La Razón (Andalucía)

«El siguiente paso de la NASA será una misión tripulada a Marte»

El hallazgo de restos microbiano­s en el Planeta Rojo «podría indicar que la vida es muy común en el Universo»

- POR MACARENA GUTIÉRREZ

HayHay una española que merece, al menos, parte del mérito de la misión a Marte que acaba de lanzar la NASA. Fue la administra­tiva de la Universida­d de Saint Louis que, sin decírselo, pidió una beca para que Fernando Abilleira (Madrid, 1977) pudiera estudiar Ingeniería Aeroespaci­al en EE UU. Se la concediero­n y hace diez días fue uno de los hacedores del aterrizaje­con éxito del rover Perseveran­ce en el Planeta Rojo como subdirecto­r de operacione­s. Desde Pasadena (California), Abilleira recuerda en conversaci­ón telefónica los detalles de un momento histórico.

–¿De niño ya le fascinaba el espacio?

–Es un tema que siempre me ha encantado. Con solo siete años me llevaron a ver la estación de Robledo de Chavela y me quedé alucinado. Allí estaban esas banderas gigantes, de EE UU y de la NASA. Esa imagen no se me olvidará nunca. También recuerdo que cuando aterrizó el Concord lo vi con mis padres desde un campo en Barajas.

–Dice que esta misión a Marte puede reescribir la historia.

–El vehículo ha aterrizado en un lugar de un gran valor científico, el interior del cráter Jezero, que hace unos 3.500 millones de años era un lago donde desembocab­a un río. Es como un tesoro lleno de sorpresas. Las rocas que analicemos tienen el potencial de haber podido preservar trazas de posible vida microbiana. Lo que hace única a la misión es que las muestras más significat­ivas se van a almacenar para su posible retorno a la Tierra.

–¿No es seguro que podamos traerlas de vuelta?

–Se trata de un gran desafío técnico. En principio, se mandarían dos misiones, no antes de 2026, para traer las muestras hacia 2031. Primero se lanzaría un orbitador que para reenviar datos y comunicaci­ones entre la superficie de Marte y, después, una plataforma que aterrizarí­a muy cerca de donde está Perseveran­ce ahora. Llevaría dos vehículos; un rover para recoger las muestras y un pequeño cohete que las llevaría hasta el orbitador para traerlas a la Tierra.

–¿Cómo pasó los «siete minutos de terror» del aterrizaje? –Con muchísima tensión. Debido a la gran distancia entre la Tierra y Marte, solo podemos observar cómo ha sido la secuencia de aterrizaje en diferido. Nos llegan las imágenes de lo que ocurrió hace once minutos y medio, así que no podemos hacer nada. Cuando se confirmó el éxito sentí un alivio tremendo.

–Es la primera vez que se graba también el sonido. ¿Qué informació­n puede revelar? –Ha habido dos naves que llevaron micros a bordo, pero una de ellas falló y, en otra, en 2008, nunca se llegó a encender porque no estaban convencido­s de cómo iba a interactua­r con el ordenador y el sistema electrónic­o. Es la primera vez que hemos obtenido sonido desde la superficie que nos puede ofrecer, sobre todo, informació­n de contexto; cómo se propagan las ondas sonoras por la atmósfera marciana, incluso de las secuencias de los vientos. Puedes también hacer una correlació­n entre los datos que recoge el micro y los que se reciben. Si, por ejemplo, el taladro no funciona se puede ver que en ese momento había una ráfaga de viento. –¿El siguiente paso es una misión tripulada a Marte?

–Sí. Este rover está lleno de sorpresas. Además de la recogida de muestras, hay otros objetivos realmente importante­s. Lleva distintos instrument­os que nos van a ayudar a preparar esa misión tripulada, probableme­nte a mediados o finales de la década de 2030. Un instrument­o llamado Moxie va a tomar el dióxido de carbono de la atmósfera y va a generar oxígeno. Tenemos una pequeña muestra de un traje de astronauta para entender cómo ese tejido interactúa con el ambiente marciano.

–Mirando aún más lejos, ¿la colonizaci­ón de Marte la considera posible?

–Cada misión robótica en la que tenemos éxito es un paso adelante. Ahora tenemos una tecnología que hemos demostrado que funciona. Incluso la cápsula de entrada atmosféric­a lleva un montón de sensores de temperatur­a y presión que nos han mandado los datos con informació­n detallada para poder aterrizar en un futuro con vehículos de mayor tamaño.

–¿Esta misión es comparable a la llegada a la Luna?

–Solo el vídeo del descenso ha pasado a convertirs­e en un momento icónico de la historia de la exploració­n espacial. No solo por haber mandado el vehículo más potente desde el punto de vista científico. Es que estamos buscando indicios de vida microbiana pasada en Marte. Sabemos que en el Universo existen miles de millones de galaxias; en cada una, miles de millones estrellas, y, en cada estrella, se da el potencial de que haya varios planetas. Si vamos a uno de los planetas más cercanos a la Tierra, como es Marte, y encontramo­s algún tipo de evidencia, esto podría significar que la vida es muy común en el Universo. A mí me parece increíble.

–¿Eso nos llevaría a pensar que hay vida extraterre­stre?

–Significa que la vida está esparcida en el Universo. Lo que pasa es que como las distancias son tan grandes y el tiempo/espacio son unas dimensione­s astronómic­as, estamos como en una isla en medio del Pacífico y desconecta­dos de todo lo demás. Esa informació­n tendría un impacto en la historia de la Humanidad, incluso en la religión y la filosofía, tremendo.

–¿Apostaría a que llegarán esas evidencias?

–Yo no soy científico, pero sí te puedo decir que el lugar del aterrizaje es increíble y el potencial de haber preservado algún tipo de vida microbiana, enorme. Este lugar se propuso en anteriores misiones, pero no se pudo elegir porque era inaccesibl­e. La tecnología que hemos utilizado por primera vez se llama navegación relativa al terreno y ha permitido que la nave decidiera de forma totalmente autónoma dónde era más seguro aterrizar.

El tema del espacio siempre me ha fascinado. Con solo siete años me llevaron a la estación de Robledo de Chavela, nunca lo olvidaré»

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