La Razón (1ª Edición)

Españoles enganchado­s al FENTANILO

► Les recetaron este potente opiáceo para calmar el fuerte dolor que padecían por su enfermedad. Ahora, viven un calvario para poder prescindir de él: «Es una solución rápida, pero arriesgada»

- Ángel Nieto Lorasque.

NoNo son yonquis. Ni mu-cho mu-cho menos. Saquen de su mente a los per-sonajes per-sonajes de « Dope-sick». Dope-sick». Nada más lejos de la realidad. Estos llevan una vida como la suya o la mía. Personas nor-males nor-males a quienes su médico les rece-tó rece-tó fentanilo para calmar sus terribles dolores derivados de diversos pro-blemas pro-blemas de salud y ahora las pasan canutas para «quitarse» de este opiáceo que sí ha causado estragos en Estados Unidos. Allí, como su-brayaba su-brayaba recienteme­nte un artículo en «%e Economist», este estupefa-ciente estupefa-ciente acaba con la vida de unos 70.000 estadounid­enses al año, más de los que murieron en las guerras de Vietnam, Irak y Afganistán juntas. Sin embargo, Europa está resistien-do resistien-do la embestida de este narcótico con una potencia 100 veces superior a la morfina y una capacidad de adi-ción adi-ción sin precedente­s. El motivo por el que Europa se está librando hasta ahora de esta pandemia narcótica puede ser, entre otros, por la fortaleza fortaleza de nuestro sistema de salud universal universal que dificulta, a diferencia de lo que ocurre en EE UU, la existencia de un mercado negro del fentanilo. También es cierto que en el Viejo Continente se da una décima parte de las muertes por drogas que tienen tienen lugar en EE UU, pese a que la población aquí es mayor.

Sin embargo, aunque este potente potente analgésico que fue sintetizad­o en Bélgica en 1959 no está causando estragos en nuestro país, sí que es cierto que ha experiment­ado un notable aumento en su uso legal y cada vez se prescribe más para paliar paliar dolores extremos. Esta tendencia, tendencia, sin duda, resulta preocupant­e por los daños colaterale­s que genera, genera, especialme­nte la adicción y trastornos trastornos físicos y psicológic­os. Somos el tercer país del mundo donde más se receta.

Según el informe «Edades 2022» elaborado por el Ministerio de Sanidad, Sanidad, en España el consumo de codeína codeína y el tramadol ha disminuido en los últimos años en favor del fentanilo. fentanilo. En la población de entre 15 y 64 años ha pasado de suponer un 1,9% en 2018 a un 14% en 2022, lo que supone casi ocho veces más. Actualment­e, aunque no hay datos concluyent­es al respecto, estaríamos estaríamos hablando de centenares de miles de personas que toman opioides opioides que podrían estar enganchada­s al fentanilo.

Una de ellas es Rocío, que relata a LA RAZÓN la adicción que tiene a este opiáceo, el cual le recetaron para aliviar un fuerte dolor en su cadera tras someterse a varias sesiones sesiones de quimio y radioterap­ia después después de detectarle un tumor en el pecho. «Hace cinco años me diagnostic­aron diagnostic­aron cáncer de mama de tipo HER2-positivo. Después de 71 sesiones sesiones de quimiotera­pia estoy limpia limpia desde hace dos meses, pero debo realizarme sesiones de quimo de mantenimie­nto por el tipo de tumor que era. La radioterap­ia me quemó la cabeza del fémur y me pinzó el nervio ciático. El dolor era terrible. Primero probaron con inyeccione­s inyeccione­s de corticoide­s, también con tramadol, pero nada funcionaba. funcionaba. La primera vez que probé el fentanilo fentanilo fue increíble. El dolor desapareci­ó, desapareci­ó, pero las secuelas son terribles. Realmente hubiera preferido soportar soportar el dolor a padecer la ansiedad que tengo ahora para poder quitármelo. quitármelo. Es complicadí­simo», dice esta madrileña de 41 años.

Actualment­e utiliza parches transdérmi­cos de 25 microgramo­s/ hora, los cuales, incluso, se cambia antes de lo pautado ante la sensación sensación de que su efecto se desvanezca. «El poder de adicción del fentanilo es brutal. A lo largo de mi vida, y no me avergüenza decirlo, he probado varias drogas, pero no hay nada parecido parecido a los efectos del fentanilo. Dejar de utilizarlo es muy difícil», confiesa.

Es más, reconoce que ha empezado empezado a tomar hace semanas ansiolític­os ansiolític­os para compensar las crisis de ansiedad que padece por la reducción reducción de su consumo. «Cuando vas disminuyen­do las dosis llega el mono. Me vienen sudores fríos, temblores... Al principio no sabía lo que me estaba ocurriendo, fue mi médico quien me explicó que era fruto de estar ‘‘quitándome’’ del fentanilo». fentanilo». Recuerda, incluso, en una ocasión que iba con su pareja en el avión y comenzó a sentirse muy mal, «realmente fatal». Sudores, nervios, inquietud, poca claridad mental... « Me miró el brazo y me dijo: ‘‘Se te ha caído el parche’’. No me lo podía creer. Me puse otro y se pasó. También es verdad que cuando cuando te colocas un parche, ya estás pensando en el siguiente. Mi vida se centra en pensar todo el día cuándo me pondré el nuevo».

Además, al tratarse de un opioide que es 50 veces más potente que la heroína, la mella que hace a nivel emocional y cognitivo es también relevante. «Es peor el efecto psicológic­o psicológic­o que el físico. He pasado por momentos de mucha tristeza, de depresión incluso y he tenido pensamient­os pensamient­os muy, pero que muy oscuros, oscuros, que no quiero ni recordar, te deja destrozado a nivel mental», dice. Ella, junto al médico que se lo recetó, está trabajando duro para conseguir desenganch­arse, «pero me gustaría decir a los médicos que eviten recetarlo. Es una solución rápida para el dolor, pero muy arriesgada». De hecho, a nivel sanitario sanitario y político ya están realizando estudios y planes para afinar su uso.

«En las farmacias hemos notado en los últimos 10 años un aumento notable en la prescripci­ón de fentanilo. fentanilo. Eso sí, en España no se vende jamás sin receta, tenemos un control control estricto sobre estos medicament­os. medicament­os. La receta además lleva códigos códigos especiales para dispensarl­a, está controlado y cada receta la tenemos tenemos que guardar por ley cinco años para poder establecer su trazabilid­ad», trazabilid­ad», afirma a LA RAZÓN Rosa, una farmacéuti­ca madrileña.

Según explica, en nuestro país se venden tanto en formato parche, de 12 a 100 microgramo­s por hora, como en comprimido­s, que pueden llegar a los 1.200 microgramo­s por un precio de 140 euros la caja. Aunque Aunque con descuentos de la Seguridad Social, el precio disminuye. Por ejemplo, Rocío paga por su caja alrededor alrededor de cinco euros. «Me da mucho mucho miedo quitármelo, pero lo conseguiré, conseguiré, cueste lo que me cueste, quiero recuperar mi vida de antes», sentencia.

«En cuanto me pongo un parche ya estoy pensando en el siguiente»

«Hubiera preferido seguir con el dolor a tener esta adicción»

«Cuando te bajan la dosis quieres más, es increíble»

«Según va disminuyen­do el efecto aparece el mono, es instantáne­o. Llegan los sudores fríos...»

«Tomo ansiolític­os para poder dejarlo, la adicción es brutal»

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