La Razón (1ª Edición)

El padre que tras el asesinato de su hijo se ordenó sacerdote

► El hermano de Vicente Marín, fallecido en la estación de Atocha: «Desde ese día la mirada de mi madre dejó de brillar»

- C. S. Macías.

«Al escuchar lo de las explosione­s, tuve el pálpito de que Vicente iba en ese tren »

ElEl día anterior al 11 de marzo de 2004 había habido partido de Copa de Europa. Faus-to Faus-to Marín, hoy diácono del Arzobispad­o de Madrid, re-cuerda re-cuerda «muy bien» todo lo de aquel día. « Esa mañana pasé por un quiosco minutos antes del atenta-do atenta-do y me fijé en las portadas. En una decía que se esperaba un atentado. Entré a desayunar en un bar. En la radio, en la cafetería a la que nunca he podido volver, saltó la noticia de que se habían producido unas ex-plosiones ex-plosiones en Atocha. Tuve el pálpi-to pálpi-to de que mi hermano iba en esos trenes». Vicente Marín tenía 37 años y era consultor. Esa mañana había cogido el tren en la estación de Asamblea de Madrid para, al llegar a Atocha, ir dándose un pa-seo pa-seo hasta llegar a las Torres de Va-lencia. Va-lencia. Nunca llegó. La bomba que explotó en la estación de Atocha acabó con su vida.

En el mismo instante en el que Fausto Marín escuchó la noticia por la radio, «comenzó la búsque-da». búsque-da». Los teléfonos no tenían geolo-calizador, geolo-calizador, solo salía apagado o en-cendido. en-cendido. « Mi hermano, cuando pasaba algún accidente o contra-tiempo contra-tiempo siempre avisaba a mi ma-dre», ma-dre», pero ese día no ocurrió. La familia le buscó por «todos los si-tios». si-tios». Fueron pasando las horas y cada vez veíamos más claro el fi-nal», fi-nal», recuerda.

Desde la mañana del día 11 has-ta has-ta el día 12, momento en el que su padre identificó a su hermano, dice que «parecía como una película». Era el ir y venir por los pasillos pen-sando pen-sando que los rasgos de una perso-na perso-na coincidían, y «al darle la vuelta, ver que no era él... Ir a otro sitio a ver si lo encontrába­mos... Fueron unas horas muy dramáticas».

A Vicente le gustaba el deporte, se cuidada mucho y le gustaba pa-sear pa-sear por las mañanas. «Era un ena-morado ena-morado de Madrid. Podría estar dos semanas fuera de su ciudad, pero no mucho más, porque Ma-drid Ma-drid le gustaba hasta en verano».

Fausto, era el hermano pequeño y fue con él con quien más tiempo convivió. Dice que «él era la defini-ción defini-ción de hermano». Mientras todos eran del Real Madrid, él era forofo del Atlético. Le gustaban las cancio-nes cancio-nes de Sabina y, sobre todo, «le gustaba la vida y tenía planes de formar una familia».

La vida le cambió a la familia Marín aquel 11M. « Para mí fue el mayor aprendizaj­e de vida. La escala escala de valores te la cambia y los problemas los sitúas en otra perspectiv­a. perspectiv­a. Con Vicente, se fue una parte de mi padre, pero sobre todo de mi madre. Desde aquel día, su mirada dejó de brillar ». La vida transcurri­ó para el resto de los hermanos, hermanos, aunque siempre marcada por lo ocurrido.

Tras el zarpazo del terrorismo, «cuando mi madre murió, mi padre se ordenó sacerdote y puso su vida en manos del Señor». Ese giro en la vida de su progenitor no sorprendió sorprendió en la familia. Fausto Marín, padre de Vicente, se había ido a unos ejercicios espiritual­es tras morir su mujer. «Mi madre le dijo un día que si ella faltaba que se diera diera a la Iglesia. A nosotros, gracias a Dios, la Iglesia nos ha acompañado y ha estado con nosotros en todos los momentos». Su padre, Fausto Marín, tiene ahora 86 años y se ordenó ordenó cuando tenía 80. En estos días la familia intenta evitar que rememore rememore tanto dolor, por su salud.

«Un padre sacerdote es doblemente doblemente padre», asegura Fausto hijo. «Él está más mayor, pero, mientras ha podido y contaba con una condición condición física buena, ha estado ejerciendo ejerciendo su sacerdocio de un modo pleno. De hecho, él se dedica sobre todo a confesar y para nosotros es una gracia de Dios tener un padre sacerdote». Fue el cardenal arzobispo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quien lo ordenó. «Entonces, mi padre padre era diácono permanente, como yo», recuerda. « No hay cosa más bonita que el poder servir».

Si alguno de los asesinos de su hijo le pidiera la administra­ción del perdón. ¿Le costaría darlo? « Ninguna Ninguna duda. Él tiene muy claro que sin dar el perdón no se puede vivir, no me cabe la menor de las dudas» de que lo daría. «Al final, el no perdonar perdonar te hace mantenerte alerta, tener rencor, y una serie de sensacione­s sensacione­s que no son buenas para la persona», asegura su hijo Fausto. Dice que «también hay que pensar en las familias de esas personas, que tampoco tenían culpa. Hay que tener un corazón grande. Jesús nos dijo que tuviéramos un corazón grande. Pero nunca puedes olvidar lo ocurrido porque tú eres quien eres por las experienci­as de tu vida.

Llevamos ya veinte 11 de marzo. Los días once vamos siempre a misa: el 11 por mi hermano, y también también por mi madre que murió un 11 de septiembre».

Dice que, en su caso, no ha sentido sentido que Dios les abandonara. «Si Dios te abandona no te daría la capacidad capacidad para poder sobrelleva­r todas esas cosas. La paz que nos da Dios para poder llevar esto nos hace que esté presente en nuestra vida –afirma–. Somos seres humanos, humanos, y no es que te cree dudas de fe, sino que puedes tener sentimient­os sentimient­os de rabia, de impotencia al ver que te falta un ser querido». «Pero creo que Dios nunca te abandona, sino que te acompaña», añade.

El yihadismo ha fijado sus ataques ataques contra el catolicism­o, como ocurrió en Algeciras con el asesinato asesinato de un párroco, pero él no teme. « Más que miedo, lo que recuerdo es a las familias, la soledad soledad y la incomprens­ión» y asegura asegura que le pide al Señor que «les dé fe para llevar esa cruz de la mejor manera posible».

Durante años, el hermano de Vicente Marín se comió la cabeza para explicarle a sus hijos lo que le pasó a su tío. Dice que durante estos años no se ha preguntado mucho los porqués, que cree en el Estado de derecho y prefiere quedarse «con todo lo bueno que él –su hermano– me da ahora desde desde el cielo».

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el 11M. A la izda. su padre, Fausto Marín, el día que se ordenó sacerdote, junto a su hijo Fausto
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(arriba), asesinado
Vicente Marín (arriba), asesinado

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