Bullicioso Jueves Santo en la antesala de una «Madrugá» de interior
Las mantillas llenan los templos en una jornada sin la Legión en Málaga ni el Gran Poder ni la Macarena por las calles de Sevilla
Numerosos cordobeses se acercaron a la iglesia de San Agustín para venerar a la Virgen de las Angustias
La Semana Santa alcanzó su jornada cenital con los ritos adaptados a la pandemia. El Jueves Santo fue un día de visitas a los sagrarios de los templos, de asistencia a los oficios, de mucho ambiente en la calle y de mantillas. El coronavirus no impidió a las mujeres renovar esta tradición, luciendo blondas y peinas negras en señal de luto con mascarillas del mismo color como complemento.
Los templos de las hermandades que debieron procesionar volvieron a acoger largas colas de fieles. En el interior, respetando las medidas sanitarias y con circuitos señalizados para mantener la distancia de seguridad, las imágenes se expusieron en altares extraordinarios. En Sevilla, el reguero de mantillas fue constante en las inmediaciones de las iglesias. En la calle Feria, muy cerca de Montesión, y en la Anunciación, donde el Valle había montado sus dos pasos de misterio. La recoleta capilla de los Negritos acogió a numerosos devotos y, en la fábrica de tabacos, la belleza de la Virgen de la Victoria inundó la capilla.
Sevilla volvió a quedarse otro año sin «Madrugá» y esta ausencia pesa en el alma. Los templos abrieron sus puertas para acoger a los cofrades que quisieron estar muy cerca de las imágenes. En la basílica del Gran Poder, el Señor de Sevilla quedó situado en su altar pero más adelantado, queriendo acercarse más a los fieles. En la Macarena, el palio sirvió de dosel a la dolorosa. La Esperanza de Triana estuvo ataviada de hebrea, con una sencilla cruz detrás, y el Nazareno de la Salud y la Virgen de las Angustias permanecieron en el suelo del santuario de los Gitanos para recibir las oraciones de los fieles. Esta cofradía y la de la Esperanza de Triana emitieron programas a través de internet para mantener viva la llama de la «Madrugá» y, ya el Viernes Santo por la mañana, todas celebraron actos penitenciales y eucarísticos.
Las voces de los legionarios no se escucharon en Málaga acompañando al Cristo de la Buena Muerte. Es uno de los momentos álgidos de la Semana Santa malagueña, que este año se vive de una forma más intimista. La congregación de Mena expuso a sus titulares en su capilla y la banda de la Soledad estuvo interpretando marchas procesionales para aliviar el golpe de no poder ver el desembarco de la Legión ni la guardia al crucificado. Zamarrilla, Misericordia, la Cena, Viñeros y la archicofradía del Paso y la Esperanza, con una original disposición de sus titulares, celebraron los oficios con una numerosa asistencia de fieles.
En Córdoba, como cada mediodía durante esta Semana Santa tan atípica, las representaciones de las hermandades de la jornada acudieron a la Mezquita-Catedral para participar en el acto penitencial conjunto con el obispo. La Virgen de las Angustias, una de las grandes devociones de la ciudad, permaneció bajo el altar de la iglesia de San Agustín. El tránsito de cofrades fue incesante. Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad también estuvieron en veneración, al igual que Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena.