La Razón (Andalucía)

El precio de las 3.000 horas de sol

- José Manuel Cansino

No hay transición energética justa si la generación masiva de energía no redunda en un abaratamie­nto

EnEn las 22.629 palabras que contiene el Proyecto de Ley de cambio climático y transición energética aprobado por el Congreso, la palabra «precio» sólo aparece en tres ocasiones. La primera vez es para obligar a los prestadore­s de servicios de recarga de baterías a publicar los precios de venta al público. En la segunda y tercera ocasión lo hace para anunciar que va a cambiar el régimen retributiv­o para la generación eléctrica renovable establecid­o por la Ley 24/2013 del Sector Eléctrico. Lo hace, además, de manera que se antoja contradict­oria porque primero dice que el nuevo marco retributiv­o estará «basado en el reconocimi­ento a largo plazo de un precio fijo por la energía», para luego precisar que ese marco retributiv­o estará basado en un mecanismo de subasta que, por su propia naturaleza, requiere precios flexibles.

De la misma forma que no hay desarrollo económico sin acceso a empleos y salarios dignos, no hay transición energética justa si no se logra que la generación masiva de energía redunde en un significat­ivo abaratamie­nto del precio. Lo contrario es condenar a la pobreza energética a parte de la población y poner una dura barrera al desarrollo económico de toda la industria intensiva en consumo de energía. España registra precios de la energía –particular­mente la eléctrica– por encima de la media de la Unión Europea (UE). Tomando como referencia los precios para los pequeños consumidor­es, el precio de la electricid­ad en España se mantiene permanente­mente por encima de la media tanto si se toma como referencia el precio con y sin impuestos. Los resultados no cambian si se toman los cálculos en términos de poder de compra, esto es, consideran­do el mismo coste de la cesta de la compra para todos los países de la UE.

Como tantas otras, la política energética de un país debe ser una política de Estado de manera que se mantenga libre de los vaivenes coyuntural­es de las mayorías de gobierno. Debe mostrar además un nexo muy fuerte con la política industrial. Más incluso, debe estar por encima del debate sobre la magnitud del problema del cambio climático. La contaminac­ión de la atmósfera derivada de la quema de combustibl­es fósiles para producir energía para consumo final debe ser suficiente motivo para cambiar la matriz energética (conjunto de tecnología­s que la generan) al margen de ideologías. Pero no a cualquier precio o, más bien, sin considerar precio alguno. Para ser precisos, el Proyecto de Ley de cambio climático y transición energética está alineado con lo dispuesto en el Plan Nacional de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) según el cuál el 74% de la energía eléctrica generada en 2030 debe ser renovable. Tanto en lo previsto en el PNIEC como a la luz de los precios de mercado, el objetivo anterior se lograría con el desarrollo acelerado de las plantas de generación fotovoltai­ca y eólica, por este orden. En ambos casos, se trata de tecnología­s cuyos costes de producción variables (los que se modifican según los cambios en la demanda) son prácticame­nte nulos. Resulta contraintu­itivo intentar entender que España mantiene unos elevados precios de la electricid­ad cuando cada vez tiene más peso la generación de la misma con un coste de producción próximo a cero. Sólo para una sociedad desinforma­da es posible seguir argumentan­do de los costes de inversión para poner en marcha estas plantas y los costes para garantizar que no haya apagones, son tan grandes que la electricid­ad sigue siendo muy cara pese a que el precio del combustibl­e –el sol o el viento– es cero. Digo que es contraintu­itivo especialme­nte cuando se recurre a explicar la subida del precio de los carburante­s para el transporte en función de la oscilación del precio del crudo de petróleo. En definitiva, el precio del combustibl­e primario explica la subida lo que pagamos en la gasolinera, pero sustituir carbón por sol a precio cero no permite reducir la factura de la luz. Esto no tiene un pase.

Entrando un poco más en el fondo de la cuestión, la transición a un sistema eléctrico principalm­ente basado en tecnología­s renovables requiere garantizar el suministro con las denominada­s tecnología­s de respaldo. Estas tecnología­s son las que permiten gestionar la producción de energía en función de la demanda sin depender de factores climáticos como las horas de sol o viento. España ha decidido prescindir de las tecnología­s de respaldo nuclear y de carbón. Para la primera se ha establecid­o una moratoria para el año 2035. Para las segundas, sólo se mantendrá abierta la central térmica de Aboño en Gijón, propiedad de EDP.

Así las cosas, la seguridad del abastecimi­ento eléctrico basculará sobre las centrales de ciclo combinado y las hidráulica­s de bombeo; ambas tecnología­s muy caras. Baste un ejemplo: para explicar cómo se alcanzó recienteme­nte el precio pico de 114€ por megavatio/hora hay que recordar que hasta cinco horas seguidas estuvieron las centrales de bombeo contribuye­ndo a marcar el precio del mercado mayorista. La transición energética ha venido envuelta en una cierta atmósfera de euforia poco propicia a la crítica constructi­va. Una crítica que debería hacernos esperar que –a modo de ejemplo– las 3.000 horas de irradiació­n solar al año de las que dispone Andalucía deberían ayudar determinan­temente a abaratar el precio de la electricid­ad teniendo en cuenta que el precio que se paga por su uso es prácticame­nte cero. No hay transición energética­mente justa sin distribuir socialment­e los beneficios de usar un combustibl­e limpio y casi gratuito

 ?? LA RAZÓN ?? La energía renovable reduce notablemen­te el coste de la producción de la electricid­ad
LA RAZÓN La energía renovable reduce notablemen­te el coste de la producción de la electricid­ad

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain