La Razón (1ª Edición)

Pinchazo en Galicia, o no

- Jorge Vilches

EnEn Galicia se juega este domingo la estabili-dad estabili-dad de España. El san-chismo san-chismo está apostan-do apostan-do por la victoria del BNG. Al PSOE no le importaría, incluso, que fuera por mayoría absoluta porque los nacionalis­tas galle-gos galle-gos son sus aliados en la confor-mación confor-mación de un bloque hegemó-nico hegemó-nico contra la derecha y la Constituci­ón. De hecho, el BNG es el partido hermano de dos de sus socios: Bildu y ERC.

Si Pontón gobierna en Galicia, y Otegi en el País Vasco tras las elecciones de este año, estará el armazón completo para la tran-sición tran-sición del sistema del 78 al abis-mo abis-mo de la autodeterm­inación. No olvidemos que Navarra ya es suya, y Cataluña, aunque gane el PSC, estará en disposició­n para dar el salto. Con esas cuatro autonomías alineadas Sánchez dirá que ha cambiado de opi-nión opi-nión en cuanto al «derecho a decidir», como ya hizo con los indultos y la amnistía.

El crecimient­o del BNG en los centros urbanos y en el segmen-to segmen-to electoral de 18 a 24 años mi-metiza mi-metiza a esta formación con Bildu y ERC, que se presentan como identitari­as y revolucion­a-rias, revolucion­a-rias, de protección de la tribu, y victimista­s hasta el empalago. En Galicia, a diferencia del País Vasco y Cataluña, el nacionalis-mo nacionalis-mo está unido en un solo parti-do, parti-do, lo que beneficia a Pontón. Además, el único partido que ha hablado contra Pontón ha sido el PP, porque el PSOE ha hecho campaña por el BNG, Sumar no pinta nada, y Vox se ha dedicado a atacar a Feijóo y Rueda.

La campaña sanchista, por lo demás, ha sido patética. Se afe-rró afe-rró primero al vertido de pélets para reavivar la memoria del Prestige y del Nunca Mais, pero fue un error. Al PP le bastó con recordar que en aquel entonces los socialista­s echaron la culpa al Gobierno central, de Rajoy, y que ahora el PSOE, en lugar de mirar a Moncloa, a Sánchez, responsabi­liza al ejecutivo autonómico. autonómico. No solo eso. Aquellas mareas y su impulso mediático consiguier­on la victoria por la mínima en 2005, se formó un gobierno de coalición del PSdeG PSdeG con el Bloque, y Galicia fue un desastre.

Visto que el candidato del PSdeG PSdeG no da para más, el sanchismo sanchismo vio su oportunida­d en promociona­r promociona­r al BNG. Quizá sea la estrategia más inmoral de la historia historia de la España democrátic­a. Es posible que en el País Vasco hagan lo mismo: apoyar a Bildu para que desaloje al PNV del poder. poder. Quizá ya lo están haciendo con el blanqueami­ento de ETA, su inclusión en la Ley de Memoria Memoria Democrátic­a como luchadores luchadores por la libertad, y la permisivid­ad permisivid­ad con los homenajes a los asesinos de la banda. No nos asombremos si dentro de unos meses el PSE y sus terminales mediáticas hacen lo mismo con el candidato de Bildu.

El PP no ha sorprendid­o. Su llamamient­o al voto útil es lógico lógico y legítimo. Lo contrario, apelar apelar a la inutilidad y a que se confíe confíe en otros partidos, es de tontos o de retorcidos. Pero hay que reconocer que los populares están sudando tinta. Si no llegan a 38 diputados se acabó aunque Democracia Ourensana saque uno. Sánchez compra siempre mucho más caro, y habrá sondeado sondeado a ese partido para saber cuánto cuesta su voto. El problema problema para el PP será muy grave, grave, y empezará con la pregunta: ¿Es Feijóo el elegido, el líder adecuado, el hombre que lleve al PP a la Moncloa?

Pero también habrá muchos problemas para Vox. Es legítimo ser el Pepito Grillo de la “verdadera “verdadera derecha”, pero una vida dedicada dedicada a atacar al PP no tiene sentido. Sus campañas comienzan comienzan y terminan con críticas a los populares. No importa la temática, temática, la localidad o la persona, siempre es lo mismo: PP, mal. Su fervor antipopula­r es tan grande que ya ni se acuerdan de que gobierna Sánchez, o de que sus aliados son los independen­tistas. independen­tistas. Si este domingo sale otra «coalición de progreso» en Galicia, Galicia, Abascal debería retirarse a reflexiona­r.

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