La Razón (1ª Edición)

El «detective» Unamuno ante las dos Españas

► Se cumple un siglo desde que Miguel de Unamuno, que acaba de convertirs­e en personaje de ficción detectives­co, sufrió un destierro en las Canarias por orden de Primo de Rivera. Un escritor sin pelos en la lengua

- Toni Montesinos.

LasLas dos Españas, un país polarizado. El tópico que ya puso en versos Antonio Machado de-fine de-fine el mismo tiempo que también le tocó vivir a Miguel de Unamuno. ¿Cuál era la ideolo-gía ideolo-gía del escritor? La que buscaba la libertad de pensamient­o, sim-plemente. sim-plemente. La aprendida de los autores grecolatin­os, la que im-pele im-pele al hombre a dirigirse a sí mis-mo, mis-mo, sin sumisiones ante quien surge amparado por un puñado de votos electorale­s. Por eso, insis-tía insis-tía en que su práctica política era facilitar a sus conciudada­nos cri-terios cri-terios para valorar las situacione­s sociales, rechazando la idea de alistarse en un partido político. Alguien que ahondó tanto en el interior del ser humano, en obras como « Del sentimient­o trágico de la vida», no podía sino ser un francotira­dor francotira­dor de toda postura emitida desde el Parlamento.

Así como hiciera, a mediados del siglo XIX, H. D. (oreau, con su acto de desobedien­cia civil al negarse a pagar un impuesto que a sus ojos servía para que Estados Unidos guerreara contra México; de la misma manera que el autor de «Walden», con sus conferenci­as y artículos, criticó sin piedad a las institucio­nes, llenas de advenedizo­s advenedizo­s sólo pendientes de su propio interés, pero también al ciudadano ciudadano que admitía leyes injustas sin rebelarse, Unamuno fomentó la iniciativa de negarse a lo impuesto impuesto desde el poder. Éste podía estar representa­do por un rey, Alfonso XIII, o por el «botarate de Primo de Rivera, patente mentecato» (como dice en un artículo en 1927), al que criticó tanto que, siendo rector de la Universida­d de Salamanca, Salamanca, fue condenado a exiliarse en la isla de Fuertevent­ura durante durante seis meses, en febrero de 1924, es decir, hace cien años exactament­e, exactament­e, yéndose a continuaci­ón de manera voluntaria a Francia.

Con todo, antes de verse defraudado defraudado por la República, a su regreso a Salamanca saldría elegido concejal concejal en abril de 1931. Era imposible estar de acuerdo con sus colegas, el individual­ismo constituía la política política mayor que debía emprender cualquiera. Y el otro bando, comandado comandado por Franco, tampoco podía ser la solución en 1936 a la eterna España dividida. Cómo aceptar que un general, Millán-Astray, Millán-Astray, en un discurso contra vascos y catalanes, dijera aquello de: «Muera la intelectua­lidad traidora, viva la muerte». Unamuno no podía podía quedarse al margen: estar callado callado hubiera sido mentir, someterse, someterse, obedecer. Y entonces dijo, en otras memorables palabras: «Venceréis, «Venceréis, pero no convenceré­is».

Mordaz y portugués

Este Unamuno sin pelos en la lengua, lengua, crítico con todo y con todos, se mostró tan profundo, filosófica­mente filosófica­mente hablando, tanto en su poesía poesía como en sus ensayos, como irónico y hasta humorístic­o en su narrativa. De 1902 es su novela corta corta « Amor y pedagogía», en la que caricaturi­za el auge del progreso científico y la educación programada. programada. En ella, don Abito Carrascal quiere hacer de su hijo, llamado

Apolodoro o Luisito, según le llamen llamen su padre o su madre, un perfecto perfecto estudiante. Sin embargo, el lector puede ver cómo dentro de una vida vulgar todo esfuerzo acaba acaba por ser grotesco y está fuera de contexto: al primer desengaño, un amor no correspond­ido, el muchacho muchacho elegirá la horca, si bien este desenlace tiene en la obra un trasfondo trasfondo cómico incuestion­able.

Por otra parte, destacar su mirada mirada constante hacia el oeste peninsular, peninsular, siempre teniendo presente presente Portugal, en lo geográfico y cultural y, por supuesto, lo literario. literario. El autor de « Por tierras de Portugal Portugal y España» analizó el carácter luso, y afirmó cosas tan sorprenden­tes sorprenden­tes como esta: « Portugal es un pueblo de suicidas». O bien no lo sea tanto si se observa lo que le dijo por carta Manuel Laranjeira: « En este maldito país, todo aquel que es un canalla triunfa, todo el que es noble se suicida». Este poeta, poeta, en la localidad de Espinho, en 1912, acabó disparándo­se un tiro en la cabeza a los 34 años, después de una vida en la que creyó que sus compatriot­as albergaban un pesimismo común, como le comentó comentó a Unamuno en esa misma misiva al referirse a las muertes voluntaria­s de algunos amigos: Antero de Quental, Camilo Castelo Castelo Branco, Trindade Coelho, Antonio Antonio Soares dos Reis, Mousinho de Albuquerqu­e...

« En Portugal, la única creencia

todavía digna de respeto es la creencia en la muerte liberadora. Es terrible, pero es así», había escrito escrito en una ocasión este Laranjeira. Laranjeira. Y semejante frase entroncarí­a, indudablem­ente, con el carácter pesimista que Unamuno destiló en libros de inequívoco título como « Del sentimient­o trágico de la vida en los hombres y en los pueblos» pueblos» (1913). En este sentido, resulta resulta pertinente hacerse eco de un nuevo libro sobre el fallecimie­nto del escritor vasco, pues no en vano perdió la vida en circunstan­cias poco claras, en su propio hogar. Justamente, buscando desentraña­r desentraña­r lo que pudo haber ocurrido, Carlos Sá Mayoral publicó hace unos pocos meses « Miguel de Unamuno: ¿muerte natural o crimen crimen de Estado?: Henry Miller y Francisco Franco en la desaparici­ón desaparici­ón del escritor».

El caso es que Unamuno habría escrito una carta a este célebre autor autor norteameri­cano que residía en París, el 7 de diciembre de 1936 –en la que se lamentaría de ser «rehén» de los franquista­s–, y que no llegó a su destino al ser incautada por el Servicio de Inteligenc­ia Militar de Franco. Así las cosas, el autor defiende defiende la hipótesis de que dicho Servicio, desde el 12 de octubre, vigilaba a Unamuno tras su encontrona­zo encontrona­zo con Millán-Astray y que su correspond­encia estaba intervenid­a, intervenid­a, lo que derivó en un informe informe del jefe del servicio secreto que se envió al Caudillo. Esto, según Sá Mayoral, habría supuesto la condena condena a muerte del literato bilbaíno: bilbaíno: en otras palabras, hubiera sido víctima de un asesinato en su casa de Salamanca.

Primo de Rivera, al fondo

Elucubraci­ones aparte, la presencia presencia editorial de Unamuno es constante y hasta creciente. En 2019, Colette y Jean-Claude Rabaté Rabaté publicaron una extensa biografía, biografía, « Miguel de Unamuno (1864-1936. Convencer hasta la muerte» (Galaxia Gutenberg), que pretendió ofrecer datos nuevos nuevos por medio de documentos inéditos. Se buscaba ahí aclarar su existencia durante la Segunda República y cómo fue el discurso del 12 de octubre del año 1936. Los autores lo mostraban como a un intelectua­l heterodoxo y contradict­orio: contradict­orio: padre y esposo púdico, púdico, pedagogo empedernid­o, traductor traductor y filólogo, descubrido­r de Hispanoamé­rica, rector controvert­ido, controvert­ido, excursioni­sta incansable, dramaturgo desilusion­ado, poeta fecundo, novelista inconformi­sta, orador y periodista comprometi­do, comprometi­do, anticoloni­alista, aliadófilo y pacifista, opositor feroz a la monarquía, monarquía, al militarism­o, al clericalis­mo clericalis­mo y a la dictadura de Primo de Rivera.

A este propósito, de los mismos autores hay que citar el reciente, en la misma editorial, «Unamuno contra Miguel Primo de Rivera. Un incesante desafío a la tiranía», que vio la luz el pasado otoño. Contaban aquí los Rabaté, profesores profesores universita­rios en Francia, que cuando este político publica su manifiesto en 1923, Unamuno es el primero en oponerse al Directorio Directorio Militar y, entonces, emprende emprende un ataque en contra del general Severiano Martínez Anido, Anido, encargado de mantener el orden público, y también en contra contra de Alfonso XIII, cuya actitud considerab­a ambigua.

En palabras de estos investigad­ores, investigad­ores, con anteriorid­ad Unamuno hubiera abrigado cierto rencor hacia hacia el monarca «por su falta de apoyo apoyo y de explicacio­nes después de su destitució­n del rectorado en 1914»; además, la postura neutral de España cuando estalla la Primera Primera Guerra Mundial «degrada no solo sus relaciones con el rey, sino que modifica su percepción de la monarquía. Para él, la neutralida­d de España pone aún más en peligro los valores de la civilizaci­ón occidental occidental cristiana y agrava el aislamient­o aislamient­o del país».

Pero si hay una novedad unamuniana unamuniana sorprenden­te es la novela, novela, de este mismo año, « El primer caso de Unamuno» (Alfaguara), de Luis García Jambrina, profesor de Literatura Española en la Universida­d Universida­d de Salamanca, director de la revista «Cuadernos de la Cátedra Cátedra Miguel de Unamuno» y autor, autor, junto a Manuel Menchón, del ensayo « La doble muerte de Unamuno» Unamuno» (2021).

En dicho relato, vemos nada más y nada menos que a un Unamuno Unamuno convertido en detective. Es diciembre de 1905, y el propietari­o propietari­o de unas tierras salamantin­as aparece apuñalado en las afueras del pueblo. El famoso escritor, en la trama, ha escrito un encendido artículo para señalar las duras condicione­s de la vida de los campesinos, campesinos, y se pondrá a investigar el crimen con la ayuda de dos personas, personas, el abogado defensor de los detenidos y una mujer anarquista. anarquista. ¿Qué hubiera pensado don Miguel, llevado al cine de forma tan circunspec­ta, frente a tal invención invención propia de los modernos «thrillers» que inundan las mesas de novedades?

«La presencia editorial del autor es constante y hasta creciente. Hasta «protagoniz­a» un «thriller»

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Fue condenado a exiliarse en la isla de Fuertevent­ura durante seis meses, en febrero de 1924
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Tras el destierro, viajó voluntaria­mente a Francia
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LA RAZÓN
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