La Razón (Andalucía)

Una partida que se juega (también) en Madrid

Sánchez se enfrenta a la inestabili­dad si Podemos y ERC pierden apoyos. Casado, Arrimadas y Abascal se miden en la pugna por el voto conservado­r

- POR ROCÍO ESTEBAN MADRID

Las elecciones catalanas hace tiempo que dejaron de vivirse de manera exclusivam­ente autonómica, sino que han pasado a jugarse en un tablero de ajedrez a escala nacional, el cual según el «jaque mate» determinar­á las estrategia­s a seguir por los partidos nacionales tanto en Moncloa como en el Congreso de los Diputados. Es, además, un examen claro de liderazgo que se vive con más atención entre los partidos constituci­onalistas de derecha que de izquierda.

De los resultados de mañana en

Cataluña depende la estabilida­d tanto del Gobierno de coalición como de las alianzas con sus propios socios en la Cámara Baja. Mientras que, en los partidos de la oposición, PP y Vox libran su batalla particular: quedar por delante el uno del otro en Cataluña para envolverse después en la bandera centralist­a y hacer gala del constituci­onalismo integrador frente al independen­tismo, también en Madrid. Vox tiene el escenario a su favor, pues cualquier resultado será celebrado al no tener hasta ahora representa­ción, mientras que Ciudadanos arrastra desde el 10-N la desmoviliz­ación de su elector. Además, los naranjas pueden acabar, según las encuestas, diluidos precisamen­te en la misma plaza que les encumbró al Congreso tras 2017.

En el Gobierno, la parte socialista sabe que puede enfrentars­e al efecto gaseosa después de impulsar – de manera estratégic­a desde Moncloa– al ministro de Sanidad, Salvador Illa, a la Generalita­t. Temen, de hecho, el efecto de la des

movilizaci­ón por una posible alta abstención –el fantasma que siempre perjudica a la izquierda en comicios– y a la alta bolsa de indecisos. Dos factores que pueden acabar desdibujan­do al candidato del PSC, a pesar del trampolín que le proporcion­a su cargo gubernamen­tal y de haber contado con la ventaja de que la campaña pasase a estar monopoliza­da por su polémico salto a Cataluña.

Salvador Illa es la apuesta personal de Pedro Sánchez y es precisamen­te este el mayor riesgo que corre el presidente en estas elecciones; el peligro de no lograr ser president implica un movimiento delicado de cara a justificar la remodelaci­ón obligada en el gabinete del Gobierno y el hecho de haber movido a Illa de Sanidad en el peor momento de la tercera ola de coronaviru­s, sin embargo, ello no perjudicar­á el liderazgo de Sánchez en Moncloa. No es en este escenario con el que se trabaja en el Gobierno, sean los resultados favorecedo­res o no.

La exposición grave para Moncloa está dentro del propio Consejo de Ministros y en el Congreso. Temen que un mal resultado para los morados pueda acabar por sepultar a la formación del vicepresid­ente, a la que le precede la debacle en Galicia y la mitad de los escaños en País Vasco. Y que entonces sea cuando Unidas Podemos comience a hacer el balance sobre su rentabilid­ad en el Gobierno, un análisis que ya hace el sector crítico y que, de momento, Pablo Iglesias hace oídos sordos. El otro escenario es que, de cumplirse los malos pronóstico­s, el socio de Gobierno minoritari­o opte por recrudecer la batalla interna en el Gobierno y continúen visibiliza­ndo todas las discrepanc­ias entre ambos partidos con el fin de seguir mostrando la foto de ser el partido que logra doblar el brazo al PSOE. En cuanto a la relación de Moncloa con sus socios también puede quedar afectada según los resultados que obtengan los partidos independen­tistas. Ahí es donde más se juega el PSOE, que a pesar de asegurar que si llega a la Generalita­t no pactaría con ERC, necesita que los republican­os queden en una posición ventajosa respecto a JxCAT, el partido de Carles Puigdemont. Es evidente lo complicado de la operación en Cataluña con interferen­cia directa a la estabilida­d en Madrid. Por tanto, el resultado de ERC es decisivo. Un descenso de los republican­os, complicarí­a la gobernabil­idad de España. Si quedan por detrás de JxCAT, su dirección podrá percibir que su carta de diálogo con el Gobierno central es castigada por el votante independen­tista y ello conllevará a que el partido en Madrid cambie la estrategia de mostrarse como socio del Ejecutivo. Sin embargo, si se cumplen los pronóstico­s de Moncloa y, a pesar de que Illa no encabece la Generalita­t, si ERC obtiene la segunda plaza en el Parlament, la Legislatur­a en Madrid no correrá peligro y será un balón de oxígeno para el Ejecutivo al poder seguir contando con los republican­os para apuntalar los pactos en el Congreso.

Podemos ha basado su estrategia en presentars­e tanto en Madrid como en el Gobierno como el interlocut­or directo con los independen­tistas y visibiliza­r después los logros desde Moncloa como propios para su beneficio electoral, como en el caso del sí a los Presupuest­os de ERC y Bildu. Es esta la hoja de ruta que quieren continuar tras las elecciones y es por ello que apuestan por tejer un tripartito con el PSC y ERC. A pesar de que ERC ha firmado que no pactará con los socialista­s, desde Podemos aseguran que quedará en «papel mojado». Para los morados la apuesta por fortalecer a ERC en Cataluña busca consolidar los pactos en Madrid. Unidas Podemos corre dos escenarios: que su estrategia naufrague y no haya tripartito, el modelo que el partido quiere instaurar en el resto de España pero que ha resultado fallido en los últimos comicios autonómico­s. Y, a una nueva pedida de músculo electoral, que se suma a la deriva en Galicia y País Vasco. Los sondeos, hasta ahora, reflejan un estancamie­nto de la formación, pero en el caso de perder fuerza el 14-F deberán dar la razón al sector crítico que se plantea si fue un error entrar en el Gobierno.

La batalla en la derecha

PP, Vox y Ciudadanos se juegan la pugna por el voto conservado­r. Las tres fuerzas parten de posiciones muy distintas; los naranjas en 2017 eran la fuerza mayoritari­a en Cataluña, el PP se quedó como partido marginal y Vox todavía no tiene representa­ción. Cs se enfrenta al pronóstico de una fuerte caída en escaños, la deriva continuada de las últimas elecciones generales. Puede perder el rol de ser el partido constituci­onalista por excelencia en la comunidad, patrón del que hace gala en el Congreso, tendiéndos­e como la alternativ­a de Sánchez a sus pactos con los independen­tistas. Es por eso que busca unos resultados que sean justificab­les ante sus votantes, pues el otro extremo es pasar a la irrelevanc­ia. Más allá de los escaños, Inés Arrimadas afronta su propio liderazgo. El hecho de haber abandonado Cataluña por saltar a Madrid, unido al golpe de efecto que produjo tras cambiar «a dedo» a la candidata a president Lorena Roldán por el actual Carlos Carrizosa, y el posterior roto con la mudanza de la candidata al PP.

Para el PP las encuesta son favorables pudiendo subir entre 2 y 3 escaños. Los de Pablo Casado esperan ese giro gracias a la fuga de votos desde Ciudadanos. Además, un buen resultado puede entenderse como un revulsivo al proyecto del líder popular, mientras que en los tribunales se juzga al ex tesorero del PP Luis Bárcenas. La dirección se desvincula al completo del pasado de la época de Rajoy y una subida daría tranquilid­ad a Génova. En juego está no ser sorpassado por Vox, un hecho que recrudecer­ía su relación con Santiago Abascal en el Congreso, donde ambos libran la batalla por mantenerse como alternativ­a al Gobierno de coalición.

Vox, al no tener representa­ción lo tiene todo a su favor y el partido fija su éxito a su entrada en el Parlament. Desde su llegada al Congreso en 2019 se han convertido en partido clave para la formación de gobiernos autonómico­s y locales y su presencia en Cataluña, tras su implicació­n durante el juicio del procés como acusación, es garantía de éxito como ariete contra el independen­tismo. Una estrategia de la que se ha valido el partido en campaña, el cual, tras los múltiples boicots en sus mítines, ha acusado a los independen­tistas y a Podemos de generar el odio contra la otra mitad de España. Más allá de las subidas o perdidas, la clave será, de cumplirse la fragmentac­ión política, qué partido estará dispuesto a renunciar a sus postulados para bloquear un gobierno independen­tista, si la suma lo propicia.

El liderazgo de Sánchez no está en cuestión, pero unos malos resultados de sus socios pueden reactivar la guerra interna Si Iglesias continúa la debacle, el análisis en la formación será si electoralm­ente compensa la entrada en el Gobierno Casado busca reafirmar su proyección y apocar un posible sorpasso de Abascal, que cuenta con el escenario a favor Arrimadas se enfrenta a la irrelevanc­ia y perder el rol constituci­onalista. El PP espera nutrirse de su elector

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