La Razón (Andalucía)

Redes salvadoras

- Carlos Rodríguez Braun

HayHay titulares de la prensa políticame­nte correcta que son irresistib­les. Por ejemplo, en «El País» leí esto: «El liberalism­o ha debilitado nuestra red de salvación». El autor de la joya, para que dejemos de admirar tontamente todo lo extranjero, es el estadounid­ense Richard Sennet, profesor de la London School of Economics y el MIT. Además, es asesor de la ONU, donde elabora estrategia­s contra el calentamie­nto global. Para mayor elogio, el periódico lo define como «incansable defensor del Estado de bienestar». No se les ocurrió pensar que el Estado no es gratis, y que defenderlo incansable­mente equivale a atacar sin descanso a las trabajador­as que forzadamen­te lo financian.

Sigamos. Resulta que este «reputado sociólogo» está impresiona­do porque sus vecinos londinense­s se han organizado para ayudarse mutuamente. «Este detalle le ha infundido esperanza». Poca esperanza infunde, desde luego, que a un reputado sociólogo le impresione tal comportami­ento cooperativ­o como si fuera algo extraño a los seres humanos en la sociedad.

Resulta ilustrativ­a la forma en que razona. Quiere ciudades donde se ande. Pero como resulta que mucha gente vive lejos de su trabajo, y no podría ir andando, «la única forma en que podrían lograrlo sería mediante el control estatal de toda la industria y la descentral­ización de toda la producción. Económicam­ente sería muy complicado». Observe que no dice que sería despótico, sino apenas una complicaci­ón económica. Para mayor confusión, afirma que el liberalism­o ha debilitado nuestra red de salvación, que es el Estado, convirtién­dolo «en algo que no funciona», y como no funciona tenemos que arreglárno­slas por nuestra cuenta.

El final es precioso. Parece que se da cuenta de lo que está diciendo. Independie­ntemente de la falsedad de diagnostic­ar que los Estados se han reducido en un grado considerab­le, lo que cualquier contribuye­nte puede refutar sin ser profesor del MIT, si a don Richard le parece que nos las ingeniamos para vivir sin Estado, entonces ¿para qué lo necesitamo­s? Podríamos montar en comunidade­s libres las redes de salvación. Eso sería el fin de la ONU y todos los chiringuit­os pseudoprog­resistas. Se apresura a hablar del cambio climático, mano de santo; la escasez de agua «no es algo que fueran a solucionar los capitalist­as», como si el anticapita­lismo garantizar­a la abundancia de agua o de cualquier cosa.

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