La Razón (Andalucía)

El otro 14-F de Puigdemont y Topor

Para él hay una cita sagrada: la videollama­da con su mujer todos los días a las ocho

- POR F. DE LA PEÑA

Del rosa al amarillo o del amarillo al rosa. «Son todo mentiras. Se llevan bien y hablan todos los días». Así de contundent­e se muestra el entorno de Carles Puigdemont sobre los rumores que saltaron en su día sobre supuestas desavenenc­ias de la pareja, acrecentad­os por la distancia desde que el ex presidente de la Generalita­t se fugó a Bruselas en octubre de 2017. Aunque desde entonces él vive en Waterloo, a las afueras de la capital belga, y ella y las hijas del matrimonio siguen en Gerona, sus reencuentr­os son frecuentes, afirman esas mismas fuentes.

«Se suelen ver fines de semana alternos. En Waterloo o en Perpiñán cuando estaba abierta la frontera (Bélgica ha cerrado sus fronteras hasta marzo, salvo para ‘‘viajes esenciales’’), según le permita la agenda del Parlamento Europeo», comentan.

La última vez que se vieron fue el pasado fin de semana, como atestigua un tuit de Topor con una foto del jardín de la residencia de Puigdemont en Waterloo. «Palm trees in the snow in Brussels» (palmeras en la nieve en Bruselas), escribió junto a la imagen, parafrasea­ndo el conocido «bestseller» de Luz Gabás. Antes, con motivo de las vacaciones escolares, Topor y las hijas del matrimonio «alargaron al máximo las Navidades y se quedaron hasta el 9 de enero en Bruselas», añaden. De hecho, fuentes próximas al matrimonio apuntan que «el tiempo más largo que han estado sin verse en estos tres años fueron los doce días en los que estuvo preso en Alemania», en la cárcel de Neumünster, tras ser detenido en la frontera con Dinamarca en marzo de 2018. De ahí que, añaden, ellos «pasan de los rumores porque se han dicho tantas cosas ya que no pueden angustiars­e con este asunto».

La más influyente

Para Puigdemont, aseguran, hay una cita sagrada todos los días: la conexión por videoconfe­rencia con Marcela a las ocho de la tarde, a la que a veces se suman sus hijas. «Da lo mismo lo que haya, esa cita es ineludible», recalcan. La opinión de

Topor es, aseguran, muy tenida en cuenta por su marido. «No hay nadie más influyente en Puigdemont que su mujer. Por eso es una aberración todo lo que dicen». «Él confía muchísimo en su criterio, porque aporta mucho sentido común», acentúan. Quizá también porque, pese a la complicada situación familiar que ha acarreado su huida a Bélgica (y la imposibili­dad de regresar a España sin ser detenido popr el «procés») «ella le ha respaldado siempre en todo», hasta el punto de que la apuesta política del expresiden­te «no ha sido en absoluto motivo de conflicto entre ellos».

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EFE La pareja está más unida que nunca

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