Santo Domingo, la ciudad más «cool» del Caribe
Un viaje que nos lleva a República Dominicana, con parada y fonda en su capital, que está viviendo una mutación asombrosa dirigida directamente hacia la más rabiosa modernidad
EsEs inevitable: basta con decir «nos vamos de viaje a República Dominicana» para que todos empiecen a mirarnos con indisimulable envidia mientras nos imaginan alojados en un fastuoso resort, pasando los días tumbados a la sombra de los cocoteros en una idílica playa de aguas cristalinas, sin más esfuerzo mental que el de tener que decidir entre margarita, daikiri o piña colada (a cargo de la pulserita «all inclusive», por supuesto). Sin duda alguna, esta sería una magnífica opción, (que además podemos disfrutar todo el año, sin tener que esperar al verano), pero no la única, como muchos erróneamente puedan pensar. Sin ir más lejos, República Dominicana, que junto con Haití conforman isla La Española, se está convirtiendo, a pasos agigantados, en uno de los grandes destinos elegidos por los amantes del ecoturismo; no en vano, este paraíso natural está considerado como una de las regiones más importantes en la biodiversidad del planeta, esas zonas únicas que los biólogos denominan «hotspots» por la altísima concentración de especies endémicas. Para que se hagan una idea, se calcula que, solamente en la parte dominicana de la isla, existen unas 6.000 especies de plantas y otras 7.000 de animales, algunos de ellos únicos en el mundo.
Naturaleza abrumadora, playas de infarto, un verano perpetuo y, por si esto fuera poco, ahora su capital, Santo Domingo, la gran olvidada por (casi) todos los turistas, empieza a reivindicar su cuota turística revelándose como la ciudad más «cool» de todo el mar Caribe.
Caminar por Santo Domingo es zambullirse de lleno en la historia viva de América, aquella que quedó plasmada en los muros de piedra de los edificios que, desde el 5 de agosto de 1498, formaron el primer asentamiento permanente y la primera sede del gobierno de la corona de Castilla en el Nuevo Mundo, bajo el mando de Bartolomé Colón, hermanísimo del almirante, quien la bautizó como La Nueva Isabela y Santo Domingo del Puerto de la Isla de la Española. El trazado urbanístico elegido para la nueva urbe se basó en una sucesión de calles de perfecta rectitud con forma de cuadrícula; este modelo sería imitado en todas las ciudades que los españoles fueron fundando posteriormente por toda América. De aquel antiguo casco histórico (declarado Patrimonio de la Humanidad en dila ciembre de 1990) se conserva un hermoso conjunto de callejuelas adoquinadas y bulliciosas, con casas de uno y dos pisos, paredes de alegres colores, rejas en las ventanas y zócalos de piedra. Estamos en la Ciudad Colonial, la auténtica alma de la actual capital dominicana, donde se concentran los más importantes y bellos edificios: la Catedral Primada de América, la Plaza de España coronada con el Alcázar de Colón (que sirvió como palacio residencial del Virrey Diego Colón, hijo de Cristóbal), el Museo de las Casas Reales, la Fortaleza Ozama o el convento de los Dominicos, donde fray Antón Montesinos, frente al mismísimo virrey y varios encomenderos pronunció, en diciembre de 1511, el memorable Sermón de Adviento, considerado la primera denuncia pública contra las vejaciones que sufrían los nativos por parte de los conquistadores. Algunos de esos edificios históricos, perfectamente conservados, se han convertido en hoteles boutique que conjugan lujo y buen gusto con una gran localización.
A toda esta grandeza histórica hay que añadir que, desde hace unos años, Santo Domingo está
Dónde dormir: El Embajador, a Royal Hideaway Hotel, perteneciente a Barceló Hotel Group. Un establecimiento emblemático, lleno de personalidad, lujo y trato exquisito. Su privilegiada ubicación nos sitúa tan cerca de la ciudad colonial como del centro de negocios.
Cómo llegar: Iberia ofrece un vuelo diario directo Madrid-Santo Domingo.
Covid-19: Los viajeron que lleguen por vía aérea, y se hospeden en un hotel, tienen un plan de cobertura médica gratuito que cubre todo tipo de emergencias, incluido Covid-19.
viviendo una mutación asombrosa dirigida directamente hacia la más rabiosa modernidad. Dos han sido las principales claves de esta sorprendente transformación: la creación de nuevos barrios residenciales y comerciales (como el sofisticado Ensanche Piantini) y la recuperación de su casco histórico y su aprovechamiento como laboratorio de ideas para una nueva generación de artistas de todo pelo que han abierto aquí sus talleres y galerías. Muchas de las nuevas creaciones en el mundo de la moda dominicana, que empieza a pisar con fuerza en todas las pasarelas internacionales, han surgido de estos talleres, dirigidos por jóvenes diseñadores empeñados en continuar el legado dejado por su gran maestro Oscar de la Renta.
Posiblemente, el mejor lugar para descubrir e impregnarse del peculiar espíritu festivo de esta ciudad sea la Plaza de España, plagada de terrazas repletas, a todas horas, de gente y con un ambiente alegre y desenfadado altamente contagioso. Para dar gusto al estómago, sin salir de esta plaza, recomendamos el Pat’e Palo, considerado como la primera taberna de América (fundado en 1505) con una oferta de cocina fusión entre lo clásico y moderno. Otra magnífica opción es el Mesón de Bari (calle Hostos, 302) que, sin mayores pretensiones, puede presumir de servir la mejor cocina criolla tradicional de la capital.