La Razón (1ª Edición)

Quién lo diría: la Berlinale habla español y en femenino plural

Tras los éxitos de «Alcarràs» y «20.000 especies de abejas», las nuevas voces de España y Lationamér­ica, se abren paso lejos de la sección oficial con fuerza

- Sergi Sánchez.

Es innegable que las mujeres cineastas cineastas han revolucion­ado revolucion­ado el cine de habla habla hispana. Es algo que la Berlinale detectó hace mucho, mucho, programand­o en sección oficial oficial a Pilar Miró, Isabel Coixet o Lucrecia Martel cuando otros festivales festivales miraban hacia otro lado. Es cierto que, después de una racha fantástica –el Oso de Oro para « Alcarràs» Alcarràs» en 2022 y el de Plata a la mejor actriz para «20.000 especies de abejas» en 2023–, en esta 74ª edición no tenemos cineastas hispanas hispanas a competició­n, pero sí en las secciones paralelas del certamen, que siguen sirviendo como plataforma plataforma para descubrir, desde el documental, el relato de iniciación o el cine experiment­al, nuevas voces, voces, en España o Latinoamér­ica, que conjugan las imágenes en femenino femenino singular.

Macu Machín reúne a su madre y a sus dos tías en « La hojarasca» para construir una fábula documental documental sobre «la herencia como caramelo envenenado», confiesa, «ese elemento disruptivo que hace que la idea de familia se rompa». El legado de unas tierras en las montañas del pueblo de Puntagorda, Puntagorda, en la isla de La Palma, enfrenta enfrenta a estas tres mujeres en un espacio áspero, hostil, que adquiere adquiere casi una dimensión fantástica, sobre todo cuando la erupción del volcán se incorpora improvisad­amente improvisad­amente al relato, traduciend­o en lava y cenizas la crispación callada, callada, cotidiana, de las hermanas. « La Naturaleza es un cuarto personaje», personaje», admite Machín, «expresa lo que la razón humana no puede». puede». En su oscilación entre lo mitológico mitológico y lo realista, « La hojarasca» hojarasca» recuerda a películas del Novo Cinema Galego como «O que arde», de Oliver Laxe, o «Trenta Lumes», de Diana Toucedo, aunque aunque Machín también se siente cercana al ascético poema campesino campesino de Ermanno Olmi, « El árbol de los zuecos». En la aproximaci­ón de Machín a la austera vida en la isla canaria, el hombre siempre queda fuera de cuadro: « Mi familia familia sufrió el abandono de los hombres. hombres. Mi bisabuelo marchó a Cuba y nunca regresó, ni siquiera envió una carta, e inició una nueva vida en América. Yo tenía ese recuerdo de mujeres solas, a cargo del campo campo y de sus hijos, con sus maridos ausentes. Por eso quería poner el foco en lo periférico, en esas mujeres mujeres olvidadas».

De la conexión con lo natural habla asimismo la hipnótica «)e Human Hibernatio­n», de Anna Cornudella, también en el Forum. La película, que surgió de una beca de investigac­ión artística del Macba, nace de un artículo que Cornudella leyó sobre el equidna, una especie de puercoespí­n que vive en Australia y que, tras los incendios que sufrió el país hace más de diez años, redujo su metabolism­o metabolism­o al máximo para sobrevivir sobrevivir en entornos inhabitabl­es. «¿Qué pasaría si el mayor depredador depredador del mundo empezara a hibernar?», hibernar?», se preguntó la cineasta. De ahí aparece la posibilida­d de una utopía, en la que el hombre hiberna tres meses al año, y, al despertar, vive en armonía con el entorno, creando una suerte de relato comunitari­o que habla, también, el idioma de lo natural.

«Quería desplazar el punto de vista de lo antropocén­trico», explica explica Cornudella, «que los vegetales hablaran, que los animales tuvieran tuvieran su propia voz». El resultado es una experienci­a extremadam­ente sensorial que propone, por un lado, un futuro donde las estructura­s estructura­s familiares que sostienen el capitalism­o han sido disueltas –aquí es posible, por ejemplo, tener tener una madre y tres padres– y, por otro, demuestra que el cine contemporá­neo contemporá­neo está preocupado por construir imaginario­s de sostenibil­idad sostenibil­idad ecológica que conectan con otras disciplina­s artísticas y del pensamient­o ( Cornudella contó con la colaboraci­ón del neurocient­ífico neurocient­ífico Matteo Cerri) y, por qué no, con otros espacios de exhibición exhibición en los que sintamos esa dimensión háptica de la imagen que tan bien ha trabajado Cornudella Cornudella y su reducido equipo (seis miembros) de rodaje.

Otro experiment­o fascinante, el corto « For here i am sitting in a tin can far above the world», esta vez en la sección Forum Expanded, pilla a la cineasta Gala Hernández a cuatro días de saber si se llevará el César al mejor cortometra­je documental por « La mecánica de los fluidos». Algo de aquella pieza, dedicada al mundo de los «incels», «incels», se filtra en esta reflexión a doble pantalla sobre la economía del miedo, que ha hecho de la confianza en el futuro el depósito delirante de una fantasía de prosperida­d prosperida­d y control.

Tecno-optimismo

A partir de la figura de Hal Finney, ingeniero de computació­n y experto experto en criptograf­ía que fue el primero en recibir una transacció­n transacció­n en bitcoins, Hernández se sumerge, por un lado, en el extropiani­smo, extropiani­smo, una filosofía tecno-optimista tecno-optimista que cree «en el mercado, en la libertad, en la extensión de la vida», y que piensa que «la muerte y los impuestos son problemas de ingeniería no resueltos», y, por otro, en la criogenia como póliza de seguros que nos promete la inmortalid­ad a plazo fijo. No es extraño que Hernández esté preparando preparando una tercera pieza dedicada dedicada a las criptomone­das: da la impresión de que el suyo es un proyecto épico sobre la capitaliza­ción capitaliza­ción del terror al presente y al fracaso en la sociedad contemporá­nea, contemporá­nea, que aquí se nos ofrece, con toda su densidad conceptual, en la confrontac­ión de imágenes de archivo solarizada­s o generadas por ordenador, acompañada­s de una voz femenina, en la tradición del mejor Chris Marker, que indaga indaga en la conciencia de nuestro incierto devenir.

En el capítulo de coproducci­ones coproducci­ones con Latinoamér­ica, la argentina argentina « Los tonos mayores» gana por puntos a la peruana « Reinas», ambas ambas en la sección Generation Kplus. Hay algo de verdad enigmático enigmático en el debut de Ingrid Pokropek. Pokropek. En la superficie, la historia de Ana es una suerte de relato de iniciación, iniciación, a veces narrado desde un desconcert­ante tono naïf. Y, sin embargo, es de las pocas películas vistas en la Berlinale que parten de una premisa original y que saben desarrolla­rla sin traicionar­la.

Ana tiene una placa de metal en el brazo que, un día, empieza a emitir vibracione­s. Con una amiga, amiga, las interpreta como notas musicales. musicales. Luego, descubre que son palabras en Morse, pero los mensajes mensajes son incoherent­es. ¿Quién se los envía? ¿Se ha convertido en una antena humana? No es este el

lugar para responder a estas preguntas, preguntas, pero sí para destacar lo hermosa que resulta la manera en que el filme identifica la transición de la infancia a la edad adulta en ese momento en que la realidad se torna interpreta­ble, dibujando una geografía del misterio que hace de « Los tonos mayores» una versión juguetona, simplifica­da, de «Trenque Lauquen».

Lo más interesant­e de « Reinas», de Klaudia Reynicke, es el retrato que hace del Perú de principios de los noventa, con una inflación disparada y la imposición de la dictadura civil de Alberto Fujimori, Fujimori, con toques de queda nocturnos y persecució­n militar a los disidentes disidentes del régimen incluida. La película demuestra cómo la política política modifica los ritmos y necesidade­s necesidade­s de la vida cotidiana de todos todos los estratos sociales, incluso de aquellos que quieren vivir a espaldas de la verdad del mundo, como le ocurre a ese padre que miente más que habla, y que, de repente, reaparece en la vida de sus hijas porque tiene que firmar su permiso de salida del país para que se muden a Estados Unidos con su madre. Es esta, la del reencuentr­o reencuentr­o familiar, la trama más débil de un filme que, por otro lado, se consume con agrado.

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«Reinas», de Reynicke, es un retrato familiar del Perú de los años 90
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Anna Cornudella
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Macu Machín
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Klaudia Reynicke
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Ingrid Pokropek
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Gala Hernández
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