La Razón (Andalucía)

«España no es un país de divas»

A partir del 1 de abril se subirá al escenario del Español con su nueva obra teatral, «Puertas abiertas»

- POR NEMOLATO

Disparos.Disparos. Gritos. Sirenas. Sangre. Muertos. Terror. Donde antes había música, baile, diversión. Vida. Los atentados de París en la sala Bataclán son el punto de partida de «Puertas abiertas», el texto con el que ella se subirá al escenario del Español a partir del 1 de abril. Desciende de una saga de actores de olé. Es actriz, presentado­ra, musa, pero, sobre todo, es una mujer comprometi­da, tenaz y bella, pero que enamora por el intelecto. Ah, y amable y simpática. Y, si no, vean: Cayetana Guillén Cuervo.

–¿No es más tendencia cerrar puertas que abrirlas?

–Por eso es tan valiosos un texto como «Puertas abiertas», porque es transforma­dor y el espectador se levanta con la esperanza y la convicción de que las puertas deben de estar siempre abiertas para poder comprender al otro.

–¿La realidad supera a la ficción o es una frase hecha?

–La ficción se escribe sobre posibilida­des reales, pero la realidad siempre es más dura. La supera en su contenido dramático.

–Las ideas que defienden el terror, no ya como fin, sino como medio, ¿son ideas?

–Dejan de tener cabida en una sociedad que pretende vivir en una sociedad sana.

–¿Una diva, nace o se hace?

–Supongo que se hace, aunque el entorno en el que naces define de muchas maneras tu destino y España no es un país de divas.

–¿Siempre quiso ser una estrella?

–Quise ser comunicado­ra. Trascender con el valor de la palabra, que es lo que mis padres me dejaron con su maravillos­o legado. La estrategia es trabajar. Y cuando parece que has terminado, seguir trabajando.

–Las relaciones de hijos con padres famosos tienen tanta chicha que han sido carne de guión. ¿Lo suyo fue «Sonata de otoño» o «El viaje a ninguna parte»?

–Mi historia es normal. Una infancia feliz unida a mis padres y a mis hermanos. Lo hicieron muy bien porque los tres tenemos vidas razonablem­ente coherentes, felices y bien encaminada­s.

–¿Alguna vez advirtió que sus padres le dieran explicacio­nes con las frases de alguna de sus obras?

–Pues segurament­e... Ellos ensayaban sus textos en casa... De niña, recuerdo a mi padre con el guión y su voz grave por el pasillo de la casa estudiando.

Los grandes dramaturgo­s estuvieron presentes en mi vida cotidiana.

–Cuando una es actriz, ¿cuesta que la crean o siempre dudan de si está actuando?

–La gente de tu entorno sabe diferencia­r al personaje de ti. Y que te crean o depende de lo que les hayas dado durante tu vida

–Confiéseme que a veces interpreta para conseguir lo que quiere...

–Para eso soy perseveran­te. Tengo capacidad para insistir si veo claro que el camino es ése. Y supongo que algún tipo de seducción también tendré.

–Dicen que Marilyn Monroe pensaba que era invisible hasta que le salieron las tetas, ¿usted cuándo se dio cuenta de que todos los focos iban hacia su persona?

–Mi zona de confort ha sido siempre más mi cabeza y mi pensamient­o, nunca he utilizado mi cuerpo para atraer los focos. Para bien y para mal.

–¿Cuántas veces ha ensayado que gana el Oscar con el cepillo de dientes en el baño?

–Nunca lo he ensayado. No tengo esa meta y cada premio que me dan es un milagro que agradezco profundame­nte.

–Usted es súper educada y amable; sin embargo, Silvia Abril la convirtió en una borde. ¿Qué tiene que decir?

–Yo soy amable y educada e intento aportar algo bueno a la vida de los demás. La imitación de Silvia Abril pesó más que mi propio personaje. De hecho, se hizo más popular la imitación de Silvia de lo que yo lo era... Creo que hicieron la imitación a la contra porque como siempre hablo bien de los invitados, ellos hicieron todo lo contrario y la gente pensó que yo era así. Y no, gracias a Dios.

–¿El papel más difícil de su vida?

–Ser madre. Es un personaje sin guión, sin director, sin equipo de luces o escenograf­ía. Es la soledad absoluta ante la responsabi­lidad de formar el futuro de una persona que depende de ti.

–¿Drama, comedia o melodrama?

–En la vida prefiero la comedia, y, encima de los escenario, las tres me valen con un buen texto y un buen director.

–¿Dulce, salado o umami?

–Prefiero el salado. El dulce, en muy pocas ocasiones.

–Alguna vez se dijo a sí misma: paso de todo, yo pongo un bar y hago croquetas.

–Nunca. Siempre he compaginad­o un montón de cosas. He tenido esa fortuna.

–Usted fue musa del que era su pareja, ¿eso era un estatus o una jodienda?

–Empecé siendo musa, continué siendo pareja y después pasamos a la amistad. Y es una amistad que prevalece y valoro muchísimo.

–¿Qué es lo que más le chifla y lo que más le amuerma del amor?

–Me gusta todo del amor. Es lo que salva al ser humano, es catártico, es lo que nos mueve y lo que cura nuestras heridas.

–Dicen que si uno quiere dedicarse al porno, hay que empezar por el nombre artístico y que el mejor es el que se consigue uniendo el nombre de su mascota con el de su calle, ¿cuál sería el suyo?

–El nombre de mi perro es Lobo, por ahí creo que vamos bien...

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OMAR AYYASHI

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