«No somos marionetas del clima»
Antropóloga y periodista
La reportera del arraigo y del desarraigo rural
NoNo quiero ni puedo olvidarme del lu-gar lu-gar de La Mancha en el que conocí la sed. El ensayo de Virginia Mendoza arranca con una frase lapidaria que invita a relacio-nar relacio-nar la falta de agua con la muerte, pero también con la vida. «La Sed» (Debate), dice, es el motor del ser humano. Detrás de lo que fuimos, siempre están el agua y su búsque-da. búsque-da. La manchega parte de una his-toria his-toria familiar, atada irremediable-mente irremediable-mente a la sequía, para mostrarnos que la sed empujó a nuestros ante-pasados ante-pasados hacia la supervivencia. Y todavía nos empuja.
¿Por qué la sed? ¿Por qué no «el agua» o «la sequía»?
Porque no somos marionetas del clima, mucho menos en mitad de un cambio climático que ha provocado provocado el ser humano, siendo unos más responsables que otros. La sed habla de nosotros, para lo bueno y para lo malo, y de cómo respondemos respondemos a la sequía.
¿De donde surge la idea de escribir escribir sobre la sed?
Ya había trabajado (y seguía inmersa) inmersa) en el desarraigo de las personas que fueron desplazadas por la construcción de presas. Quise saber saber por qué me interesaban tanto y entendí que no me eran tan ajenos, sino que compartíamos historia. Somos dos caras de una misma moneda.
De hecho, usa la historia de su abuelo para contar lo universal.
Solo tenía claro que el punto de partida estaba en mi abuelo, que era el encargado de aguas del pueblo pueblo (Terrinches, Ciudad Real) durante durante la sequía de los 90, que es la que más me marcó y la que más marcó a mis vecinos. Todo quedaba quedaba en el mismo punto: en la loma en la que mi abuelo tenía la huerta, hay un yacimiento asociado a la cultura de las motillas, un santuario al que acudió una gente que vivió una de las peores sequías de la historia, historia, hace unos cuatro mil años.
La Mancha es hoy una tierra seca. ¿Qué pasó?
Aquella cultura nace y vive durante una megasequía de cientos de años, pero no tiene nada que ver con la actual. Es más, la motilla del Azuer, que les daba agua en aquel momento en el que colapsaron civilizaciones civilizaciones por todo el mundo en plena sequía, hoy no lleva agua. Lo que ocurrió fue que, en el caso de La Mancha, desapareció prácticamente prácticamente el agua superficial, descubrieron descubrieron el agua subterránea y construyeron construyeron unos pozos fortificados en torno a los cuales estaban los silos para el grano. Quien dominaba el agua, tenía el poder.
En su libro, va más allá: la sequía no es solo falta de lluvia. ¿Qué hay detrás?
Las sequías, en general, no suelen ir solas. Basta hacer un recorrido a lo largo de algunos eventos históricos históricos para ver que hambrunas y motines motines estuvieron precedidos por graves sequías, pero hubo acaparadores acaparadores y déspotas que las aprovecharon aprovecharon en su favor, por ejemplo, para culpar a la sequía de la hambruna, hambruna, como si unos pocos no se hubieran estado quedando el grano grano y el agua, en muchos casos.
Sale del grifo todos los días, pero ¿recibe el agua la importancia que merece?
Creo que no. El agua debería ser algo sagrado porque venimos de ella, nos da la vida y nos la puede quitar si se va. Suena a cliché, pero es cierto que somos agua y creo que vivimos tratando de volver a casa. Dice Joaquín Araújo que beber es tan importante como respirar y estoy estoy de acuerdo.
¿Cree que las próximas guerras serán por el recurso hídrico?
Es posible. Ha ocurrido siempre y está ocurriendo. No siempre es tan evidente: la primera guerra de la que tenemos constancia fue una guerra del agua, pero por lo que luchaban exactamente era por una tierra fértil.
¿Qué podemos aprender de los antepasados para evitar la sed en el futuro?
Más bien he visto qué tienen en común quienes se quedaron por el camino y creo que de ellos podemos podemos aprender para no repetir errores. errores. Lo que he visto en común, en muchos casos, ha sido una debilidad debilidad de lazos sociales, aislamiento, ► Virginia Mendoza (1987) nació en Valdepeñas Valdepeñas y creció en Terrinches. Licenciada en Periodismo y Antropología Antropología Social y Cultural, Cultural, ha vivido en la España seca y en la húmeda. En la actualidad actualidad reside en Teruel, un pueblo marcado durante siglos por las rogativas propluvia [rezos colectivos para pedir lluvia]. Ha publicado publicado libros a caballo entre el periodismo narrativo y la antropología rural, siendo el último «Detendrán «Detendrán mi río» (Libros del KO, 2021), sobre las personas desplazadas por la construcción de presas en España. abuso de poder, exclusión de los más vulnerables y mala gestión, como si fuera un recurso infinito.
Hoy vemos a un campo español agotado y en pie.
No es una sorpresa. Meses antes de que ocurriera se publicó un libro titulado «La venganza del campo», de Manuel Pimentel. Es un tema con demasiadas aristas para dar una respuesta en un espacio tan breve. También hay un enfrentamiento enfrentamiento dentro del campo y es perfectamente perfectamente comprensible que quienes viven de él, sobre todo el pequeño agricultor y el pastor no puedan más. Hace tiempo que no pueden más. Muchos se rindieron hace tiempo ante una burocracia que les quita tanto tiempo que no les deja trabajar ni permite que su trabajo sea rentable.
¿Si se entrevistara a sí misma, que se preguntaría?
Como antropóloga, también como periodista, lo que me interesan son los otros. La primera persona solo es un recurso temporal que me permite permite ir más allá. En «La Sed», realmente, realmente, no tiene que ver tanto conmigo conmigo como con mis abuelos y mis vecinos. Sirve para dejar claro desde desde dónde escribo y por qué, pero poco más. Lo que me interesa es saber qué tiene en común mi abuela abuela con una señora del Kalahari. Espero Espero no hacerme nunca una entrevista entrevista a mí misma [ríe].