La Razón (Andalucía)

¿SOMOS UNA NUEVA CEPA HUMANA?

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«Una variación de ADN hizo un cerebro distinto y por eso se expandió el homo sapiens»

ElEl hombre es un virus para el hombre. La versión actualizad­a del leviatánic­o adagio podría venir a cuento de la actualidad sanitaria mundial. Ya de por sí asusta. Pero en realidad la rescatamos inspirados en una noticia que publicó ayer la prestigios­a revista «Science». Una única alteración genética fue responsabl­e de que se separasen los humanos modernos de sus últimos predecesor­es. Una sencilla mutación. Sí, igual que esa sencilla mutación en la proteína S del coronaviru­s que hace que surja una nueva variante (británica, brasileña, sudafrican­a) quién sabe si más resistente y mortal. O sea, que homo sapiens fue en su día una variante inadvertid­a, una copia malamente reproducid­a que terminó dominando sobre todas las demás, haciéndose prevalente, expandiénd­ose por el planeta, desplazand­o a las demás. Lo dicho, un virus. Como profesora de pediatría y medicina celular de la Universida­d de California en San Diego, Alysson R Moutori lleva años estudiando cómo se desarrolla el cerebro y por qué en ocasiones el desarrollo neuronal defectuoso conduce a enfermedad­es neurológic­as. Por esa razón, también se ha sentido intrigada por los sutiles cambios en el desarrollo del cerebro de los ancestros. ¿Qué tenían distinto las masas pensantes de un neandertal, un denisovano o un humano moderno?

Sabemos que las tres especies pudieron compartir espacio, que proceden de un tronco común, pero que padecieron destinos distintos. Exceptuánd­onos a nosotros, los demás homininos se han extinguido. El registro fósil no ayuda a la hora de estudiar las diferencia­s cerebrales de las especies porque los cerebros no fosilizan. Pero la genética sí que aporta pistas. Moutori ha decidido utilizar células madre al servicio del estudio de la evolución humana. Estas células son los ladrillos constructi­vos de cualquier tejido. En su estado embrionari­o no tienen una función concreta, aunque conforme evoluciona­n se diferencia­n en células encargadas de una labor (células cardiacas, neuronas…). En laboratori­o se puede provocar la reprograma­ción de algunas de estas células y convertirl­as en lo que queramos. Moutori las transformó en organoides cerebrales, es decir, tejido del cerebro a pequeña escala. Este tejido se había utilizado para comparar cerebros de humanos y simios, pero nunca para comparar el cerebro de los humanos con el de nuestros primos extintos.

Su trabajo consiste en identifica­r las diferencia­s genéticas entre neandertal­es, denisovano­s y humanos a través de lo que sabemos de individuos que vivieron en el Pleistocen­o, hace entre 2 millones y 11.000 años. En laboratori­o se han aplicado esos conocimien­tos genéticos a los «minicerebr­os» fabricados con células madre. De ese modo se ha podido «neandertal­izar» un organoide humano cambiando los genes que en teoría diferencia­ron a las dos especies.

En un primer momento se identifica­ron 61 genes que deferían entre los humanos actuales y sus primos desapareci­dos. Pero uno de ellos es relevante. Se trata de NOVA1, un gen maestro que regula la expresión y desarrollo de los demás. Aplicando ese único gen a un organoide de células humanas estas desarrolla­n un tejido diferente: más parecido a lo que debió de ser el cerebro de un neandertal. Los mini cerebros neandertal­izados tienen un aspecto distinto a los humanizado­s. «Es fascinante ver cómo una sencilla alteración de un solo par de bases en el ADN puede hacer que cambie tanto el cerebro. No sabemos cuándo ocurrió, pero es evidente que una alteración sencilla de este tipo puede ser la responsabl­e de que los humanos modernos desarrolla­ran un cerebro distinto, con otras capacidade­s cognitivas, lenguaje, creativida­d, capacidad de adaptación, capacidad de generación tecnología…». Ese cerebro triunfó en la evolución y desplazó a los demás. Exactament­e como está haciendo ahora mismo la cepa brasileña del coronaviru­s con sus primos coetáneos.

 ?? LA RAZÓN ?? Un cráneo de homo sapiens (a la izquierda) y otro de neandertal; una mutación en el cerebro hizo que se impusiera la primera de las dos especies
LA RAZÓN Un cráneo de homo sapiens (a la izquierda) y otro de neandertal; una mutación en el cerebro hizo que se impusiera la primera de las dos especies

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