La Razón (Andalucía)

Proclamaci­ón de heredero

El Bayern gana en París, pero no puede superar al PSG en una eliminator­ia espectacul­ar. Neymar demostró que está más cerca que nunca de ser el mejor jugador del mundo

- Domingo García

El fútbol no es justo y tampoco la vida. No lo fue con el Bayern en la ida y tampoco con el PSG en la vuelta, que se agarró al mejor Neymar para acorralar al equipo alemán durante gran parte del partido. El brasileño ha decidido ya dejarse de majaderías y ser lo que es ahora, un futbolista que está lo más cerca posible de ser el mejor del mundo.

Su influencia va más allá de lo que hace con los pies. Se le pudo ver abrazado a Mbappé, intentando explicarle lo que tenían que hacer para destrozar al actual campeón de Europa, el equipo que lo derrotó la temporada pasada en la final de la Liga de Campeones.

El fútbol no debe nada a nadie, pero ofrece revancha. Y eso es lo que buscaba Neymar, que remató tres veces al palo en la primera mitad. Se entendió perfectame­nte perfectame­nte con Mbappé y Di María y entre los tres desarmaron a la defensa del Bayern, la única línea que el equipo alemán no tenía que componer de retales a pesar de las ausencias.

Neymar lo hacía todo, remataba, pasaba y, sobre todo, hacia que el partido fuera del PSG como en la ida fue del Bayern, aunque el resultado dijera lo contrario. El equipo de Pochettino salió a buscar la victoria, a rematar al Bayern, consciente de que no se le puede dar ni una oportunida­d. Daba igual que le faltaran muchos jugadores, ninguno tan importante como Lewandowsk­i. También el PSG echaba de menos a Marquinhos y a Icardi, que veían el partido desde la grada. Pero eso no menguaba la calidad del espectácul­o. Nadie se guardaba nada porque el premio era estar en semifinale­s. Y, aunque al Bayern le costó entrar en el partido, suyo fue el primer gol.

Choupo-Moting, un jugador con mejor currículum que cualidades demostró otra vez que aparece en los momentos decisivos, los que están reservados a los elegidos. Lo hizo el año pasado en esta misma ronda, en la fase final disputada en Lisboa, para marcar el tanto de la victoria ante el Atalanta, que había comenzado marcando. Y lo hizo de nuevo en París, ahora como rival, para llevar la ilusión al Bayern.

El gol llegó después del tercer disparo a los palos de Neymar. Un aviso de que el PSG no podía relajarse en un partido sin pausa, en el que Di María encontraba el mejor terreno para explotar sus cualidades. Capaz de correr y de poner pases a la carrera de Mbappé, al que le faltó acierto delante de Neuer. El guardameta alemán hizo su trabajo. Igual que Keylor Navas, sólido, en la portería de enfrente.

El Bayern buscó el gol de la victoria retirando a su delantero, Choupo-Moting para poner en su lugar a Javi Martínez. Era una declaració­n de intencione­s, un aviso del asedio que llegaba y que dejaba mucho terreno a su espalda. Territorio ideal para que lo explotara Mbappé. Pero siempre se encontró con Lucas Hernández, perfecto como central.

El Bayern no pudo encontrar el gol que le faltaba y el PSG se tomó la revancha. Aunque no estará completa si no consigue el título. Al final el fútbol no fue tan injusto con él.

Sin Lewandowsk­i y con un equipo formado por varios retales, el Bayern volvió a demostrar que nunca se rinde

 ?? EFE ?? Paredes abraza a Neymar para festejar la clasificac­ión del PSG para las semifinale­s de la Champions
EFE Paredes abraza a Neymar para festejar la clasificac­ión del PSG para las semifinale­s de la Champions

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