Bayern über alles
Baviera, maravillosos veranos tibios entre lagos y montañas, ha vuelto a dar una lección a los pazguatos que se piensan dos veces si hay o no que comprar vacunas. ¡Pues claro que hay que comprarlas! Los alemanes bávaros, gente eminentemente práctica, no se lo piensan dos veces y ya han encargado 2,5 millones de unidades a los rusos. «Me pone dos kilos y medio de Sputnik V», dijeron en el estado federal, que además se trae la fabricación de las dosis a su territorio. De seguido, la canciller les copió la estrategia cerrando un acuerdo directamente con Moscú. Vamos de auricular a auricular y sin complejos.
Esto es lo que debería esperarse de Pedro Sánchez, que levantase el teléfono y cerrara con Putin una producción bilateral para no tener que desesperarnos viendo cómo llega la cuarta ola sin que el ritmo de pinchazos se incremente. Pero no, nosotros hemos de contentarnos con Carmen Calvo dándonos la brasa como una profesora de párvulos y riñiendo a Ayuso. ¿Por qué Munich sí puede comprarlas y Madrid no?
Envidiar a los bávaros es natural por varias razones, pero en esta mano ya nos ponemos verdes del todo porque además no hemos visto ningún sopapo de Berlín a Múnich por «atreverse» a encargar la dichosa Sputnik para salvar a sus ciudadanos. Ayuso, una vez más, haciendo lo que hace su homólogo bávaro, vuelve a dejar en evidencia la mojigatería de los que defienden el estado autonómico con la boca chica. Desde la apasionante corte de Luis II, pasando por el Festival de Bayreuth, hasta las descacharrantes cervecerías muniquesas con banda y señoras viejas bebiendo sin parar, es mucho lo que admiro de estos civilizados alemanes que han vuelto a demostrar por qué están en la vanguardia de Europa sin que nadie en su propio país les pise la manguera.