Trump reaparece y centra el debate en la inmigración
El ex presidente republicano elige la regulación de once millones de indocumentados como su caballo de batalla
El Partido Republicano ya ha elegido su caballo de batalla en la oposición a Joe Biden. Como en la campaña que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, la inmigración será el eje de su mensaje en el ciclo político que se abre tras el retorno de los demócratas a la Casa Blanca. Superado el dilema del «impeachment», en el que los legisladores republicanos tuvieron que elegir entre «matar al padre» y condenar a Trump por su papel en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero, el partido busca ahora reagruparse y recuperar la iniciativa tomando como bandera un asunto que sí los pone a todos de acuerdo, el rechazo a la política favorable a la inmigración ya iniciada por Biden.
El presidente se ha apresurado a deshacer algunas de las medidas más polémicas de la era Trump. En su primer mes en la presidencia ha paralizado la construcción del muro en la frontera con México y la expulsión de menores no acompañados, y ha levantado la prohibición de viajar a Estados Unidos a personas procedentes de algunos países islámicos. Pero lo que de veras ha puesto los pelos de punta a muchos en las filas republicanas ha sido la ambiciosa propuesta de reforma migratoria que los demócratas han llevado al Congreso, que, de aprobarse, abriría un camino a la ciudadanía a los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que se estima hay en Estados Unidos.
Biden necesitará atraer algunos de los votos republicanos en el Congreso si quiere convertir en realidad su ambicioso plan. Ya ha quedado claro que no le va a resultar nada fácil. Stephen Miller, el artífice de las política migratorias de Trump, resumió el sentir entre los republicanos: «Si tuvieran que escribir una ley con la que destruir una nación, sería esta ley».
No ha sido la única voz destacada dentro del «Grand Old Party» que ha adelantado su rechazo, pero todos en el partido esperan a que se manifieste Trump. Lo hará este domingo en la Conferencia de Acción Política que los conservadores celebrarán en Orlando. Será su primera gran aparición en público tras haber sobrevivido al «impeachment», en la que espera volver a marcar la agenda del movimiento conservador y recordarles a propios y extraños que sigue siendo el macho alfa y el favorito de los votantes del partido. Su entorno lleva días anunciando a la prensa estadounidense que el expresidente fustigará a Biden por su política migratoria, de la que los republicanos en la Cámara de Representantes han advertido que provocará un efecto llamada y una «catástrofe» en la frontera sur. El ex presidente sabe que el rechazo a las puertas abiertas a la inmigración es una causa popular entre muchos votantes que han perdido sus empleos por culpa de la pandemia y que apelar a sus miedos puede servir para acallar a los pesos pesados republicanos que se alejaron de él cuando en las últimas semanas de su mandato intentó sabotear la proclamación de Biden, como su vicepresidente, Mike Pence, o el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.
Incluso los analistas más afines coinciden en que el asunto es potencialmente nocivo para Biden, presionado a su vez por los sectores más a la izquierda del partido demócrata. El nuevo gobierno ya se ha topado con las dificultades de gestionar un problema tan complejo como el de la inmigración irregular, y ya se aprecian indicios de un cierto efecto llamada tras conocerse la reforma que debatirá el Congreso.
Las cifras van al alza desde que Biden se sentó en el Despacho Oval por primera vez. En correos filtrados al «Washington Post», el nuevo secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, urgió a su equipo a prepararse para «una nueva ola en la frontera» sur. Trump y los republicanos han olido la sangre. Miller subrayó que el objetivo debe ser colocar el asunto en el centro del debate: «Es la receta para que los demócratas se lleven una paliza histórica en las elecciones de mitad de mandato», afirmó en una entrevista.