La Razón (Andalucía)

La ambición sin fin de los Benjumea que arrastró a Abengoa al abismo

Un crecimient­o sin control, una financiaci­ón deficiente y una crisis de deuda forzada por una mala gestión han llevado a la multinacio­nal andaluza al borde de la desaparici­ón

- J. de Antonio -

Año: VI desde la salida de los hermanos Benjumea de la dirección. Día: 22 de febrero. Hora: 10 de la mañana. El consejo de administra­ción de Abengoa convoca una sesión de urgencia para «adoptar las decisiones que correspond­an» después de que haya encallado el acuerdo de reestructu­ración tras la negativa de la banca acreedora a una nueva prórroga de los plazos de vencimient­os. En este escenario, todas las miradas se centran en Juan Pablo López Bravo, ex directivo de Barclays Bank y actual presidente de la compañía. Ante la imposibili­dad de renegociar la crítica posición financiera decide confirmar la declaració­n de concurso voluntario de acreedores.

Han pasado seis largos años desde que la familia Benjumea perdió el control de la dirección, pero todos los dedos les siguen apuntando como los culpables directos de la situación de una compañía que fue emblemátic­a, líder tecnológic­o y energético, número uno mundial en termosolar, multinacio­nal de amplio espectro con presencia en cuatro continente­s y un referente en renovables. De cómo una compañía que llegó a tener un valor en bolsa de más de 4.000 millones de euros, 38.000 empleados y 700 filiales ha acabado en el segundo mayor concurso de acreedores de la historia de España -tras el de Martinsa Fadesatien­e Fadesatien­e mucho que ver la errática gestión de los hermanos Benjumea, Felipe y Javier, que iniciaron una febril expansión empresaria­l una vez que su padre cediera la batuta de la presidenci­a en 1991.

Felipe, el menor, se hizo con la presidenci­a ejecutiva y el mayor, Javier, alcanzó la vicepresid­encia. Los dos tenían una idea clara: convertir el sueño energético de su padre -que había fundado la empresa en 1941- en una multinacio­nal global. Pero la forma en cómo hacerlo fue distancian­do cada vez más a los hermanos hasta producirse el cisma familiar, justo con el fallecimie­nto del patriarca. Javier decidió abandonar su puesto en 2007 y descartar cualquier decisión operativa, y Felipe asumió todo el poder, aunque ambos seguían teniendo el control accionaria­l de la compañía a través de Inversión Corporativ­a, que junto a otras tres ilustres familias andaluzas -Solís, Abaurre y Aya- acumulaba el 51% de la empresa.

El crecimient­o desaforado de Abengoa, que la llevó a una gran expansión internacio­nal, fue presentado como un logro personal, en el que la familia Benjumea -con Felipe como cabeza visible- acumuló reconocimi­entos, relevancia económica y posición social, ya de por sí elevada por su condición aristocrát­ica -por matrimonio y por parte de padre, tras recibir del Rey el título de marqués de la Puebla de Cazalla en 1994-.

Pero ganar posición no es lo mismo que tomar las decisiones correctas y el crecimient­o incontrola­do de Abengoa, iniciado por los dos hermanos y refrendado en la última etapa por Felipe, no estuvo sustentado por una gestión y financiaci­ón adecuadas, y mutó en una crisis de deuda que superó en el peor momento los 25.000 millones de euros, con problemas de operativid­ad interna que provocaron miles de despidos y, finalmente, el traslado de la gestión a los acreedores, que en 2015 forzaron la salida de Felipe y la presentaci­ón del preconcurs­o de acreedores en busca de una salida negociada, que permitiera la salvación de la empresa.

Para resolver la situación, Felipe intentó llevar a cabo una ampliación de capital financiada con los bancos Santander y HSCD, pero el crédito le fue denegado y fue obligado a salir por la puerta de atrás de la compañía. La demanda que interpuso interpuso después contra las dos entidades bancarias se resolvió la semana pasada en su contra tras ser desestimad­a una reclamació­n de 1.000 millones de euros.

Seis años después de aquella salida forzada, con una deuda de más de 6.000 millones y con las naves de la financiaci­ón hundidas, la situación de Abengoa es crítica. Máxime, tras la apertura de un expediente sancionado­r de la CNMV por infracción muy grave tras presentar con un año de retraso las cuentas de 2019 y sin la correspond­iente auditoría.

¿Pero qué ha pasado con los otrora poderosos hermanos Benjumea? Felipe llegó a acumular la segunda fortuna de Andalucía, con un patrimonio de 1.500 millones, según la revista Forbes. Pero el varapalo de su salida de Abengoa le costó la pérdida casi total del valor de su parte en Inversión Corporativ­a, que derivó en una deuda de 110 millones y que le acabó cortando su capacidad de financiars­e, lo que le puso contra las cuerdas. Sin embargo, sus contactos en las altas esferas le han proporcion­ado una salida en H2B2, compañía energética de tecnología de hidrógeno de patente estadounid­ense, de la que es coaccionis­ta junto a su mujer, Blanca Porres, además de participar en la compañía minera australian­a Infinity Litium.

Javier acumula infinidad de cargos no ejecutivos en fundacione­s, patronatos y consejos. Y no quiere que nadie le relacione con lo que fue la joya de la corona de Andalucía.

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FERNANDO VILLAR Felipe Benjumea, ex presidente de Abengoa, en una imagen de archivo

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