La Razón (1ª Edición)

Mónica García y el caso «Koldo-ábalos»

- Sergio Alonso

ElEl caso « Koldo-ábalos» le ha abier-to abier-to a la actual ministra de Sanidad, Mónica García, una oportunida­d de oro para demostrar de una vez por todas que las descalific­acio-nes descalific­acio-nes que recibía de «sectaria» eran inmerecida­s, y que su autoprocla­mada defensa de la Sanidad pública, esa de la que tanto hacía gala cuando opositaba sin éxito a la presidenci­a de la Co-munidad Co-munidad de Madrid, no era lo que parecía, un fuego de artificio, una burda y estéril estratage-ma estratage-ma para derrocar a Isabel Díaz Ayuso, una treta parvularia dirigida a embaucar a los incautos en connivenci­a con sindicalis­tas, actores de la ceja y afines varios, y rascar a su costa un puñado de votos.

La trama socialista corrupta que expoliaba las arcas públicas con los materiales sanitarios en plena pandemia se lo ha puesto, coloquial-mente coloquial-mente hablando, a huevo.

Como máxima autoridad sanitaria del Es-tado, Es-tado, y en demostraci­ón de coherencia con sus planteamie­ntos anteriores, García debería arremeter ahora contra el ex ministro de Transporte­s, su siniestra mano derecha, la presidenta del Congreso y la red de interme-diarios interme-diarios que se lucraba presuntame­nte a costa del dinero de todos en medio de la desgracia ajena.

Y tendría que hacerlo, al menos, con la misma misma saña con la que hostigaba a la presidenta de la Comunidad por los contratos de su hermano hermano pese a ser estos legales, como acreditó la Justicia.

Saquear fondos públicos destinados a la

Sanidad está feo, pero hacerlo mientras centenares centenares de pacientes morían víctimas de las acometidas del virus y del letargo del Gobierno Gobierno a la hora de adoptar medidas preventiva­s y de comprar materiales de protección tendría que hacer recapacita­r a la hoy ministra, si quiere ganarse el respeto de la ciudadanía y no sólo el de sus acólitos.

García lo tiene ahora muy fácil. Es ministra y desde ese cargo dispone de poder suficiente suficiente para acceder a toda la informació­n sobre las compras que se realizaron por Sanidad entre febrero de 2020 y el fin de esta crisis. Le sugiero que revise especialme­nte decenas de contratos suscritos por el entonces responsabl­e responsabl­e del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa), Alfonso Jiménez Palacios, y por la que era directora general de Farmacia, Patricia Lacruz. En los expediente­s a su alcance comprobará comprobará que lo publicado en medios como LA RAZÓN posiblemen­te se quede corto.

Le sugiero también que hable con funcionari­os funcionari­os de Sanidad, un departamen­to en que eran vox populi las irregulari­dades cometidas en las adjudicaci­ones a dedo a empresas desconocid­as desconocid­as en el sector. Algunos le dirán que varias de las compras eran ordenadas fuera del Ministerio, desde arriba.

La ministra debería indagar también por qué Sanidad desoyó la lista de proveedore­s fiables que le proporcion­ó Fenin, la patronal de los productos sanitarios.

La defensa de la Sanidad pública consiste en esto, en destapar a los corruptos que se lucran con ella. No en ser tibios con ellos ni dedicarse a montar algaradas en las calles detrás de una pancarta.

La defensa de la Sanidad consiste en destapar a los corruptos, no en ser tibios con ellos

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