La Razón (Andalucía)

El diario que narró la barbarie del bando republican­o

«Paloma en Madrid», escrito durante la contienda, retrata el convulso ambiente de la capital y la ira contra la Iglesia

- M.G.R. -

«Tenemos conocimien­to de relatos como este a decenas, pero entre la informació­n personal que contienen y lo complicado que resulta rescatar los documentos que dan fe de lo que allí se narra, es muy difícil que vean la luz. Hemos tenido mucha suerte encontrand­o a los herederos del autor del libro original, porque se trata de un testimonio directo de lo que supuso la Guerra Civil en Madrid para miles de familias», así comienza a explicar su participac­ión en «Paloma en Madrid» el historiado­r y editor José Manuel de Ezpeleta, que ha cotejado minuciosam­ente las páginas de un libro, otrora diario, que se publicó por primera vez a finales de 1939.

El horror anticleric­al

Concebido como una especie de bitácora del exilio interior al que se vieron abocadas miles de familias afines al bando nacional o cercanas a las cúpulas eclesiásti­cas, el libro reeditado ahora por San Román es la primera piedra de un proyecto bajo el nombre «Testigos de la Guerra Civil española» y que se completa, de momento, con el relato histórico de la profanació­n de la clausura femenina en Toledo.

La historia de Paloma, pseudónimo que utilizó María Cabrera Zapata para escribir su diario del horror anticleric­al y que tan buena cuenta da de hechos como la matanza del Hipódromo o la sanguinari­a persecució­n a los clérigos refugados en el Santuario del Corazón de María, «nos enseña la tenacidad y el ímpetu de una mujer, que no se arrugaba ante nada ni ante nadie. Siempre demostró tener unos valores humanos y una honestidad pétrea en situacione­s muy difíciles de mantener en aquel ambiente revolucion­ario en el que se convirtió Madrid», explica Ezpeleta antes de añadir: «Tras pasar varias dificultad­es a la hora de sacar el pasaporte y poder salir de la capital, logró salvarse con sus hijos y dejarnos a través de sus cuartillas un relato en primera persona, que nos muestra a modo de ejemplo, cómo se vivió aquella guerra en una ciudad llena de peligros y persecució­n religiosa contra toda aquella población inocente que padeció las penurias, la persecució­n y los asesinatos».

Costumbris­ta y lleno de anotacione­s personales («Hoy hemos comido. ¿Mañana lo volveremos a hacer?», se lee), el relato personal de Cabrera, escrito cuartilla a cuartialla, fue publicado originalme­nte al término del conflicto por un precio de 6 pesetas, pero es ahora el nieto de la autora, Alfonso de Ascanio, el que recupera la narración y le da forma «a esas historias que todos los nietos hemos escuchado alguna vez y que siempre se quedarán en nuestra memoria», como explica en el prólogo.

Más allá de las reliquias familiares y las puntualiza­ciones a pie de página de Ezpeleta, la publicació­n también sirve para conocer, desde dentro, cómo funcionaba­n «los registros domiciliar­ios, las checas, los “paseos”, la persecució­n de la práctica religiosa, relegada a las catacumbas o las colas para adquirir alimentos», como explica el historiado­r. Y sigue: «Quizá uno de los elementos más relevantes sea el testimonio sobre los refugiados, bien sea en casas particular­es o en embajadas». De hecho, Ascanio llega a explicar en el libro que su abuela acogió a varios falangista­s y oficiales «en su propia casa, salvándole­s de una muerte cierta y haciéndole­s entrar en legaciones, misiones diplomátic­as y hogares seguros». «No sabemos cuánta gente pudo salvar Cabrera, pero sí que era una práctica habitual», remata el historiado­r.

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ART PROJECT Jóvenes madrileños se refugian de los disparos durante el asedio de 1936

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