Confusión en Brasil
La reciente decisión del presidente brasileño Jair Bolsonaro de remodelar, en profundidad, su Gobierno ha producido efectos inmediatos y es difícil prever en qué dirección se desarrollarán los nuevos acontecimientos. Es posible que todo responda a la inminencia de las elecciones de 2022, pero también a la decisión de la Corte Suprema brasileña que ha decidido poner en libertad al presidente Lula Da Silva y que, por ahora, no le ve nada mal en las encuestas. En verdad, Bolsonaro ha realizado cambios de gran envergadura que afectan a ministerios tan relevantes como Exteriores y Defensa. En este último caso, se ha producido, además, la renuncia de toda la cúpula militar brasileña. Desde luego, la mala gestión de la pandemia por parte del actual Gobierno está también en la base de todas estas decisiones. Habrá que esperar, en particular, el rumbo que tome a partir de ahora la política exterior brasileña, una vez que Ernesto Araújo ha abandonado su cargo y que mantenía una posición extrema de escasa cooperación en el plano internacional. La sombra del «impeachement» y la cercanía de las nuevas elecciones están forzado a Bolsonaro a cambiar algunas de las líneas básicas de su política y, en buena parte, todo se centrará en las nuevas alianzas que establezca en la escena internacional y en las respuestas que dé el Gobierno a los efectos de la pandemia.Es posible que el Gobierno brasileño muestre, a partir de ahora, una posición más pragmática que le asegure el apoyo de las capas sociales que se sitúan en el centro de la vida política brasileña. La situación es especialmente confusa, aunque no cabe esperar ningún tipo de ruptura institucional, pero sí nuevas orientaciones tanto en política interna como internacional. En poco tiempo, se sabrá si la crisis sanitaria arrastrará a Bolsonaro a la derrota o, si por el contrario, a pesar de la deficiente gestión que se ha llevado a cabo, esta crisis será incapaz de acabar con las pretensiones de renovación del presidente.