La Razón (1ª Edición)

«Juan Carlos podía haber sido el mejor rey de la historia de España, pero autodestru­yó su prestigio»

Els Joglars vuelve a la carga con un retrato del monarca en «El rey que fue», donde el dramaturgo aprovecha su cercanía con él para hurgar en su intimidad y humanizarl­o

- Albert Boadella y Ramon Fontserè Julián Herrero. Director y actor de teatro

QuéQué hace un rey cuando no tiene nada que hacer? Lla-mar Lla-mar al bufón de la corte. ¿Y qué hacía Juan Carlos I en alguno de esos ratos muertos en palacio? Pues llamar al bufón de nuestro tiempo, como siempre se ha deno-minado deno-minado Albert Boadella (1943): «Yo creo que cuando me citó en Zarzuela estaba aburrido», ríe.

Tiene el poder de quitar el aburrimien­to aburrimien­to a todo un rey...

Bueno, eso yo creo que se lo quita con las señoras.

Confiesa el dramaturgo que aquella fue la última vez que habló en privado con Juan Carlos I: « Fue antes de su abdicación. Estuvimos un par de horas hablando de todo; también de la situación de Cataluña, Cataluña, donde le exigí que tenía que salir a decir algo porque ya se empezaba empezaba a formar el “procés”. Y me dijo que no le dejaban». También reprendió al mismísimo rey por condecorar a un editor que «iba a favor del independen­tismo», recuerda. recuerda. «“Ya le he metido una bronca”, me confesó. Después, por lo visto, le llamó de nuevo y al otro lado se lo tomaron tan mal que casi se lo lleva un infarto».

Dio de sí el encuentro, «mucho». ¿Como para una obra? « Podría», dice el firmante de «El rey que fue», que llega a Madrid a partir del 28 de febrero. « Esa otra historia podría podría ser “El rey se aburre”, una posible posible segunda parte de esta», apunta apunta sonriendo Ramon Fontserè (1956), a la vera de Boadella.

Juntos presentan en el Teatro Infanta Isabel una «tragicomed­ia» sobre la vida de don Juan Carlos en la que Els Joglars aprovecha la cercanía que el autor tuvo con el monarca para mostrar cómo se desempeña este último en «la intimidad», intimidad», apunta de un montaje que deja claras las intencione­s desde la trompa y la corona del cartel. « Es una persona que conozco conozco y, por tanto, de la que puedo puedo intuir fácilmente cuáles pueden pueden ser sus reacciones. Lo he visto preocupado, divertido y enfadado. enfadado. Intentamos que se acerque acerque al público cómo se excusa o se defiende». Un retrato mucho más allá de ese «lo siento. Me he “equivocao”. No volverá a ocurrir». « No es simplement­e hacer reír», sostiene Boadella. « El ciudadano está acostumbra­do a la pose pública pública del “campechano”, el que ha sido el discurso oficial, pero aquí vamos un pasito por delante», confiesa un Fontserè encargado de dar vida sobre las tablas al que fuera rey de la nación y de darle «credibilid­ad». Acercan «su lado humano al espectador » a través de una reunión en un barco: la acción se sitúa en 2023, en el Golfo Golfo Pérsico. Un rey anciano y exiliado exiliado quiere sentir el sabor de su lejana lejana y querida patria. Dispone una fiesta en un lujoso velero. Periodista­s, Periodista­s, amigos, amigas, jeques y familiares están invitados. Y de menú, una paella que le lleva por la calle de la amargura y que se cocinará «in situ» cada noche. «Cuentan que preparó una en Abu Dabi y que montó un buen cirio porque no había azafrán en el país del azafrán», desliza Boadella.

¿Algún secreto inconfesab­le más de esas charlas?

Albert Boadella: Hay alguna cosilla cosilla que me ha dicho y aprovecho para la obra, como su disgusto por la música que llamaba «ñi ñi ñi» [explica mientras toca el violín en el aire], que supongo que es la de cámara que ha tenido que aguantar en el Auditorio Nacional o en el Real.

Ramon Fontserè: Pero vio su «Don Carlo», ¿no?

A.B.: Sí, ahí, por ejemplo, me enseñó enseñó el brazo y dijo: «Ves, dicen que no me gusta la música, pero mira los pelos. Me aburre cuando voy con Sofía».

El rey Juan Carlos ha sido la excusa excusa que Fontserè y Boadella han encontrado para volver a trabajar juntos tras más de diez años sin hacerlo. « En realidad, siempre le he consultado cosas», confiesa el actor y actual director de Joglars, a donde el dramaturgo regresa tras « El coloquio de los perros» de 2013. Se entienden con mirarse. Llevan unidos desde que Boadella Boadella acogió en su grupo a aquel joven de 23 años. En la calle, mientras celebran las gotas que caen en la calva de Fontserè, juegan juegan con su humor de siempre: «¡Lluvia! De esto no tenemos en Cataluña», bromea el actor. A lo que su pareja de baile responde: « Es como un castigo de Dios en Gerona; los más independen­tistas, independen­tistas, los más castigados».

¿Es esto una segunda etapa?

A.B.: El director de la compañía es Ramon, él es la continuaci­ón, y esto es una coincidenc­ia formidable. formidable. Vete a saber qué sucederá más adelante.

Boadella se resiste a llamar sátira sátira a la pieza, prefiere referirse a ella como «tragicomed­ia». Desde luego, luego, leída la vida de su protagonis­ta (o sinopsis de la función), no anda lejos. Defienden Els Joglars que las distintas situacione­s creadas por el rey emérito a lo largo de su vida contienen componente­s «cercanos «cercanos a la tragedia clásica»: «Su infancia infancia y juventud, separado de sus padres y entregado a la tutela de un dictador. La muerte del hermano hermano por un disparo fortuito de su pistola. La corona arrebatada al padre. Su poder absoluto hereda

Nunca dejaré de agradecerl­e el 23F, que dijera a los capitanes que se quedaran en casa»

«Es difícil que los ciudadanos sepan lo que es llevar el peso de la herencia de una dinastía»

«Sin rey, ¿quiénes hubieran sido los jefes del Estado?: ZP, Rajoy, Sánchez... Me gusta más Felipe VI»

do de la dictadura y entregado a la democracia. El golpe militar frustrado frustrado en el último momento. Los manejos económicos. Su incesante incesante inclinació­n por las amantes, y finalmente, la abdicación en favor de su hijo y el exilio». Todo ello lo aprovechan ahora para levantar un retrato «humano y sin concesione­s» concesione­s» de un hombre «que se vanagloria vanagloria de no haber leído un libro entero en su vida», pero al que «se le da espacio para justificar­se», interrumpe Fontserè.

«Se sincera», responde el director director del montaje: «Tiene un antagonist­a antagonist­a en la obra, el hijo de un banquero, que le va diciendo las cosas que piensa y él se defiende con esas décadas bajo las órdenes de un dictador para mantener la dinastía o con cómo, tras 17 meses meses con el poder absoluto, le entrega entrega este poder al pueblo. Tiene buena defensa. Es una historia fantástica. Es un rey que realmente realmente forma parte del mundo del pasado. pasado. Se parece más a Carlos III y a Felipe V que a su hijo. Es un hombre de la antigüedad más que de la Europa actual. Como rey del antiguo régimen, se siente impune. No ha asumido el cambio cambio mediático y que ahora te controlan controlan hasta cuando vas a mear –afirma Boadella–. Se considera atacado injustamen­te porque ha sido impune por ley. Si Shakespear­e Shakespear­e hubiera nacido en su época se hubiera dado de lado a Hamlet, Macbeth o Enrique IV».

¿Se reiría Juan Carlos viéndose sobre el escenario?

R.F.: A ratos.

A.B.: No se le trata del todo mal, pero le sería duro asistir a esta obra, como le ocurriría a cualquier individuo al que le dediquen una pieza teatral. Una cosa es un documental documental que ves solo en tu casa y otra ver una función rodeado de 500 personas. Ya nos pasó con la obra de Pujol... «Que vaya», decían; decían; y no tuvo cojones a ir.

Su historia, la de « El rey que fue», explican, va del todo a la nada. «Se empieza riendo y en un momento, en la parte final, notas el silencio del patio de butacas», comenta Boadella de lo que parece parece una metáfora de la propia vida de Juan Carlos.

¿Les ha decepciona­do?

A.B.: Sí, aunque tengo la sensación de que podía haber pasado por ser el mejor rey de la historia de España España y por unas cosas marginales se ha autodestru­ido su prestigio. Como ciudadano, lo recuerdo cuando salió en el 23F. Nunca dejaré dejaré de agradecerl­e que saliera para decirles a los capitanes generales generales que se quedaran en casa.

R.F.: Los vicios del pueblo son impercepti­bles, impercepti­bles, pero el rey está en el punto de mira, es el referente. A.B.: Es difícil que los ciudadanos sepan lo que es llevar el peso de la herencia de una dinastía. La princesa princesa Leonor es una chica joven y ya tiene su vida programada... R.F.: ...Está condenada.

A.B.: Dar un paso atrás significa la destrucció­n de un sistema. « A partir de que tuve uso de razón yo ya estaba condenado», dice Juan Carlos en la obra.

¿El exilio es la condena de los Borbones?

A.B.: Nacer y morir en el exilio. No los matamos, como los ingleses, pero les hacemos pasar una vida difícil.

R.F.: Por eso es casi mejor que no vuelva, como hicieron Isabel II o Alfonso XIII.

A.B.: El único listo fue Amadeo, que vio el asunto y se largó.

¿Volverá Juan Carlos para quedarse?

A.B.: Debe hacerlo. Felipe VI no puede asumir que muera fuera. R.F.: Una señora en Zaragoza me dijo: « Es un sinvergüen­za, pero tiene que morir en España». A.B.: Lo que debe plantearse la gente es quiénes hubieran sido los jefes del Estado si no hubieran existido Juan Carlos o Felipe: Zapatero, Zapatero, Rajoy, Sánchez... Me gusta gusta más Felipe VI porque es neutral. neutral. No sabemos si es de derechas o de izquierdas.

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JOGLARS Un momento de la obra en el que Fontserè (dcha.) se viste de rey
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