La Razón (Andalucía)

El «efecto Illa» en Cataluña abre el enjambre sísmico electoral en Andalucía

Ferraz busca candidato, en Cs piden dimisiones en la dirección y el PP-A se debate ante la necesidad de una mayoría absoluta o Vox

- M. González Q. -

A Cataluña se la denomina como «la novena provincia andaluza», por los evidentes lazos de la emigración. Finalmente, hubo «efecto Illa» y las razones que movieron a Pedro Sánchez al cambio de cromos con Iceta, que acabó como ministro de Relaciones Territoria­les y llevó a Darias a Sanidad, otorgan a los estrategas de Moncloa – Iván Redondo y Francisco Salazar, cercano al alcalde de Dos Hermanas Kiko Toscano–, carta blanca para continuar reescribie­ndo el particular «Juego de Tronos» patrio. La todavía líder del PSOE-A, Susana Díaz, felicitó a Illa vía Twitter. La secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez –a quien no hace falta que recuerden en Ferraz tras presentars­e después de las primarias que supusieron el mayor movimiento sísmico del partido desde Suresnes como «máxima autoridad»– se sumó a las congratula­ciones, dejando caer el matiz que sostiene a Díaz al frente de los socialista­s andaluces, esto es, ganar elecciones y comparándo­lo con el catalán. Contra el «efecto Illa», como argumentan desde San Vicente, está que efectivame­nte, gana elecciones pero, según se da por sentado, no le vale para gobernar. Como a Susana Díaz. De ahí a tratar de presentar a Díaz como la Illa de Andalucía hay un paso inabordabl­e en tanto que supone un futuro pasado.

Las catalanas también se han dejado sentir en el seno de la Junta y en su socio externo, Vox. En Cs se tientan la ropa tras el varapalo electoral, que se suma a la crisis interna del partido en Andalucía. Representa­ntes andaluces de Cs exigen dimisiones en la dirección, entre ellos, Fran Hervías, enfrentado enfrentado a Marín, y Fran Carrillo. Vox, por su parte, saca pecho. El presidente andaluz y del PP-A, Juanma Moreno, tiene la potestad de adelantar los comicios y coger en fuera de juego al resto de partidos, a excepción de Vox cuyo candidato verdadero es el descontent­o, así que demoscópic­amente, en principio, principio, que el portavoz parlamenta­rio, Alejandro Hernández, sea cabeza de cartel es intrascend­ente. El PPA, que enmarcó las catalanas en un contexto «muy complicado», se enfrenta a la tesitura de que todo parece indicar que con Cs sólo no le dará la suma y Moreno, de perfil moderado, más que abrazarse a Vox lo que pretende es desmarcars­e de su sombra en el último tramo de legislatur­a, una vez que tiene garantizad­a la estabilida­d presupuest­aria. El mejor resultado de la historia del PP-A, con Arenas, la crisis del ladrillo y el PSOE-A en plena hecatombe de los ERE, no le dio para la mayoría absoluta. El PSOE-A aconsejó a PP y Cs que «tomen nota» de lo que pasa al «blanquear» a Vox y Podemos también habló de «aviso». En el PSOEA, el axioma es claro: se pretende un «efecto Illa» pero para eso se necesita un candidato que provoque ese aumento de votos –los socialista­s en casi todas las encuestas se sitúan tras el PP-A– y de momento ese nombre parece que sólo está en la cabeza de Pedro Sánchez y sus tentáculos demoscópic­os. Han sonado el diputado Felipe Sicilia, a modo de liebre de Ferraz; el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, a la expectativ­a; y la ministra María Jesús Montero, que en su día fue el «mirlo blanco» de la sucesión frustrada de Griñán pero reacia a la vida orgánica. De entrada, las catalanas pueden provocar movimiento­s en la Delegación del Gobierno y en algunas diputacion­es. Andalucía será la primera comunidad que celebre comicios tras Cataluña. El «efecto Illa» tiene epicentro en Barcelona pero ya se siente en Andalucía el «enjambre sísmico».

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