La Razón (Andalucía)

Robots contra la metástasis

En apenas un año, su uso se ha duplicado y tienen numerosas ventajas frente a la cirugía convencion­al

- Juan Scaliter -

Son particular­mente efectivos en casos de cáncer ginecológi­co, colorrecta­l, de próstata y en el de riñón

El año pasado, de acuerdo con el Instituto Max Planck, el mercado de sistemas robóticos médicos se valoró en más de 7.500 millones de euros. En 2026 la cifra sobrepasar­á los 25.000 millones. ¿Qué los hace tan interesant­es en la lucha contra el cáncer? Varios factores son los responsabl­es del alza de este tipo de tecnología. Las estadístic­as de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es de Estados Unidos (CDC) señalan que 1 de cada 25 pacientes contraerá infeccione­s adquiridas en el hospital. Los robots médicos reducirían estas cifras un 70%.

Estamos hablando de una técnica mínimament­e invasiva que, según la Asociación Española de Cirujanos (AEC), permitiría reducir los porcentaje­s de complicaci­ones de las herida. Al reducir el tamaño de la incisión, también se disminuye el dolor, la posibilida­d de infección y el tiempo de convalecen­cia y de permanenci­a en el hospital. Todos costes que se ahorra el sistema sanitario.

A esto hay que agregarle también la precisión. Si bien la mayoría de los robots operan (trabajan e interviene­n) reproducie­ndo los movimiento­s de cirujanos, cuentan con una precisión milimétric­a, los movimiento­s involuntar­ios o los temblores pueden reducirse hasta diez veces y son capaces de intervenir en un espacio muy reducido sin las restriccio­nes ergonómica­s propias del cuerpo humano. humano. ¿Más ventajas? El análisis visual que realizan excede las dos dimensione­s y se convierte en 3D, permitiend­o explorar más allá de la superficie dérmica antes de realizar un corte. Incluso en entornos en constante cambio.

Finalmente a esto hay que sumarle que los robots pueden actuar también como laboratori­os casi instantáne­os: midiendo el nivel de oxígeno de las células afectadas, ajustando las variantes en consecuenc­ia y enviando imágenes en tiempo real. Pero…¿qué hay de su precio? Es decir, ¿no encarecerá­n el sistema de salud? Como vimos anteriorme­nte se reducen los tiempos de estancia en el hospital, las infeccione­s y las complicaci­ones post-operatoria­s. Pero no es lo único. Un estudio publicado en 2020, en JAMA, descubrió que para ciertos procedimie­ntos de cáncer ginecológi­co, colorrecta­l, de próstata y de riñón, los costes de bolsillo resultan ser menores para los pacientes que se sometieron a cirugías robóticas que para aquellos que se sometieron a cirugías abiertas. Una de las razones puede ser que los hospitales están absorbiend­o el coste que pagaron por el robot, mientras que disminuye también el gasto en equipos desechable­s utilizados en los procedimie­ntos habituales.

Actualment­e, cirugías robóticas se realizan para enfermedad­es ginecológi­cas, urológicas, ortopédica­s, neurológic­as y gastrointe­stinales.Muchavincu­ladasatumo­res cancerosos. Algo muy esperado ya que de acuerdo con un estudio publicado en el «British Journal of Cancer», una de cada dos personas desarrolla­rá algún tipo de cáncer a lo largo de su vida.

El grado de precisión, la capacidad para reaccionar con gran rapidez rapidez ante eventos inesperado­s y la posibilida­d de actuar con las imágenes de la ubicación del tumor para no afectar órganos sanos son cualidades propias de los robots especializ­ados en tratamient­o del cáncer. Pero no solo en cirugía, también en lo vinculado a radioterap­ia. Un desafío clave para administra­r eficazment­e la radio terapia para tratar diferentes tipos de cáncer es asegurar que los tejidos y órganos que rodean el tumor no estén expuestos a demasiada radiación dañina. La propuesta de expertos en el uso de robots médicos es que, en lugar de utilizar los dispositiv­os clásicos de administra­ción de radioterap­ia, aparatos sin la flexibilid­ad de dirigir la radiación desde diferentes direccione­s, podrían utilizarse varios brazos robóticos que apunten a la célula tumoral desde diversos ángulos, minimizand­o la exposición a los tejidos circundant­es.

Y estos son los que se encargan de intervenci­ones quirúrgica­s. Porque también hay que tener en cuenta a los robots médicos que liberan medicinas, analizan células y detectan el nacimiento de tumores. Y todo ello a escala nanométric­a. De hecho el Instituto Max Planck ha desarrolla­do un microrobot que es capaz de navegar con precisión por el ojo humano, analizando en detalle lo que allí ocurre. Y sin que el paciente se entere.

¿Por qué no están en todas partes si son tan buenos? Son varios los motivos. En julio de 2000, la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA) autorizó el uso del primer robot quirúrgico, el famoso Da Vinci, para cirugías generales mínimament­e invasivas. Un año más tarde se autorizó su uso para tratar el cáncer de próstata y en 2005 tumores ginecológi­cos. Se trata de una tecnología con menos de 20 años de implementa­ción y que tiene muchas posibilida­des, pero también depende de la formación de expertos, de un alto grado de tecnología implementa­da previament­e en el hospital y también de la aceptación por parte de los pacientes. En lo que respecta al tratamient­o del cáncer, los grandes robots para intervenci­ones y los nanorobots adaptados para recorrer nuestros órganos a la caza y captura de células dañinas tienen el potencial para convertirs­e en una estrategia muy efectiva contra los tumores. La investigac­ión médica y la capacidad de personaliz­ar los tratamient­os para cada tipo de cáncer y cada paciente, los hará aún más efectivos.

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Los brazos del Versius sirven para administra­r radioterap­ia desde diversos ángulos

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