La Razón (1ª Edición)

Jimmy Barnatán: «Cuantas más críticas oigo sobre Michael Jackson, más escucho su música»

El artista nacido en Madrid, aunque se siente santanderi­no y neoyorquin­o, compagina la música, la interpreta­ción y la escritura y vive en una gira casi permanente

- Javier Menéndez Flores.

JimmyJimmy Barnatán canta, toca el piano, compone, escri-be escri-be libros, y todo lo hace de notable alto para arriba. Eligió el arte, o el arte lo eligió a él, y vive satisfecho a la in-temperie, in-temperie, porque sarna con gusto es un placer. De las diferentes dis-ciplinas dis-ciplinas que desarrolla, la música es la que llena la nevera y paga la luz. Y así su vida es un directo, una sucesión de bares: « Mi vida es una sucesión de bares, sí. Pero también de películas, de libros y de viven-cias. viven-cias. Vivo con pasión desmedida, tal vez demasiada. Además, como tengo una cabeza que va a no sé cuántas miles de revolucion­es por minuto, a todo le quiero sacar un sentido artístico. Soy un tío de poco matiz y hay veces en que está mejor vivir en el monótono mun-do mun-do gris, y yo, lamentable­mente, no puedo. He tenido la suerte de venir de una familia como la mía, hijo de escritores, como bien sabes, y estar siempre rodeado de intelec-tuales, intelec-tuales, periodista­s, artistas plásti-cos, plásti-cos, actores, poetas, músicos, di-rectores di-rectores de cine, galeristas… Entonces –prosigue–, el chaval ingeniero ingeniero de caminos, y mira que me gusta la arquitectu­ra, no tenía pinta pinta de salir. Cuando piso el escenario escenario siempre digo “qué lástima de notario que se ha perdido España”. Pero va en el ADN, en la sangre. Un cóctel explosivo repleto de mezclas, mezclas, de celuloide y de notas musicales». musicales». Aunque Jimmy nació en Madrid, su infancia también transcurri­ó transcurri­ó entre Santander, de donde es su madre, y Nueva York, donde vivía su abuela paterna. «Lo de que soy madrileño de nacimiento lo dicen las malas lenguas –apunta con ironía–.

Yo me siento santanderi­no y neoyorquin­o. Siempre le he dado mucha importanci­a a las ciudades que habito. Y aunque es verdad que, por tiempo, he vivido mucho más en Madrid, los momentos más felices de mi vida han tenido lugar en Santander y Nueva York. Son los lugares a los que siempre vuelvo, constantem­ente. No sólo en la vida real, sino en los sueños y en la soledad soledad de la noche, en el silencio del desvelo. ¿Son mis dos territorio­s míticos? –repite la pregunta–. Sí, desde luego. Imagino que todo tiene que ver con la infancia y con las abuelas. Mi abuela paterna, Noemí, vivía en Nueva York, y mi

«Siempre me he movido dentro de unos márgenes muy poco “mainstream”, muy de verdad»

«Woody Allen me cae de cojones, siempre me ha gustado. Es un referente cinematogr­áfico»

abuela Marichu en Santander. Y siempre las he adorado a las dos y recibí un cariño especial de ellas». ¿Y qué pasa con Madrid? «Obviamente, «Obviamente, me encanta Madrid. Después Después de Nueva York es la ciudad más divertida que existe. Desde luego, en Europa no tiene rival. Tengo una relación como de pareja pareja con las ciudades, y Madrid tiene siempre el abrazo. Es una farmacia abierta las 24 horas. Nueva York tiene la pasión de lo finito. Y en Santander disfruto mucho de la ‘‘vita lenta’’».

La cancelació­n de la barbarie

Tiene Jimmy varios discos publicados publicados como solista y también con la banda (e Cocooners. Su último trabajo, « El americano», es del año pasado, y es el único disco en español español de su producción. «Siempre me he movido dentro de unos márgenes márgenes muy poco “mainstream”, muy de raíz, muy de verdad. Pasar del inglés al español sí ha supuesto un salto, pero sentía la necesidad de ponerles música a unos poemas y cantarlos. Pero sigo manteniend­o manteniend­o que el idioma natural del blues es el inglés, por 25 razones que todos todos conocemos». Las influencia­s de Jimmy son múltiples: «Toda la música americana, desde el blues más primitivo hasta el hip hop más rabioso de Eminem. Soy muy melómano melómano y me gusta bucear en distintos distintos lugares. Pero la música de raíz yanqui es la que siempre me ha gustado. De crío, mi primer ídolo ídolo era Michael Jackson, que ha sido

el gran “entertainm­ent” que ha tenido y que va a tener la humanidad. humanidad. Se inventó realmente el pop, por encima de los Beatles. Y me gustaban mucho James Brown y Jim Morrison y los Doors, y Elvis. Aunque en este momento estoy un poco vacío de ídolos».

A propósito de Michael Jackson, Jimmy Barnatán no cree en otra cancelació­n que en la de la barbarie barbarie y la estupidez: «Todo esto te muestra un poco cómo es la sociedad sociedad de caníbal. Sin pruebas, porque porque no había pruebas, resultó absuelto de todo. Se lo intentaron cargar en vida, y ya muerto continúan continúan queriéndos­elo cargar. Es bochornoso. Pero a mí me la pela. No me disturba lo más mínimo. Subo el volumen, pongo más canciones, canciones, y ya. Cuantas más críticas escucho sobre Michael Jackson, más escucho su música. ¿Cultura de la cancelació­n? Yo estoy en un punto en el que me sigue cayendo bien la misma gente, y lo mismo me pasa con los que me caen mal. A mí Woody Allen me cae de cojones, cojones, siempre me ha gustado. Es un referente cinematogr­áfico indudable indudable para el que le guste el cine». Hijo del poeta y crítico literario Marcos Ricardo Barnatán y de la periodista y escritora Rosa Pereda, ha publicado cuatro novelas, un poemario y una obra teatral. ¿Le tiene especial respeto al mundo de las letras? «Sí, es verdad que al mundo de las letras le tengo cierto respeto –concede–. Y no es que le falte al respeto al mundo de la música música o al de la interpreta­ción, Dios me libre, pero hay algo con la literatura literatura que sí que… ¡guau! Me pone en otro lugar. Y cada vez que veo un libro mío no sé si soy feliz de otra manera, más adulta. Digamos que en ese estante de la estantería en el que va quedar lo que uno ha sido, ver uno de mis libros me hace sentirme orgulloso. Me tengo que pellizcar, sí, tío. Cuando tocas el artefacto, lo abres, lo palpas, hueles hueles el papel… Tiene una cosa de posteridad que con la música se nos ha visto arrebatada –se lamenta– lamenta– por todo este embudo de pato con lo digital. Los vinilos, con su cuaderno, tenían otra cosa. Había una liturgia que se ha perdido por la inmediatez de la actualidad y la contempora­neidad».

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Jimmy siempre ha mostrado una gran admiración por las artes escénicas
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JESÚS G. FERIA

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