­pos. Una inoportuna lumbalgia dejó sin opciones a una de las expedicion­arias expedicion­arias y su compañera de cordada renunció a su sueño por no dejar sola a su amiga. Quedaban siete.

Alcanzado el campamento dos, a seis mil metros, Amelia, la veterana veterana del grupo, desistió, aunque al día siguiente aún tuvo el suficiente tesón tesón para continuar hasta los 6.300 metros. A sus 74 años la vida le regaló regaló un amanecer inolvidabl­e que pudo disfrutar junto a uno de sus hijos. «Veía que el equipo iba reduciéndo­se reduciéndo­se y estaba preocupada», reconoce Astrid.

Había que seguir. Tocaba encarar una de las zonas más expuestas, la travesía, una media ladera de piedra piedra descompues­ta. Los síntomas de congelació­n en los pies doblegaron doblegaron a Amelia, la benjamina del grupo. Ya en la formación rocosa de El Dedo, dos montañeras más decidieron darse la vuelta.

«Al llegar a la Cueva empezó a dar el sol y cargamos energía. Quedaban Quedaban los últimos 300 metros y no había había quien los subiera. Fueron los 300 metros del sufrimient­o», recuerda Astrid. Los bloques de piedra se desprendía­n desprendía­n a su paso. «Sentías que te faltaba el oxígeno, pero nuestra determinac­ión determinac­ión era grande». Tocaba subir «con el corazón».

A la una del mediodía del 19 de enero, dos horas antes de la hora límite que se habían fijado, Ana Bravo, Maite Pariente y Astrid García, García, junto a su inseparabl­e Marta Alejandre, llegaron a la cima tras once horas de esfuerzo.

«El mundo de la montaña es muy masculino. Estábamos ahí demostrand­o demostrand­o que las mujeres también tenemos un sitio en la montaña y, además, a cualquier edad», hace hincapié Astrid. «Lo que queremos transmitir –enfatiza – es que las mujeres mujeres vayan a la montaña, porque es una fuente de salud inagotable».

 ?? MONTAÑERAS ADEBÁN ?? La himalayist­a Marta Alejandre y las montañeras de Adebán Ana Bravo, Astrid García y Maite Pariente (de izda a dcha.), en la cima del Aconcagua
MONTAÑERAS ADEBÁN La himalayist­a Marta Alejandre y las montañeras de Adebán Ana Bravo, Astrid García y Maite Pariente (de izda a dcha.), en la cima del Aconcagua
 ?? ?? La expedición femenina española, con el Aconcagua a sus espaldas
La expedición femenina española, con el Aconcagua a sus espaldas

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain