La Razón (Andalucía)

LA PUÑETERA VERDAD

- POR VICENTE VALLÉS

Los periodista­s participab­an en la rueda de prensa del Consejo de Ministros a través de videoconfe­rencia. La ministra Portavoz y la de Sanidad compartían mesa. María Jesús Monte ro explicaba los acuerdos del Gobierno y Carolina D arias, la situación sanitaria. Los informador­es estaban interesado­s en pedir la opinión del sector socialista del Ejecutivo sobre lo que el vicepresid­ente Pablo Iglesias considera la «puñetera verdad»: que en España no hay plena normalidad democrátic­a. También, sobre las disputa s parlamenta­rias delos partidos de la coalición por llegar antes que el otro a presentar iniciativa­s trompetera­s en el Parlamento.

Las verdades puñeteras de Podemos y las muy aireadas batallas internas entre los socios trataron de ser resueltas por la ministra Montero con un conmovedor «somos un único Gobierno». Excusatio non petita.

A principios de los años 70, The Washington Post publicaba cada día novedades sobre su investigac­ión del caso Watergate. En cierta ocasión, el periodista Bob Woodward leyó a su director la respuesta que le había dado un alto funcionari­o del gobierno americano: «estoy convencido de que ni Colson (asesor de Nixon) ni nadie de la Casa Blanca tuvo participac­ión en ese deplorable incidente (robo) en las oficinas del Partido Demócrata (en el edificio Watergate)». Ante una respuesta tan previsible y de manual, el director preguntó a Woodward: «¿qué esperabas que dijera?». «Pues eso», respondió Woodward. «¿Entonces?», insistió el director dada la aparente inutilidad informativ­a de esa charla. Pero pronto, Woodward hizo ver a su jefe cuál era la noticia en esa frase tan inane: «es que yo no pregunté por Watergate».

La creciente hostilidad entre los dos sectores del Gobierno ha alcanzado esta semana de campaña en Cataluña una intensidad que ha provocado momentos extravagan­tes, extravagan­tes, como cuando María Jesús Montero consideró necesario que todos los españoles supiéramos que el vicepresid­ente segundo de su propio gabinete no pidió la palabra en las horas que había durado la reunión del Consejo de Ministros. ¿Insinuaba Montero que Pablo Iglesias habla mucho fuera de Moncloa, pero luego se acobarda? ¿Sugería que Iglesias no habla en Moncloa porque no tiene nada que aportar? Seguro que no era eso lo que estaba en su ánimo. Pero la falta de control en la gestión de las tensiones internas ha derivado en una algarabía permanente, en la que cuesta percatarse de qué es lo que hace el Gobierno, salvo estar en el poder.

La ventaja para los estrategas de Moncloa es que carecen de una oposición efectiva. El PP no puede gastar su tiempo en otra cosa que no sea el inútil intento de tapar con dos manos sus múltiples vías de agua. Vox vive en el extrarradi­o de la realidad. Y Ciudadanos intenta sobrevivir –a secas– donde puede o donde le dejan.

Con este panorama tan disperso en el troceado bando rival, el presidente del Gobierno puede asumir el coste de imagen que provocan las riñas, sin que eso suponga un riesgo para su estabilida­d parlamenta­ria. Y Pedro Sánchez no gasta un solo minuto de su tiempo en otra cosa que no sea hablar del esplendoro­so futuro que aguarda a España gracias a las vacunas, evitando referencia­s a la realidad sanitaria y económica en la que estamos instalados ahora.

La presencia pública del presidente del Gobierno se limita a asegurar en cada una de sus comparecen­cias que «2021 va a ser el año de la vacunación y, por tanto, de la recuperaci­ón». No hay día en el que esa frase no aparezca en el discurso que preparan a Sánchez para cada acto público. Por supuesto, sin preguntas. Su última rueda de prensa fue la que cerró 2020 en Moncloa, después del consejo de ministros previo al parón navideño. Desde entonces –salvo una mínima sesión de control parlamenta­rio– Sánchez ha dado discursos o mítines, pero no respuestas. Y, por supuesto, ha evitado mancharse los zapatos en el barro provocado por las afirmacion­es de su vicepresid­ente segundo.

Vacunación, recuperaci­ón económica y «efecto Illa». Y, en adelante, poder asegurado. Porque, como ha dicho Pablo Iglesias en el Huffington Post, «el Gobierno de coalición está blindado porque es lo único que puede ofrecer estabilida­d a España. Cualquier otra alternativ­a nos llevaría a una situación de inestabili­dad que no se puede permitir el país. (…) Claro que está garantizad­o el Gobierno de coalición, por mucho que les pese a algunos».

Gobierno blindado, entre el vicepresid­ente y los ministros que consideran –con Putin– que España no dispone de una democracia plena, y las vicepresid­entas –tres– y ministros que, por el contrario, ocupan buena parte de su tiempo en contradeci­r a los otros ministros y al vicepresid­ente segundo.

Dice Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadur­a, que «si algunos de los que hacen declaracio­nes tan alejadas de la realidad hablaran con familiares de fallecidos por covid, hablarían de otra forma y de otras cosas».

Pedro Sánchez no gasta un solo minuto de su tiempo en otra cosa que no sea hablar del esplendoro­so futuro que aguarda a España gracias a las vacunas

 ?? PLATÓN ??
PLATÓN
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain