La Razón (1ª Edición)

Núria Espert tiene cuerda para rato

La actriz recibirá el Max de Honor en Tenerife y termina con los rumores sobre su retirada: «Hay un proyecto [de Mouawad] que ya he aceptado y no puedo contar más»

- Julián Herrero.

HaceHace un año que sal-taba sal-taba la noticia: Nú-ria Nú-ria Espert dejaba los escenarios. La retirada se daba por hecho tras unas palabras de la propia actriz en la televisión auto-nómica auto-nómica catalana en las que reco-nocía reco-nocía no tener la «intención de aceptar ningún proyecto más». Sin embargo, el suflé no tardó de-masiado de-masiado en bajarse. El terremoto apenas duraba horas. El entorno de la Espert salió rápido a rectifi-car rectifi-car «el malentendi­do» y la intér-prete intér-prete (Premio Princesa de Astu-rias Astu-rias de las Artes de 2016) continuó con lo que tenía entre manos, « La isla del aire». Un trabajo que toda-vía toda-vía la sorprende por «lo divertido» de su personaje. «Se ha convertido en un mito, como algo que des-prende des-prende un buen olor».

Se especuló entonces con que el montaje que dirigía Mario Gas podía ser el último, pues tampoco hay que obviar los 88 años que tiene hoy la intérprete (en junio, 89), pero lejos de decir adiós, y un año después de aquello, doña Nú-ria Nú-ria Espert –«Gran Dama del Tea-tro Tea-tro » – dice rotundamen­te que « no», que no se retira, que «hay un proyecto que ya he aceptado». ¡Toma! Eso sí, se detiene, «no pue-do pue-do contar más que una parte de él » . ¿ Y eso es...? « Un texto de Wajdi Mouawad», el autor de los « Incendios» que ya protagoniz­ó la actriz en 2017 (también bajo la dirección de Gas). « Mouawad suena exótico y a buen director. Me tiene estudiando por la noche y aterroriza­da, como siempre que emprendo algo nuevo». Incluso, envalenton­ada, mira más allá: « Estoy pensando en Cleopatra. Es el momento ideal de esta obra que siempre he querido hacer y nunca he podido», avisa.

Los miedos de siempre

No oculta los «miedos» y las «insegurida­des» «insegurida­des» que todavía le asaltan ante una nueva empresa, pero luego luego «la cosa se va calmando, si no sería imposible», reconoce la intérprete intérprete durante el anuncio de otro hito para su carrera (se acerca peligrosam­ente peligrosam­ente a los 200 reconocimi­entos, reconocimi­entos, medallas, distincion­es...): el Premio Max de Honor de este 2024, que recogerá en la gala del 1 de julio en Santa Cruz de Tenerife.

Espert se muestra «felicísima», dice radiante. « Feliz de estar aquí y poder contar todas las cosas buenas buenas que me están pasando» (también (también hay que sumar el Honoris Causa por The Royal Central School of Speech and Drama de la Universida­d de Londres). Asegura que es un reconocimi­ento tan «deseado» «deseado» como lo que ha «tardado en llegar», apunta sin rencor alguno. alguno. Y lo justifica: « Ha habido otros premios y otros actores maravillos­os maravillos­os [que se lo han llevado]». También También «estábamos en unas giras tremebunda­s en las que no pisábamos pisábamos España». Y así, claro, es imposible. Entre lo especial de esta manzana, asegura que está que sea «un premio que nos damos damos a nosotros mismos. Actuamos Actuamos y dejamos un rastro que después después se convierte en votación».

Su rastro empezó muy joven. Con 19 años, la Medea que hizo en Barcelona fue fundamenta­l. « El resultado de esa interpreta­ción marcó mi carrera». Eran tiempos de censura férrea. Muy diferente a la de ahora. Al menos, son otro tipo de condenas: « No. No se atreverán. atreverán. No les dejaremos», firma tajante tajante y tan reivindica­tiva como en sus inicios –«éramos unas desvergonz­adas»–. desvergonz­adas»–. Entonces, ella misma se sentía «una trágica». Daba inicio inicio a su repertorio dramático que quizá sublimó (una vez más) con aquella «Violación de Lucrecia» dirigida por Miguel del Arco.

Núria Espert roza los 90, pero es incansable; se define como «muy trabajador­a», como una mujer que no sabría elegir un solo trabajo. Cuando le toca actuar «solo existe el escenario y tú». « A Electra le sienta bien el luto», «¿Quién teme a Virginia Woolf?», « El rey Lear»..., enumera. No puede detenerse en uno. Donde sí sorprende es en un papel que no disfrutó, el de Próspero, Próspero, en « La tempestad » , de Shakespear­e «y con un grandísimo grandísimo director como Jorge Lavelli», sostiene. « No estuve bien. No estuve estuve a la altura», dice entre muecas de disconform­idad.

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ALBERTO R. ROLDÁN Imagen de Núria Espert la semana pasada en la sede de la SGAE, en Madrid

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