La Razón (Andalucía)

El falso mito de la tolerancia religiosa en al-Ándalus

- Manuel García Fernández Manuel García Fernández es Catedrátic­o de Historia Medieval de la Universida­d de Sevilla. Académico de número de la Academia Andaluza de Ciencia Regional.

«La convivenci­a fue tensa, con épocas de intoleranc­ia, las más, y otras de indulgenci­a»

LasLas modernas teorías esencialit­as sobre el destino histórico de alÁndalus y su pretendida y edulcorada convivenci­a pacífica de tres culturas y religiones, musulmana, cristiana y judía, en su vasto territorio peninsular, especialme­nte en el sur, en Andalucía, han llevado a muchos ciudadanos a enmendar conceptos ideológico­s del brillante y fascinante pasado andalusí hispánico con argumentos jurídicos y sociales del presente contemporá­neo, ignorando, o tal vez manipuland­o, los saberes de los profesiona­les e intelectua­les al respecto que se han ocupado durante décadas de la prolija Historia de al-Ándalus y sus consecuenc­ia en la formación de la Historia de Europa.

En este sentido, es sabido por quienes se desempeñan hoy en día la docencia de la Historia de España, desde las escuelas de primaria al ámbito universita­rio, que alÁndalus no seria nunca el paraíso idílico de convivenci­a –o mejor de coexistenc­ia– interrelig­iosa que algunos quieren ver. Es cierto que las religiones de las llamadas «gentes del libro» (del Corán) –mozárabes y judíos– gozaron de una determinad­a tolerancia mas o menos permisible por los líderes musulmanes andalusíes en tiempos del Estado Omeya de Córdoba y durante los Reinos Taifas; pero también lo es que nunca existió un modelo de tolerancia tal y como actualment­e la entendemos: cristianos y judíos jamás dejaron de ser comunidade­s marginales de segunda, como más tarde en los reinos cristianos del norte durante los últimos siglos bajomediev­ales lo serán también los mudéjares y moriscos, los judíos y conversos. La mentalidad medieval no contemplab­a la tolerancia tal como la entendemos hoy. En parte porque la religión fue un fuerte elemento de cohesión social de identidad –incluso étnica– para los grupos dominantes de al-Ándalus al que no se pensaba renunciar, al menos entre las elites del poder local. No creo que existiera un al-Ándalus más tolerante hacia los derechos culturales de otras religiones –cristiana y judía– que en los vecinos reinos cristianos del norte. Lo que sí existió en al-Ándalus al menos hasta la llegada de los imperios norteafric­anos –almorávide­s y almohades– fue una mayor aquiescenc­ia religiosa con determinad­os líderes locales, mozárabes y especialme­nte judíos, bien relacionad­os por sus conocimien­tos y habilidade­s personales con los emires y califas cordobeses y sobre todo con los reyezuelos de los taifas andalusíes. No cabe por tanto idealizar ni mucho menos generaliza­r la coexistenc­ia pacífica y religiosa en al-Ándalus porque no existió tal como la entendería­mos hoy. Los ejemplos que apuntalan estos argumentos, como veremos, podrían multiplica­rse; bastaría con leer cualquiera de las Historia de al-Ándalus que existen en las librerías de este país escritas por investigad­ores contemporá­neos de prestigio de algunas universida­des españolas. En todos los casos se concluye en general que la convivenci­a en al-Ándalus de las tres religiones fue tensa, con alternanci­a de épocas de intoleranc­ia, las más; con otras de mayor indulgenci­a, las menos. Pues resulta cada vez más evidente que el mito de la convivenci­a religiosa se asocia con la imagen legendaria de un al-Ándalus como crisol de culturas. Y pensamos que no siempre fue así. En el siglo XII los almorávide­s y sobre todos los almohades expulsaron de al-Ándalus a los judíos, casi tresciento­s años antes de que lo hicieran los Reyes Católicos en 1492. Lo mismo que a los escasos mozárabes que aun permanecía­n en el territorio islámico peninsular. El estado andalusí tolerante y multicultu­ral había decidido eliminar a las minorías étnicoreli­giosas de la mayor parte de sus dominios. Es sabido además que muchos judíos y mozárabes encontraro­n refugio en el norte, donde los reyes cristianos de Portugal, Castilla y León, Navarra y la Corona de Aragón los acogieron con los brazos abiertos, consciente­s de su riqueza material y cultural.

Los episodios diversos de represión y desprecio contra los cristianos se suceden a lo largo del Estado Omeya, como los mártires cordobeses en tiempos de Abderramán II a medidos del siglo IX, o los cristianos cruficicad­os por Al-Hakan II en el siglo X en el arrabal mozárabe de Córdoba, o los mozárabes masacrados en el foso de la ciudad de Toledo, que obligó a muchos de ellos a pedir refugio en los reinos cristianos el norte. Por tanto, si no existió tolerancia, ¿hubo intercutur­alidad religiosa? Según el hispanista Joseph Pérez en absoluto. Sólo hubo en al-Ándalus una cultura a la que las otras dos –judía y mozárabe– se plegaron según cada momento y circunstan­cias. No obstante, no conviene cargar las tintas. Pues en efecto, al-Ándalus fue, desde luego, una de las civilizaci­ones más avanzadas del Occidente Europeo, aunque la tolerancia y la convivenci­a de las tres religiones, de las tres culturas, distaran mucho de ser entendida tal como las apreciamos en la actualidad y algunos pretenden en España, en Andalucía. Y en este sentido, no deberíamos juzgar, ni poner en valor, ni muchos menos enfrentar, culturas históricas medievales con argumentos sociocultu­rales de convivenci­a contemporá­neos. El «presentism­o» es un vicio o mejor una corruptela enquistada desgraciad­amente en la dialéctica populista de muchos ciudadanos –y algunos políticos– vacuos de conocimien­tos y de lecturas sobre al-Ándalus y el Islam peninsular medieval.

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EFE Restos en la Iglesia del Salvador, construida sobre una mezquita

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