Reconociendo nuestro propio liderazgo
EnEn este Día de Andalucía los recuerdos de la buena vida previa de la pandemia –los encuentros familiares, con amigos; nuestras fiestas populares y el normal desarrollo de los proyectos empresariales y vitales de los emprendedores–, quedan acaso tan lejos como lejos se adivinan en el calendario futuro. Nuestra tierra, tan pletórica en primavera, volverá por responsabilidad a sacrificarse en una concatenación histórica, insólita, de anulaciones. Más lejos aún, andando el tiempo, miraremos atrás para ensalzar este esfuerzo presente y cómo logramos salir adelante en un cambio de época. Hoy, y para comenzar a labrar esa remontada, no debemos hacernos trampas a nosotros mismos. Vean conmigo si los que siguen no son ejemplos de palos propios en nuestras ruedas.
En marcha ya la vacunación frente a la Covid-19, se insiste en el propósito de un 70% de españoles vacunados para el 30 de junio. La Administración ha de ser cautelosa y marcar siempre horizontes de inmunidad alcanzables. Con una escucha activa de los agentes sociales, planificar la prelación de sectores y profesionales que deben vacunarse ante el riesgo diario de contagio.
Detengámonos en los ceses de actividad no esencial donde se supere el umbral de contagios establecido por cada cien mil habitantes. ¿Es coherente el cierre de los negocios sin un adelanto del toque de queda? Esta es la paradoja: conlleva la amenaza de derivar los contactos personales desde los entornos empresariales –comercios y espacios de actividad económica comprometidos con las medidas antiCovid–, al ámbito doméstico. Hay, con la mejor intención y sin buscarla, una traslación del riesgo de contagios a los entornos particulares. Desde CEA insistimos en el aconsejable adelanto del toque de queda agradeciendo, no obstante, que el Gobierno contemple la graduación de las situaciones y la posibilidad de distintos escenarios.
Mirar al futuro, mirar hacia Europa
Mirar al futuro, como nos invita este 28-F, implica mirar hacia Europa. Fijarnos en qué están haciendo los países vecinos; en qué balones de oxígeno nos está brindando la Unión y en qué músculo exhibimos para aprovecharlo. En Alemania son 74 los euros de ayudas directas a los autónomos por cada 100 euros perdidos por la crisis Covid-19; en Francia, 58 euros retornados. En Italia, 44 euros por cada 100 de pérdidas. Aquí, en España, los autónomos reciben 14 euros de ayudas directas por cada centenar perdido. El envés de esta comparativa sangrante podrían ser los fondos europeos, sobre cuyo esperado efecto terapéutico ya he escrito antes en LA RAZÓN Andalucía, siempre atenta al sentir de los empresarios andaluces. Debemos despertar a la renovación administrativa que estas ayudas exigen: urge una transformación casi genética de la Administración para que los fondos EU lleguen en los plazos en los que son necesarios. Ya. Ahora. Nos la jugamos con el modelo de gestión y los criterios de reparto. El tejido empresarial andaluz, nuestras pymes y autónomos, ansían este impulso. Existe la voluntad de digitalizar e innovar en sus negocios. La Administración y la burocracia –en ocasiones, «el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil», dijo el mexicano Castillo Peraza– no pueden ser los peores enemigos para las ayudas de la Unión.
Tenemos una baza, envidiable a nivel mundial, que volverá a resplandecer cuando la vacunación se generalice: nuestro Turismo, pilar de nuestra Economía,hasidoelgranolvidadoesteañodepandemia. Pensemos que sólo hasta hoy. Confiemos en que una nueva sensibilidad emerja. Que seamos la segunda potencia mundial, sólo por detrás de Francia, por delante de Estados Unidos, debe ponernos en marcha. Es perentorio un plan de rescate del Turismo. Que es lo mismo que pedir un rescate para la fuente de la que emana el 30% de nuestro PIB. El diario británico The Telegraph recomienda que cuando cese la pandemia se visite Sevilla antes que cualquier otra capital del mundo y no pasamos de celebrar la anécdota. Cuidemos nuestras fortalezas; creámonos nuestro liderazgo.
Hemos puesto ya algunas bases para la recuperación. Y este año 2021 debiera ser el del desarrollo de llaves maestras como el Plan de Apoyo a Pymes y Autónomos suscrito en otoño con la Junta. Aún hoy, tres meses después, vivida en el país una tercera ola de la pandemia y con cifras de paro recrudecidas, ninguna Comunidad puede presumir como Andalucía de un espaldarazo tan decidido a la supervivencia de su tejido empresarial como el que representan los 667 millones de este plan. También en esto, líderes y ejemplares en la unidad empresarial y en la negociación con el Gobierno autonómico. Que ese plan no sea un trampantojo; desarrollemos hasta el último renglón y hagamos lo prometido: sumarle más ayudas directas que favorezcan la supervivencia de nuestros empresarios. Hagamos cierto lo declarado públicamente: que ese plan no sería un fin, sino el comienzo de un acompañamiento al tejido empresarial como parte que es de la solución a esta crisis.
Nuevos protagonistas
Y en este desenlace ansiado a una crisis sin precedentes hay actores silenciados. Permanecen en segundo plano, víctimas de una lacra social eclipsada por la pandemia, cuando justo están llamados a ser los protagonistasdelescenariopostCovid.Leshablodenuestros jóvenes, atrapados en un tiempo de entrecrisis y amenazados con la cronificación de la falta de oportunidades y el paro. La tasa de desempleo entre los andalucesmenoresde25añosescalayahastael52,2%. Inevitablemente, les asedia la melancolía y la falta de esperanza. Urge plantearnos qué papel jugarán en la reconstrucción,quécapitalhumanopodemosperder si, una vez más, no encuentran mejor opción que emigrar para desarrollarse; qué rol decisivo ha de desempeñar la que probablemente sea una de las generaciones mejor preparadas de nuestra Historia. Porque los próximos 28-F serán escritos por ellos. Y su orgullo de pertenencia a nuestra tierra dependerá en parte de qué fuimos capaces de hacer por ellos y cómo demostramos que considerábamos su futuro tan importante como el nuestro.
«Nos la jugamos con el modelo de gestión» «El Plan de Apoyo no puede ser un trampantojo»