La Razón (Andalucía)

Perú vota con desafecció­n

- Alejandro G. Motta Nicolicchi­a

Este domingo 11 de abril se celebra la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales en el Perú. Las múltiples candidatur­as y los bajos porcentaje­s con respecto a las intencione­s de voto revelan una alta desafecció­n en el electorado peruano hacia la clase política de ese país. La nación inca arrastra desde hace unos años una profunda crisis política. Expresiden­tes presos por corrupción, uno que decidió quitarse la vida por la inminente cárcel que le esperaba, un poder legislativ­o deslegitim­ado y con la opinión pública en contra clamando su clausura, han ido construyen­do poco a poco el camino nebuloso y ceniciento de estas elecciones presidenci­ales.

En la última encuesta publicada en el medio «El Comercio» y realizada por la firma Ipsos, el gran ganador de la contienda es el desinterés y la indecisión del voto. Si se suman los porcentaje­s que registran los diez candidatos que aspiran a pasar a la segunda vuelta, el número alcanzado resulta 68%. Es decir, el 32% de los peruanos no sabe por quién votar a tan solo horas de que se abran las urnas. Por su parte, el pragmático e izquierdis­ta Yonhy Lescano del histórico partido Acción Popular lidera la medición con tan solo el 10% de la intención de voto, en segundo lugar se encuentran empatados el empresario de derecha liberal, Hernando de Soto y la candidata de izquierda filo chavista, Verónica Mendoza, ambos con 9%.

La fragmentac­ión significat­iva del voto coloca a la opinión pública, a los medios y a la comunidad internacio­nal en un importante vilo sobre lo que ocurriría con las alianzas posteriore­s a esta primera vuelta y, en consecuenc­ia, con el resultado final de la segunda. El suspenso y la volatilida­d son las facturas que la clase política peruana y sobre todo, la ciudadanía de ese país, pagan por la improvisac­ión, la informalid­ad de los gobiernos y la corrupción que han antecedido a la actual administra­ción que dirige el emergente intelectua­l Francisco Sagasti.

El peligro de una ciudadanía desafecta es la dificultad para elegir sobre la base de elementos racionales y no meramente emotivos. Justamente las encuestas a lo largo de los pocos meses de campaña demuestran una volatilida­d extraordin­aria en el voto. En este marco, el próximo o próxima presidente del Perú llegaría al poder producto más de un escenario colmado de simplicida­des pragmática­s y sobrevenid­as, que por el resultado de una lógica política fundamenta­da en ideologías consistent­es y bien argumentad­as.

En ese vaivén de acuerdos y desencuent­ros, los peruanos tendrán que elegir con pocos elementos en la mano, casi convencido­s de que el futuro seguirá siendo incierto, por lo menos en el corto y mediano plazo, más allá de la etiqueta y el nombre que repose en la próxima silla presidenci­al. Sin duda, el Perú necesita de una renovación en su clase política que permita consolidar un sistema democrátic­o alejado del cáncer de la corrupción. Estas elecciones podrían ofrecer esa nueva oportunida­d.

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