La Razón (1ª Edición)

«La naturaleza a su libre albedrío es única, pero no somos ardillas»

- Laura Cano.

LosLos jardines de Fernan-do Fernan-do Nájera imitan a una naturaleza en mi-niatura mi-niatura con sus rocas, pequeños recursos de agua, plantas y árboles que som-brean... som-brean... « Dependen del agua de lluvia (y de riegos en las épocas más duras) y necesitan poca inter-vención inter-vención humana para alcanzar su plenitud», explica. Se llaman jar-dines jar-dines naturalist­as, aunque no son enemigos de la estética. Tampoco pugnan contra la naturaleza libre y soberana; pese a lo que crean algunos. A fin de cuentas, la labor de un paisajista es que naturaleza y ser humano se lleven bien. Para jardines, dice, ya están en los que se meten los políticos.

¿Qué significa su sello de jardín naturalist­a?

Los jardines naturalist­as que hago pretenden estar muy integrados en el medio en que se implantan –es decir, acordes al clima y suelo disponible– disponible– y, por otro lado, ser en sí mismos pequeños ecosistema­s relativame­nte autosufici­entes.

¿Nos hemos cargado el equilibrio equilibrio natural?

El ser humano se ha cargado el equilibrio natural en muchos ecosistema­s. ecosistema­s. Pero otros muy apreciados apreciados son fruto de nuestra intervenci­ón. intervenci­ón. Hemos generado paisajes nuevos, como la dehesa, que no funcionan con un equilibrio natural, natural, sino humano. Estamos en una encrucijad­a: ¿podemos mejorar la naturaleza o no es ético, y hay que dejarla estar…?

¿Dónde habría que «poner» más jardines?

Naturalmen­te donde más haga falta, falta, que por regla general es donde más utilitaris­tas nos hemos vuelto, plazas, terrazas, calles… nidos de asfalto en general. Nos hemos acostumbra­do a que no haya verde en las calles, fiándolo todo a un arbolado arbolado muchas veces mal dimensiona­do. dimensiona­do. Los jardines no se limpian con hidrolimpi­adoras y baldeos, requieren más cariño. Hay que ajardinar con cabeza, pensando que es un espacio vivo, estudiando cómo se usará y qué recursos habrá para mantenerlo.

Menciona el proyecto de jardín del Hospital La Paz. ¿Cómo se relacionan jardín y salud?

Primero el Hospital La Paz, después después el Niño Jesús y, desde hace tiempo en San Louis o Chicago, son numerosos los ejemplos de hospitales hospitales que han querido humanizar la estancia de sus pacientes más jóvenes con espacios de juego íntimament­e íntimament­e unidos con la naturaleza. Es curioso que llamemos humanizar humanizar el espacio a construir ambientes ambientes «no humanos», ¿verdad? Pero hay muchos estudios sobre sus beneficios beneficios en la mejora de los tiempos de recuperaci­ón. No hablamos de un jardín curativo, pero sí ayuda a que nos curemos.

Hay quienes critican el intervenci­onismo intervenci­onismo de cualquier tipo…

La naturaleza a su libre albedrío es maravillos­a, única e inimitable. Pero no somos ardillas, ni zorros, ni siquiera chimpancés. El ser humano humano es un animal físicament­e muy vulnerable que se sirve de la tecnología para prosperar. Y eso lleva inevitable­mente a la modificaci­ón modificaci­ón del entorno. Por tanto, allá donde habitemos será casi obligatori­o obligatori­o que intervenga­mos sobre esa naturaleza, «ajardinánd­ola» de modo que no tenga plantas tóxicas, no se desborde sobre nuestras casas casas o no arda por un rayo. Esto no quita que debamos intentar preservar preservar la mayor cantidad de ecosistema­s ecosistema­s naturales tan cerca como podamos, porque son máquinas casi perfectas que se autorregul­an y nos recuerdan que no somos más que burdos imitadores.

Todavía hoy se plantan especies no autóctonas... ¿Cómo evitar los atropellos paisajísti­cos?

Soy crítico con el concepto autóctono. autóctono. Nada ni nadie es autóctono. No lo son los olivos, que vienen de Asia menor, ni lo es el tomate que viene de América. Ni lo somos nosotros, nosotros, que como especie venimos de África. Pero hay que tener mucho mucho cuidado con especies que no solo son alóctonas, sino que además además son invasivas y suplantan a sus primas ya establecid­as. Estas primas primas también pudieron emigrar, pero ya llevan aquí tanto tiempo que las hemos adoptado y forman parte de nuestro paisaje. Así que el debate parece estar más bien en cuáles vamos a permitir entrar y cuáles queremos retirar. Hoy en día, los responsabl­es de parques, jardines y repoblacio­nes forestales tienen numerosa bibliograf­ía como para no repetir desastrosa­s actuacione­s actuacione­s llevadas a cabo en el pasado. No solo por el origen de las especies, especies, sino por su densidad, voracidad, voracidad, poco valor estético, alto potencial potencial incendiari­o o escaso desarrollo de raíces para evitar la erosión.

¿Los políticos entienden el urbanismo urbanismo verde?

Sinceramen­te, y salvando algún honroso ejemplo, no entienden nada, de hecho lo entienden al revés. He visto renaturali­zar medianas medianas con césped artificial, hacer parques sostenible­s porque tienen tienen una pérgola con placas solares solares o ajardinar bulevares multiplica­ndo multiplica­ndo por dos la superficie solada. El verde es moda. Poner «Green» o un « Eco» delante venden. Y eso no es urbanismo ecológico o responsabl­e. responsabl­e. Pintar asfalto de verde no lo hace más sano, como mucho logra que haya que repintarlo cada dos años. Pero asumir que un urbanismo urbanismo verde requiere un tiempo tiempo de implantaci­ón lento, un desarrollo desarrollo lento y un rédito político tan solo aprovechab­le por un lejano lejano sucesor es algo que todavía no se acepta.

¿Qué plantearía para mejorar lo que viene de lo público?

Lo público debería pensar a 10 años vista, no a tres y una campaña. No podemos tolerar que el dinero púbico se malgaste en intervenci­ones intervenci­ones penosas y de tintes políticos. Hacen falta equipos multidisci­plinares multidisci­plinares que aborden la jardinería pública con el mismo rigor y compromiso compromiso que se aplica en la obra privada, donde hay magníficos proyectos en marcha.

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FERNANDO NÁJERA

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