La Razón (1ª Edición)

«Con amor inmortal, Oscar Wilde »

El nieto del autor de «El retrato de Dorian Gray» recopila en un volumen lo mejor de la copiosa correspond­encia que el gran escritor irlandés escribió desde sus años escolares hasta poco antes de su muerte

- Víctor Fernández.

OscarOscar Wilde nunca escribió unas me-morias me-morias ni algo pare-cido pare-cido a un diario con confesione­s ínti-mas. ínti-mas. No quiso saber nada de una autobiogra­fía, pese a lo mucho vivido y padecido a lo largo de su existencia. Sin embargo, las nu-merosas nu-merosas cartas que escribió vie-nen vie-nen a suplir esa ausencia. Merlin Holland, nieto del escritor, hace años que se dedica a estudiar y divulgar el legado de su célebre abuelo, como demostró en « El marqués y el sodomita. Oscar Wil-de Wil-de ante la justicia». A él debemos también un volumen extraordin­a-rio extraordin­a-rio que Alba ha tenido la buena idea de recuperar. Se trata de «Una vida en cartas», una interesant­ísi-ma interesant­ísi-ma selección de la correspond­en-cia, correspond­en-cia, una labor nada fácil si se tiene en cuenta que la última edición de las cartas completas, aparecida en 2000 con motivo del centenario de la muerte de Wilde, contenía un total de 1.562 misivas. En ellas en-contramos en-contramos al gran intelectua­l ir-landés, ir-landés, pero también al transgre-sor, transgre-sor, al hombre que luchó contra su tiempo aunque pagó demasiado caro ser fiel a sí mismo.

El responsabl­e de la edición subraya que nos encontramo­s ante un personaje contradict­orio, un angloirlan­dés que tenía sim-patías sim-patías nacionalis­tas, un protes-tante protes-tante con inclinacio­nes católicas o un homosexual casado. Todo ello lo fue vistiendo Wilde con una serie de máscaras, algunas visibles en las cartas. A su amigo, el pintor estadounid­ense James Whistler, le dio un consejo sobre este particular al comentarle que «sigue mi consejo, James, y con-tinúa con-tinúa siendo, como yo, incom-prensible; incom-prensible; la grandeza consiste en ser mal comprendid­o».

El libro se abre con una nota en-viada en-viada por Wilde, con apenas catorce catorce años, dando muestras de genio cotidiano ante su madre Jane, agradecién­dole el envío de una cesta que «ha llegado hoy, nunca he tenido una sorpresa tan emocionant­e, emocionant­e, muchas gracias, fue un gran detalle por tu parte pensar en ello. Las uvas y las peras son deliciosas deliciosas y muy refrescant­es, pero el tocino de cielo se agrió un poco, supongo que por los golpes, pero el resto llegó sin compromiso­s».

El autor de éxito

Wilde se convirtió en un autor de éxito que fascinó a la sociedad londinense, algo que incluso trasladó trasladó a Estados Unidos al protagoniz­ar protagoniz­ar una serie de conferenci­as con un auditorio entregado. «Voy a Filadelfia mañana. Gran éxito aquí: nada igual desde Dickens, me dicen. Estoy destrozado por tanta vida social. Inmensas recepcione­s, recepcione­s, cenas maravillos­as, multitudes que esperan mi carruaje. carruaje. Saludo con mi mano enguantada enguantada y mi bastón de marfil y me jalean. Las muchachas son hermosas, los hombres sencillos e intelectua­les. Me decoran las habitacion­es con narcisos blancos. blancos. Tengo “asistente” de vez en cuando, además de dos secretaria­s, secretaria­s, una para firmar mis autógrafos autógrafos y responder los centenares de cartas que los solicitan. La otra, que tiene pelo castaño, para enviar enviar rizos de su propio cabello a las jóvenes que escriben pidiéndolo; pidiéndolo; se está quedando calva a gran velocidad», apunta en una carta al actor inglés Norman Forbes-robertson Forbes-robertson desde Nueva York el 15 de enero de 1882. Poco antes, frente al oficial de aduanas, cuando cuando pasó el rutinario control dicen que dijo que «no tengo nada que declarar excepto mi ingenio».

En el libro también encontramo­s encontramo­s documentos tan interesant­es desde un punto de vista biográfico, biográfico, como una misiva en la que Constance Lloyd anuncia a su hermano hermano Otho que «he concedido mi

mano a Oscar Wilde y estoy perfecta perfecta y locamente feliz. Me consta que estarás contento porque te cae bien, y quiero que hagas lo que hasta ahora yo he hecho por ti y me des tu apoyo. El abuelo sin duda lo llevará bien, ya que siempre siempre está encantado de ver a Oscar. La única que me preocupa es la tía Emily. (...) En esta casa están todos encantados, especialme­nte mamá Mary, que me considera muy afortunada». afortunada». Decir, como apunta Holland, Holland, que no se conserva prácticame­nte prácticame­nte ninguna carta de Wilde a su querida y sufrida esposa Constance, muerta bastante joven en 1898. Muy probableme­nte, los familiares de ella las destruyero­n. Pese a que cuando tuvo lugar la triste noticia la pareja ya estaba rota, para el autor de «Salomé» aquella pérdida fue un terrible mazazo, como le diría por carta a su amigo Carlos Blacker: « Es realmente realmente terrible. No sé qué hacer. Si nos hubiéramos encontrado una vez, si nos hubiéramos hubiéramos besado. Es demasiado tarde. La vida es terrible». terrible». El distanciam­iento distanciam­iento de la pareja pareja fue provocado, como es sabido, por la aparición de un joven que trastocó la vida de

Wilde. Fue en el verano de 1891 cuando irrumpió en el mundo del autor de « La importanci­a importanci­a de llamarse Ernesto» un muchacho que era el tercer hijo del marqués de Queensberr­y y llamado lord Alfred « Bosie» Douglas. Douglas. Fue musa y diablo , además de amante.

En esta edición podemos seguir la relación entre los dos, los ánimos ánimos de Wilde para que « Bosie» se convirtier­a en poeta o la petición para poder encontrars­e juntos. Un buen ejemplo es esta nota, probableme­nte probableme­nte de enero de 1893: «¿Por qué estás solo en la ciudad y cuándo vas a Salisbury? Ve a refrescar refrescar tus manos en el crepúsculo crepúsculo gris de los gótico y regresa aquí cuando te apetezca. Es un lugar encantador: solo faltas tú; pero ve a Salisbury primero. Siempre, con amor inmortal, tuyo, Oscar ».

Las cosas se complicaro­n mucho mucho para el autor en 1895, cuando el padre de Bosie envió al club Albermale Albermale una nota dirigida al «sodomita» Oscar Wilde, quien decidió contestar con una demanda demanda contra el marqués de Queensberr­y. Queensberr­y. « El padre de Bosie ha dejado dejado una tarjeta para mí en el club con palabras odiosas. No veo otra salida que interponer una demanda. demanda. Toda mi vida parece arruinada por este hombre. La torre de marfil marfil es atacada por la repulsiva criatura. criatura. Sobre la arena está mi vida derramada. Ya no sé qué hacer», anota en una carta a Robert Ross, periodista, confidente y, tal vez, su primer amante.

Oscar Wilde perdió el proceso y acabó convertido en el más conocido conocido de los presos de la cárcel de Reading, donde se le permitió escribir escribir y recibir cuatro cartas personales personales al año. Una de ellas fue dirigida al honorable ministro de Su Majestad a cargo del Ministerio del Interior. En ella narra el férreo trato al que era sometido en la prisión, prisión, un «régimen aterrador de confinamie­nto en solitario: sin relaciones de ningún tipo con sus semejantes; sin material de escritura escritura de ningún tipo, cuyo uso podría podría ayudar a distraer distraer el pensamient­o: pensamient­o: sin libros apropiados o suficiente­s, suficiente­s, tan esenciales para cualquier hombre hombre de letras, tan vitales para preservar preservar el equilibrio equilibrio mental; condenado condenado al silencio absoluto; sin conocimien­to conocimien­to de lo que sucede en el mundo exterior y los movimiento­s de la vida: llevando llevando una existencia compuesta de amargas degradacio­nes y condicione­s condicione­s terribleme­nte duras, atroz en su recurrente monotonía del trabajo diario y privación repugnante; repugnante; con la desesperac­ión y la miseria de su vida solitaria y desgraciad­a, intensific­ada más allá de las palabras por la muerte de su madre, lady Wilde».

Una vez recuperada la libertad. Oscar Wilde se convirtió en una figura trágica, despreciad­a por la misma sociedad londinense que había aplaudido en el pasado su teatro o leído con admiración sus relatos. En la antología epistolar podemos seguir los pasos de su caída a los infiernos, dependiend­o de la ayuda económica de los demás. demás. Finalmente encontró algo del aire fresco que necesitaba para respirar en París sobrevivie­ndo en una habitación de hotel a la espera espera del penúltimo cheque que le enviaban sus amigos.

«Gran éxito aquí. Nada igual desde Dickens», escribe sobre su gira por Estados Unidos

Tras recuperar la libertad después de estar en prisión pasó a ser una figura trágica

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 ?? EFE ?? Una imagen de Oscar Wilde en sus años más prósperos
EFE Una imagen de Oscar Wilde en sus años más prósperos

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