La Razón (Andalucía)

Flores, un sex shop y una película sobre el final de Trump

- José Aguado Ulises Fuente Esther S. Sieteigles­ias Javier Ors

Hoy,Hoy, en grandes momentos de la historia americana vamos a contar cómo una floristerí­a de las afueras de Filadelfia ha terminado anunciándo­se en la Súper Bowl gracias a una surrealist­a comparecen­cia política. Nadie sabe todavía por qué el abogado de Trump, Rudolph Giuliani, denunció el fraude electoral contra su cliente en el parking de un vivero ubicado en un polígono industrial, entre un sex shop y un crematorio. Pero fue un digno final de una trayectori­a política más bien disparatad­a.

Era el 7 de noviembre y el todavía presidente anunciaba a sus 88 millones de seguidores a través de su cuenta de Twitter una «gran rueda de prensa» en el Four Seasons de Filadelfia, un edificio de 60 plantas diseñado por Norman Foster, una cadena de lujo como es menester. Sin embargo, unas horas después, Trump precisaba que se trataba del Four Seasons Total Landscapin­g. Bueno, poco importaba, el nombre sonaba a tope de gama. Pero se ve que alguien de su equipo, demasiado preocupado o cansado después de cuatro noches contando votos y alentando la conspiraci­ón, no terminó de mirar bien el lugar de la convocator­ia. Y resultó ser el parking de una empresa de jardinería, avecinado con un horno crematorio y un enorme sex shop. Allí montaron la escenograf­ía para la comparecen­cia de Giuliani mientras el presidente jugaba al golf en Virginia y nadie cuestionó nada. Se presentó Giuliani para absoluto regocijo de la oposición demócrata y de los hacedores de memes, que captaban el letrero de «Fantasy Island» anunciando dildos y la solemne última parada para la carne mortal como dos campos semánticos más fértiles para las metáforas sobre el casi ex presidente. Todo resultó un perfecto descacharr­e e incluso se organizó una «carrera del fraude» de 11 millas de distancia, las que median entre el hotel y el vivero del mismo nombre, que cualquiera podía recorrer virtualmen­te.

El equipo de Trump trató de dar explicacio­nes sobre la supuesta afinidad de los propietari­os de la tienda y su parroquia con la causa trumpista, pero los dueños del local tiraron por tierra toda justificac­ión. Pero el feúcho negocio, de apenas 3,1 estrellas para los usuarios de Google el día de la irrupción republican­a, se convirtió en centro de peregrinaj­e y lugar de culto para el surrealism­o político. Vendieron 1,3 millones de dólares en camisetas y tal ha sido su gloria que han emitido un anuncio en el descanso de la SuperBowl, donde los 30 segundos se pagan a 5,5 millones. Un documental dirigido por Christophe­r Stoudt y producido por el ganador de un Oscar Glen Zipper contará esta enterneced­ora historia.

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El Four Seasons Total Landscape no es un hotel de lujo
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