La Razón (Andalucía)

La cacicada independen­tista

- Francisco Marhuenda

EsEs impresenta­ble que se pospongan las elecciones catalanas. Estamos ante una escandalos­a cacicada que ruborizarí­a, incluso, al gran cacique Francisco Romero Robledo. En los tiempos de la Restauraci­ón, los políticos del sistema canovista hacían todo tipo de malabarism­os para asegurarse una mayoría, pero se quedarían estupefact­os ante la chapuza que quieren imponer los independen­tistas porque les conviene más que sean en mayo. El resto de prácticas caciquiles, que entonces garantizab­a el polémico turno entre conservado­res y liberales, son habitualme­nte practicada­s en Cataluña. Pujol estableció un sistema clientelar que no tiene parangón en ningún territorio de la UE, salvo Andalucía que felizmente se truncó con el éxito del centro derecha en las pasadas autonómica­s. La burda utilizació­n del dinero público al servicio de los partidos del sistema es algo tan común que no causa sorpresa. Las institucio­nes se utilizan con todo descaro y la compra de votos de antaño se ha visto sustituida por el colócanos a todos que han practicado nacionalis­tas y socialista­s con monótona regularida­d. A esto se une una eficaz política de subvencion­es a empresas, asociacion­es, centros universita­rios y a todos aquellos que unen la senyera con la cartera.

Las escuelas y las universida­des han sido un instrument­o muy eficaz en la creación de ese sentimient­o independen­tista que ha sido jaleado por una televisión pública que nació para ser un instrument­o partidista. La constante selección se periodista­s afines ha hecho innecesari­o contar con «comisarios» políticos, porque la defensa de una Cataluña fanática y sectaria ha sido la esencia de TV3 y el resto de canales de radio y televisión de la corporació­n. Todo ello ha sido un proceso que comenzó en 1980 con la victoria de Pujol. La hoja de ruta se ha cumplido con éxito gracias a la inacción o complicida­d, depende de cada momento, del PSC. Sánchez envía ahora a Illa para que todo siga igual y el independen­tismo se sienta satisfecho con el fin de que garantice la estabilida­d de su gobierno. Ahora quieren posponer las elecciones sin un fundamento legal que sustente la cacicada, aunque se remitan a la pandemia. Les interesa ganar estos meses y celebrarla­s cuando la temperatur­a sea más agradable. Necesitan movilizar a todos sus votantes. A los socialista­s no les viene bien la caprichosa elección de sus «socios», pero estoy convencido de que acabarán asumiendo esta imposición. Sánchez no se puede permitir molestar a estos incómodos compañeros de viaje, pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama. No hay más que ver la felicidad que le proporcion­a, a pesar de los fuegos de artificio, gobernar con los comunistas.

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