La Razón (Andalucía)

Cuando el PP tuvo un Gobierno reformista

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LaLa situación política española está marcada por un hecho que afecta tanto al PSOE como al PP, los dos grandes partidos que, hasta ahora, han gobernado en España: ninguno de los dos puede gobernar en solitario, lo que, en un principio, no debería ser negativo, sino que no tiene una mayoría solvente para asegurar un Ejecutivo estable. Esta dependenci­a es aún mayor en el caso de la derecha, cuyo voto ha sido dividido por la irrupción de Cs y Vox. Esta compartime­ntación del electorado tiene el efecto de impedir a medio plazo construir una alternativ­a ante la izquierda,populistas­eindepende­ntistas:sumando más votos, no tiene la mayoría de escaños. Existe una radicaliza­ción política que determina tanto al Gobierno como a la oposición, un problema de difícil solución porque es imposible retroceder y corregir errores anteriores. Mariano Rajoy no supo entender la verdadera raíz del desafío independen­tista cuando ya estaba convocado el primer referéndum del 9-N y actuó tarde y sin proyecto que articulase el constituci­onalismo en Cataluña cuando habían decido dar el golpe final a la legalidad; tampoco comprendió, siendo ministro de Administra­ción Territoria­l en el primer gobierno de Aznar, que las cesiones al nacionalis­mo sin compromiso­s claros y el ensueño de la «pax catalana» sirven de poco, como luego se ha podido comprobar. Saber mantener los diferentes tonos, sensibilid­ades e inspiració­n política de las familias dentro del partido hubiera evitado que el PP se desgajara, creándose primero Cs y, más tarde, Vox. La historia sirve para no repetir los errores o aprender de los aciertos. Cuando Aznar llegó a presidenci­a del PP en 1990 tenía entre sus objetivos mantener unido al centrodere­cha, pero para eso hacían falta dos cualidades: liderazgo y tener una estrategia clara. Aznar tuvo las dos y consiguió ganar a Felipe González que, pese a estar ahogado por la corrupción, parecía imbatible. El 3 de marzo de 1996 salió al balcón del asede de lacalle Génov a–hoyen venta–y con 156 escaños formó gobierno con el apoyo del CiU y PNV. Obtuvo 9,7 millones de votos, techo que hoy resulta una ensoñación, a derecha e izquierda. En las elecciones de noviembre de 2019, el PP de Pablo Casado obtuvo 5,04 millones de votos, una cifra que hipoteca su futuro porque Vox les arrebato 3,6 millones, cifra con la que hubiese superado al actual P SO E gobernante. Según una en cuesta de NC Report que publicamos hoy, el PP recorta distancias con el P SO E, que sigue perdiendo apoyos, mientras los populares los recuperan, pero, de la misma manera que Podemos sigue sus descenso –que podría llevarle hasta los 28 escaños–, el partido de Abascal subiría diez diputados más, afianzándo­se como tercera fuerza parlamenta­ria. De aquella victoria de Aznar hace ahora 25 años nos ha quedado otra lección: es la única vez que el centro derecha supo articular una verdadero gobierno con proyecto y espíritu reformista.

«Pese a que Casado recupera apoyos, la división del centrodere­cha hipoteca su futuro»

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