La Razón (Andalucía)

El PNV empieza a cansarse

- Vicente Vallés

ElEl diputado del PNV Aitor Esteban puso el gesto más serio que pudo cuando esta semana levantó el micrófono de su escaño y tomó la palabra en la sesión de control al Gobierno. «Señor presidente –dijo Esteban–, ¿qué balance hace de la situación política en este momento?». La presidenta del Congreso dio entonces la palabra a Pedro Sánchez, y el presidente provocó las risas en el hemiciclo: «Compleja; ¡qué le voy a contar que no haya escuchado usted en esta Cámara!».

El diputado nacionalis­ta no parecía estar para bromas porque la «agitación» dentro del Gobierno, dijo, «contribuye a crear una sensación de inestabili­dad, de descrédito de la política, y diría que podríamos estar retrocedie­ndo a unas sensacione­s de inestabili­dad anteriores a la creación del Gobierno de coalición». Esteban fue casi hiriente con Sánchez, al golpear donde más podía doler: comparar la inestabili­dad de los últimos tiempos de Rajoy con la situación actual en el siempre entretenid­o gobierno PSOE-Podemos. Pero el PNV habla con conocimien­to de causa, porque ha sido el bastón de ambos: votaron los presupuest­os de Rajoy –después de cobrar su correspond­iente comisión– una semana antes de apoyar la exitosa moción de censura de Pedro Sánchez –después de cobrar otra correspond­iente comisión–. Los nacionalis­tas vascos no tienen mucho de lo que quejarse.

Pero al PNV le gusta parecer que es un partido juicioso y no se siente en una posición cómoda cuando hace el papel de muleta de un gobierno compuesto por lo que los miembros del Euskadi Buru Batzar consideran una pandilla de becarios ruidosos e informales. «Tenemos mucho que aprender», reconoció el presidente del Gobierno en una muestra de sinceridad que le honra, si no fuera porque más de un ciudadano aspira a que los componente­s del Ejecutivo lleguen ya aprendidos a puestos de tanto ringorrang­o como los que conforman el consejo de ministros. Los periodos de prácticas deberían hacerse en cargos menos determinan­tes. Pero las palabras de Aitor Esteban solo eran una primera advertenci­a al ticket Sánchez-Iglesias. Porque este fin de semana, el responsabl­e de Política Institucio­nal del PNV, Koldo Mediavilla, ha lanzado un nuevo aviso: «La crisis gubernamen­tal parece evidente, aunque nadie aventura cómo concluirá este episodio de bronca endémica que aquí harta y exaspera y que, en Europa, nadie comprende». Y el presidente del partido, Andoni Ortúzar, pidió a Sánchez, directamen­te, una crisis de Gobierno. El PNV se ha cansado de que Podemos esté en el Gobierno. No le gustan quienes ocupan ministerio­s ni su estilo ni sus decisiones. También empieza a sentir un cierto agotamient­o al comprobar que Pedro Sánchez no hace nada al respecto. Y tampoco soportará por mucho más tiempo que el presidente gobierne mediante decretos leyes, sin apenas consultar a sus socios nacionalis­tas.

Quizá los seis escaños del PNV no sean suficiente­s para cuestionar el poder que atesoran Sánchez e Iglesias. Pero en Moncloa saben que es la única fuerza política, entre las que le apoyan, que tiene imagen de cierta seriedad, de partido de orden y que permite barnizar la imagen de la coalición. Sánchez lo necesita.

«En Moncloa saben que es la única fuerza política que les apoya que tiene imagen de cierta seriedad»

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