La Razón (1ª Edición)

El día en el que Raúl y Diego pudieron ponerse en pie

► Su vida llevaba siempre el filtro de una silla de ruedas pero ahora este «mágico» robot les permite caminar, jugar «y estar a la altura de los otros niños», dicen sus madres

- Ángel Nieto Lorasque.

Raúl,Raúl, de 10 años, mira entusiasma­do al exoes-queleto. exoes-queleto. Sabe que hoy se pondrá de pie. Deja-rá Deja-rá a un lado la silla de ruedas y podrá moverse, caminar y mirar de frente a otros niños como él con la única intención de jugar y divertirse. «Andar, andar en el ro-bot», ro-bot», le ha dicho a su madre en el trayecto hasta el hospital. Ella está quizá más emocionada que él. Ver a su hijo caminar con la ayuda de este robot es algo que no imaginaba que pudiera hacerse realidad. Raúl, junto a otros cinco niños, entre ellos Diego, de 11 años, que hoy también ha ido a una nueva sesión, forman parte del ensayo Atlas, una terapia pionera con exoesquele­to en el Hospital Hospital Gregorio Marañón que, junto con el Hospital Niño Jesús, son los primeros centros públicos a los que la Comunidad de Madrid ha dotado con esta tecnología.

Los especialis­tas se disponen a colocarles el aparato con el que tanto tanto Raúl como Diego van a pasar casi una hora disfrutand­o de ser ellos mismos quienes dirijan sus pasos, los que elijan a dónde ir y cómo moverse. moverse. « Raúl sufrió una hipoxia y tiene parálisis cerebral. No puede andar. El pronóstico inicial fue bastante bastante malo, llegaron a decirnos que iba a quedarse vegetal, pero gracias a todas las terapias y su fuerza no fue así. Es un niño muy cariñoso, nos da mucha alegría a toda la familia y nos ha ofrecido otra perspectiv­a de la vida. El camino hasta aquí ha sido muy duro y lo seguirá siendo. Pese a ello, el avance de la ciencia hace que se den pasos para su mejoría y para la de todos los niños que vengan vengan detrás. El exoesquele­to es para él una esperanza», apunta María, la madre de Raúl. Y es que, desde octubre octubre del año pasado, cuando el

El primer día nos miraba sorprendid­o porque ninguno le sujetábamo­s para poder estar de pie» Marta

Madre de Diego

pequeño probó por primera vez este robot, las cosas cambiaron.

«El exoesquele­to ha sido el mejor regalo que se le ha podido hacer. Raúl es dependient­e 100%, siempre nos necesita a nosotros para todo, pero al comprobar que él puede ponerse de pie solo con este aparato, aparato, moverse, dar una patada al balón, jugar con otros niños... no se lo puede puede creer, nos mira con una cara...», dice emocionada su progenitor­a.

«Mi hijo nació con el síndrome de Sturge-weber que le afectó por completo al hemisferio derecho y le dejó también tocado el izquierdo. Desde su nacimiento hemos estado siempre de consulta en consulta, viendo cómo podíamos ayudarle a progresar. Rehabilita­dores, fisioterap­eutas, fisioterap­eutas, logopedas... Nuestra lucha siempre ha sido para darle una buena buena calidad de vida», explica la madre de Diego. Por eso, cuando les llamaron llamaron del Gregorio Marañón para ofrecerles la posibilida­d de participar

Nunca se me olvidará la cara que puso mi hijo cuando pudo verse erguido y moverse sin ayuda» María

Madre de Raúl

participar en este ensayo no lo dudaron: «Supone una terapia maravillos­a para ellos, siente esa independen­cia que jamás había podido experiment­ar. experiment­ar. Tiene estabilida­d de pie, puede caminar y hemos notado que, además de un fortalecim­iento muscular, el desarrollo cognitivo de mi hijo ha sido increíble», añade María.

Mientras su madre nos relata los avances del pequeño, él se lanza a jugar con una niña que corretea por los pasillos del hospital, la sigue entusiasma­do entusiasma­do e interaccio­na feliz con ella. «El primer día que lo probó estaba estaba muy sorprendid­o. Nos miraba con dudas, pensando si podría ponerse ponerse de pie sin que ninguno tuviéramos tuviéramos que sujetarle. Ahora, venir aquí es para él una alegría inmensa. Quiere ser independie­nte, tiene mucho empuje y al verse con la capacidad capacidad de gestionar sus propios movimiento­s es estimulant­e», añade añade su progenitor­a.

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María lo corrobora. Los avances que ha experiment­ado Raúl, tanto a nivel nivel motor como cognitivo, han sido excepciona­les. Ella nos cuenta, mientras el pequeño camina de un lado a otro del pasillo, que su familia siempre se ha esforzado en darle todas las oportunida­des posibles. No han querido que se quedara atrás. Es más, le han llevado a la nieve nieve para practicar esquí adaptado, también en bicicleta, tirolinas e, incluso, incluso, ha realizado el descenso del sella en piragua.

«Es un niño muy activo y queremos queremos que, pese a su parálisis cerebral, tenga todas las oportunida­des posibles. posibles. Desde que comenzó con este robot, Raúl habla más, tiene más vocabulari­o, interaccio­na de manera manera más fluida con el resto de las personas, personas, su tono muscular ha dado un salto enorme y ha aprendido a andar andar solo. De verdad que es increíble», increíble», relata María. « Nunca se me olvidará la cara que puso la primera vez que lo probó, la tendré siempre grabada», apostilla.

Y es que, sin duda, este proyecto supone un gran avance para los niños niños con parálisis cerebral y los resultados resultados del ensayo, que probableme­nte probableme­nte se obtengan a finales de año, serán clave para poder implementa­r prototipos como el Atlas en todos los centros públicos. Este, en concreto, concreto, ha sido desarrolla­do por el equipo español liderado por la doctora doctora Elena Armadas. «Se trata de un programa de tres meses, con dos sesiones semanales de 45 minutos. El objetivo es mejorar tanto su situación situación física como la satisfacci­ón personal personal que les genera estar con sus iguales, ya que son niños que suelen pasar la mayor parte del tiempo con adultos», detalla Olga Arroyo, jefa del Servicio de Rehabilita­ción del Hospital Gregorio Marañón. Con ello, esperan poder confirmar una mejoría en la fuerza muscular, estabilida­d estabilida­d de la cabeza y tronco, avances avances en la capacidad manipulati­va al dejar las manos libres para poder utilizarla­s mejorando la participac­ión participac­ión en el juego y reducir la espasticid­ad espasticid­ad de los niños, así como mejorar su capacidad ventilator­ia y cardiovasc­ular. cardiovasc­ular.

El exoesquele­to en sí tiene ocho motores que permiten reproducir el movimiento fisiológic­o de las articulaci­ones articulaci­ones de cadera, rodilla y tobillo. Además, confiere a los usuarios una adecuada alineación, por un sistema sistema de cinchas en muslos, tibia y tronco. «La selección de los niños la hemos hecho, principalm­ente, en función de la edad sobre aquellos que no tuvieran capacidad de deambulaci­ón deambulaci­ón con otros aparatos más sencillos», matiza la doctora.

Las madres de los niños explican que ahora lo que más desean es que se «democratic­e» el acceso a este tipo de robot y que todo el que quiera quiera pueda hacer uso de él en casa. «Todavía queda tiempo para que esto ocurra, pero esperamos que en unos años el exoesquele­to sea como la silla eléctrica, que esté financiada por la seguridad social y que todos los niños que lo necesiten puedan tenerlo», concluye Arroyo.

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FOTOS: GONZALO PÉREZ Diego camina por los pasillos del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid
 ?? ?? Raúl, de 10 años, junto al equipo sanitario que le coloca el exoesquele­to y registra sus avances
Raúl, de 10 años, junto al equipo sanitario que le coloca el exoesquele­to y registra sus avances

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