«SI NACIÓN ES UN SENTIMIENTO DE IDENTIDAD... CREO QUE ESPAÑA ES UNA NACIÓN DE NACIONES»
LosLos sentimientos. Parece el título de una novela de autoficción, que es lo que se lleva ahora. Contar lo que le pasa a uno, incluidos los absurdos detalles que componen el noventa por ciento de la vida, como si de ahí se pudiese extraer una gran lección moral en la que reflejarse el resto de la humanidad. Los sentimientos, decíamos, están muy bien en literatura, siempre que se administren con cuidado y no sirvan para esconder las limitaciones del autor con gimoteos y creer que las lágrimas añaden más verdad que el silencio. Ahora bien, en política, los sentimientos es un territorio muy resbaladizo, si no se le ponen límite. Y el límite sólo lo puede poner la ley, el texto y la palabra. Miquel Iceta, que es un hombre con sentimientos que a veces expresa como un pequeño derviche girovante, marcó él mismo en una entrevista con Efe cuál es esa barrera. «Si nación es sinónimo de Estado, pues el Estado es el español, que es el que garantiza la ciudadanía y la igualdad de derechos y deberes. Pero si nación es un sentimiento de identidad, ¿por qué no? Yo creo que España es una nación de naciones, lo he defendido siempre y lo seguiré haciendo», lo que no debe ser un impedimento si Pedro Sánchez lo llama a su seno y lo hace ministro. Es decir, que Cataluña sea una nación no tiene más valor, ni menos, que la consideración sentimental que cada catalán quiera darle al amor que siente por la tierra que le acoge, incluso castiga. Volvemos una vez más al célebre preámbulo del Estatuto de Autonomía de 2013, que dice: «El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a [Cataluña como nación]1. La Constitución Española, en su artículo segundo, reconoce [la realidad nacional de Cataluña]2 como nacionalidad». Las notas a pie de página 1 y 2 hacen referencia, según advierte el propio texto, a que «no tiene eficacia jurídica interpretativa», conforme con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Todo lo demás es música. Iceta baila solo.