Al rescate del filme germen del #Metoo
La notable y escalofriante «Not A Pretty Picture», de 1976, llega a las salas en 4K
CuandoCuando el abuso ejerci-do ejerci-do por el patriarcado resuena en la memo-ria memo-ria involuntaria de mujeres que no se co-nocen co-nocen pero que han vivido o corri-do corri-do el riesgo de vivir situaciones como las narradas en «Not A Pretty Picture» (porque no, desde luego que el ensayo fílmico de culto diri-gido diri-gido en la década de los setenta por Marta Coolidge no es una imagen bonita), el diámetro de importan-cia importan-cia se ensancha, la gravedad de lo denunciado parece amplificarse y lo político se vuelve indiscutible-mente indiscutible-mente personal. «Ojalá hubiera visto esta cinta cuando era adoles-cente, adoles-cente, porque habría aprendido sobre la cultura del abuso y sobre cómo resistir a través del uso inno-vador inno-vador del cine. Es sorprendente-mente sorprendente-mente cercana a las narrativas contemporáneas y a las políticas reflexivas en torno a la mirada. Eso significa que contribuyó a inven-tarlas inven-tarlas todas. Me alegro de que por fin vaya a proyectarse en la gran pantalla como la contribución de-cisiva de-cisiva al cine que es», reconocía la cineasta Céline Sciamma durante la justificación de su elección de esta obra –considerada por la también también directora de « Retrato de una mujer en llamas» una «pieza fundamental fundamental de la cinematografía feminista feminista del siglo XX»– para la ret ret ro spec t i v a « Young at Heart-coming of Age at the Movies», Movies», presentada en la pasada edición edición de la Berlinale.
Del testimonio a la obra
Reafirmándose como artefacto cinematográfico catártico para su directora, víctima de una violación cuando tenía 16 años durante 1962 en una fiesta por parte de un compañero compañero de clase mayor que ella, es una película experimental y narrativamente narrativamente pionera en lo que al tratamiento tratamiento del angustioso tema de la violación se refiere que ahora, gracias gracias a la labor de recuperación de Atalante y su restauración en 4K, aterriza en el formato ampliado de las salas para resonar con el triple de fuerza en las conciencias de la gente y en esas masculinidades defectuosas que siguen pensando que gran parte de la culpa de la existencia de la violencia sexual responde a una provocación por parte de la propia víctima.
«Tenía que ser capaz de explicar lo que me había ocurrido a otras personas. Fue muy bueno verlo y escucharlo a través de una película película como la que hicimos, porque cuando los actores hacen algo, todo se vuelve más real», señala Coolidge. Aunque resulte terroríficamente terroríficamente real. al agresor en la cinta y que plantean una serie de inquietantes inquietantes dudas sobre lo que piensa de ataques como este; por ejemplo, dice que, quizá, un hombre que ha cometido algo así «lo necesitaba» o que solo se trata de un «completo ignorante», afirmaciones que ni él sabe defender una vez pronunciadas, mientras asistimos al rodaje de las escenas más duras, aquellas que reflejan el forzamiento de la chica sobre una sucia cama situada en un nauseabundo apartamento de Nueva York. Y, que, con el temor a rastras de estar embarazada, aún debe aguantar los obscenos comentarios comentarios de otras estudiantes que la tratan como si fuese prostituta o una mujer «fácil». Terrible. Aunque lo peor radica en que la historia nos sigue sonando hoy. Hasta cuándo, me pregunto.