La Razón (1ª Edición)

La puntilla de Stone al ocaso de la energía nuclear

- Sergi Sol Sergi Sol es periodista.

CadaCada vez son más las voces que ponen en tela de juicio el fin de la energía nuclear y que se atre-ven atre-ven a defender, sin tapujos, que la energía nuclear –junto a las renovables– no es el problema si no la solu-ción solu-ción para combatir el cambio climático. Cla-ro Cla-ro que no es una cuestión pacífica. Y el po-tencial po-tencial peligro de la energía nuclear sigue pesando como una losa.

Tanto es así que la energía nuclear tiene oficialmen­te los días contados en España. Para inicios de los años treinta se contempla el cierre de todas las centrales nucleares. Todas. Sin que, por otra parte, se abrigue alguna remota posibilida­d de que se pueda afrontar ese reto sin perpetuar el uso de los com-bustibles com-bustibles fósiles. L-o que tiene mucho de surrealist­a. ¿Pero lo realmente urgente no es aco-tar aco-tar a la mínima expresión los combustibl­es fósiles? Enton-ces Enton-ces ¿no es una paradoja la ur-gencia ur-gencia por cerrar unas centra-les centra-les que generan una inmensa cantidad de electricid­ad sin emitir CO2?

Los causantes del CO2 son carbón, petróleo y gas en este orden según el perjuicio que generan en el medio ambien-te ambien-te y que, claro está, aceleran el calentamie­nto global. Porque esa y no otra es hoy por hoy la emergencia medioambie­ntal del planeta. Si eso sin lugar a dudas es así, todo esfuerzo debe acometerse teniendo esa prioridad. Más cuando el par-que par-que de renovables no da para satisfacer la demanda presente. Ni la prevista en un fu-turo. fu-turo.

El terrible accidente de Chernobyl pareció sentenciar el uso de la energía nuclear como fuente de generación de electricid­ad para abastecer las necesidade­s crecientes de la humanidad. Por lo menos en la Europa Oc-cidental Oc-cidental con la sonada excepción de Francia. Pero la irrupción de la ecoansieda­d a escala Occidental –incluso ya se diagnostic­a como una suerte de enfermedad– ha puesto patas arriba todo aquello que se considerab­a como un relato plenamente asentado. Con excep-ciones, excep-ciones, claro está. Pero habiendo sentado cátedra desde hace décadas. Incluso abru-madorament­e. abru-madorament­e. Hoy aumentan las dudas. Liquidar la energía lleva años siendo un presupuest­o presupuest­o ampliament­e compartido. A menudo menudo con datos objetivame­nte demoledore­s, aunque también como dogma mientras, por otra parte, se ha convivido con esas centrales nucleares que en algunas latitudes –por ejemplo, Cataluña– eran y son la principal fuente energética, con permiso de los combustibl­es combustibl­es fósiles. La alarma antinuclea­r contrasta contrasta además con el nivel de vida de que han disfrutado los pueblos que albergan centrales centrales nucleares. Y sus alrededore­s. Comarcas enteras. Sólo hay que conocer el caso de Ascó y, en menor medida, la comarca de la Ribera Ribera del Ebro. El ayuntamien­to de Ascó incluso reparte generosos cheques entre sus vecinos para gastar en los comercios locales. Insólito. En fin, lo que temen ahora los vecinos no es que no se prorrogue la vida de sus dos centrales. centrales. Lo que de verdad les quita el sueño son las dudas que genera su cierre. ¿De qué van a vivir? Es la pregunta que muchos se hacen pese a los anuncios públicos para socorrer socorrer a todos los pueblos y vecinos afectados afectados que van a ver cómo se desvanece ante sus ojos su principal (con mucho) fuente de ingresos.

Oliver Stone no se ha andado con chiquitas. chiquitas. El suyo no es un documental neutral. Stone se moja hasta las trancas. « Nuclear Now» es una apología de la energía nuclear como salvavidas del planeta y la humanidad. Stone no sólo no cuestiona el cambio climático. climático. Lo certifica. Precisamen­te mantiene que hay que desterrar todo tabú para acometerlo acometerlo con éxito. Y para Stone, la energía nuclear es, hoy por hoy, la única fuente a disposició­n de la humanidad con suficiente poder para dar respuesta a un mundo que no sólo no va a dejar de demandar energía eléctrica, es que, ¡ojo al dato!, la va a multiplica­r multiplica­r en la medida que las regiones y países más pobres se sumen a los estándares occidental­es occidental­es de calidad de vida. A menos que se abrace masivament­e la teoría del decrecimie­nto. decrecimie­nto. A ver quién da el primer paso en esa dirección. Con el añadido de que la humanidad humanidad lejos de achicarse no deja de multiplica­rse multiplica­rse a una velocidad de vértigo. Otro reto. Decrecer siendo cada vez más. O sea, menos a repartir y más bocas que alimentar.

No se puede decir que Oliver Stone no sea un cineasta crítico. Nadie como él ha cuestionad­o cuestionad­o sus Estados Unidos y, a su vez, ha festejado a enemigos acérrimos. De Cuba a Venezuela. También por eso no puede despachars­e despachars­e sin más que su defensa de la energía energía nuclear esté al servicio de oscuros intereses intereses opacos del lobby nuclear. Como no se puede seguir abordando el futuro del planeta planeta con sujeción a anatemas. Nos jugamos tanto que no valen soluciones románticas.

Si estamos ante una emergencia climática hay que ser consecuent­e y revisar sin complejos complejos todo lo que ayer teníamos como una religión medioambie­ntal. Sin apriorismo­s. Con una apuesta decidida por las renovables que son imprescind­ibles. Y pese a esa necesidad necesidad no son pocos los problemas que a menudo menudo tienen que superar. Desde trabas burocrátic­as burocrátic­as a la oposición contra la instalació­n de parques eólicos aquí o allí. Y precisamen­te precisamen­te alegando motivos ambientale­s. A veces, incluso paisajísti­cos, mientras simultánea­mente simultánea­mente se recrudece la alarma por el incremento incremento de la temperatur­a a consecuenc­ia del uso y abuso de los combustibl­es fósiles, que no de las centrales nucleares.

 ?? ?? RAÚL
RAÚL
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain